miércoles, 9 de octubre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 27 de tiempo ordinario

Gálatas 2, 1-2. 7-14



REFLEXIÓN

vieron que Dios me ha encargado de anunciar el Evangelio a los gentiles, como a Pedro de anunciarlo a los judíos

La misión confirmatoria de la autoridad legítima. En general la alergia por el recurso a la autoridad para ser confirmado en su decisión, puede esconder un mal espíritu: que la decisión es más propia de un ego que de un buen espíritu. Podría tratarse más bien de un interés propio. 

Y en el proceso tal situación se dirigirá al fracaso del bien integral y común. La transparencia con la autoridad tiene su sentido. Hoy se cambia por la transparencia con la opinión pública. Se confronta la voz del pueblo con la de la autoridad. En caso de choque cuál debe prevalecer? La voz de Dios es ahora conducida por la mayoría de los votantes?

Una sola cosa nos pidieron: que nos acordáramos de sus pobres, y esto lo he tomado muy a pecho

La Iglesia de Jesús desde su iniciador tuvo a los pobres en un lugar central de su interés apostólico. 

Porque el evangelio del reino es buena nueva para los que lo aceptan en todo el sentido de la existencia, no sólo en el espiritual.

se retrajo y se puso aparte, temiendo a los partidarios de la circuncisión

Hoy Pedro está siendo reprendido por la opinión mundial mediática, y ha debido confesar humildemente su responsabilidad como autoridad en el asunto de los curas pedófilos o pederastas. 

La autoridad mostró históricamente un momento de soberbia e incapacidad de autocrítica, como se le ha reprochado desde hace mucho tiempo. 

Parece entonces que nadie, ni autoridad ni voz común están libres de autocrítica. 

el mismo Bernabé se vio arrastrado con ellos a la simulación

La incongruencia de los buenos es doblemente escandalosa, porque erosionan el paradigma.

Ahora que, cuando yo vi que su conducta no cuadraba con la verdad del Evangelio, le dije a Pedro delante de todos: "Si tú, siendo judío, vives a lo gentil y no a lo judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a las prácticas judías?"

Incongruencia e hipocresía. A qué obligamos, o de qué predicamos como obligatorio para otros, porque posiblemente en eso se acciona una hipocresía. No echar de menos la mota del hermano, sino eliminar nuestra viga.

Nuestra Iglesia cacarea mucho sobre el sexto mandamiento y ha hecho la vida imposible por considerarlos pecadores a muchos. 

En qué está siendo reprobada desde las alturas el magisterio?: del sexto mandamiento casualmente. Las obsesiones, aun cubiertas de celo, traen funestas consecuencias.

Como se dijo en tiempos del jansenismo y las monjas de Port Royal: quien se presume de ángel, llega a hacer de bestia.

El problema del magisterio pues, ha sido su soberbia, no su castidad.

La verticalidad de Pablo fue un carisma del Espíritu para esos difíciles momentos de definición del trato a los gentiles. 

En la historia de la Iglesia han aparecido otros que se encaran con el poder eclesiástico cuando no se hace digno.

El Espíritu libre del Señor y su Palabra suscitan voces que claman la verdad del evangelio aunque no nos guste. 

Entonces es una llamamiento a la conversión de nuestros apegos y egoísmos que dañan el cuerpo de la comunidad.

Salmo responsorial: 116



REFLEXIÓN

su fidelidad dura por siempre

El cuidado que tiene el Espíritu del Señor para mantenernos en la verdad del evangelio permanece siempre para nosotros. 

Nos suscita con su intervención personas y ocasiones para alegrarnos, recapacitar y arrepentirnos.

Lucas 11, 1-4



REFLEXIÓN

"Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".

"Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación"".

Los discípulos ven a Jesús orar y tienen deseos de ser enseñados. Qué los mueve? Qué sabrían de la oración que Juan enseñó a sus seguidores? Cuál es el aprecio y modalidad de la oración de estos grupos religiosos que caminaban por Judea y Galilea?

Al pedírselo a Jesús sus discípulos debieron sentir que era un actividad importante, valiosa para profundizar el seguimiento en el que se encontraban con Jesús.

Pero Jesús no enseñó largas oraciones sino un conversatorio sencillo con el Señor a quien llamaba papito.

Jesús es visto por sus seguidores como alguien que inspira un estilo de vida significativo. 

Cómo él ora y cómo su oración se repercute en su modo de ser atrae a los discípulos hacia una actividad que tanto bien hace.

decid:

(legete:hablen, digan, procedan a decir, a conversar?)

Porque igual se trata de una fórmula que se puede repetir intacta, porque es venerable, y ha sido guardada como un tesoro: el Padrenuestro.

O puede ser una provocación, una incitación, una propuesta, un tema de conversación para desarrollar un coloquio al estilo ignaciano de contemplación y oración.

Un Dios Padre, un misterio que solo un hijo como Jesús nos colabora en desvelar.

Cuyo nombre es sinónimo de prestigio y verdad. Una identidad misteriosa que no se agota y nos produce una admiración sin fin.

Que ejerce un dominio que nos parece que se retrasa, y nos impacienta que no termine de reinar.

En quien dejamos o intentamos dejar nuestra preocupación por el sustento de vida, con frecuencia amenazado por los órdenes económicos que tergiversamos.

Que nos potencia para la fraternidad y la sororidad a través del perdón que no se puede otorgar sino somos autocríticos, y captamos nuestra responsabilidad y culpa en relación a otros.

Y a quien pedimos que nos mantenga en la brecha, hasta que todo termine, y nos preserve para la alegría final.

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motivaciondehoy


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Miércoles 27 de tiempo ordinario

Gálatas 2, 1-2. 7-14

Salmo responsorial: 116

Lucas 11, 1-4

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS

BEATO CARLO


 Del Opúsculo de Orígenes, presbítero, sobre la oración
(28: PG 11, 522-523)
Da a cada uno lo que le es debido

Nosotros debemos y tenemos que cumplir ciertos deberes, y no sólo dando, sino hablando con afabilidad y cubriendo ciertas obligaciones. Más aún: tenemos en cierto modo la obligación de mostramos afectuosos con los demás. Y estas deudas o bien las saldamos haciendo lo que nos manda la ley divina, o bien, haciendo caso omiso de la recta razón, no las pagamos y nos constituimos

en deudores. Idéntica escala de valores hemos de aplicar a las deudas con los hermanos: tanto con los hermanos que juntamente con nosotros han sido regenerados en Cristo por las palabras de la religión, como con aquellos que han sido engendrados por la misma madre y el mismo padre que nosotros.

Tenemos asimismo unos especiales deberes para con nuestros conciudadanos, y otros comunes hacia todos los hombres; unos deberes concretos para con quienes tienen la edad de nuestros padres, y otros para con aquellos a quienes es justo honrar como a hijos o como a hermanos. Por tanto, quien no cumple sus deberes para con los hermanos, se convierte en deudor de cuanto ha omitido; e

igualmente, si fallamos a los hombres en aquellas cosas que, por un humanísimo

espíritu de sabiduría, estamos obligados a prestarles, se acrece la deuda. Aún más:

por lo que a nosotros mismos se refiere, debemos ciertamente servirnos del cuerpo, y no extenuarlo entregándonos al placer; pero debemos preocuparnos también del alma y vigilar la vehemencia del carácter, así como el lenguaje, para que esté exento de acritud, sea útil y nunca ocioso. Si no cumplimos estos deberes para con nosotros mismos, la deuda es mucho más grave.

Además, como ante todo y sobre todo somos obra y hechura de Dios, debemos conservar hacia él un afecto particular, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma y con todo el ser. Si no lo hiciéramos, nos convertiríamos en deudores de Dios, pecando contra el Señor. Y en tal caso, ¿quién rezará por nosotros? Pues como en el primer libro de Samuel dice Elí: Si un hombre ofende a otro, Dios puede hacer de árbitro; pero si un hombre ofende al Señor, ¿quién intercederá por él?

También somos deudores de Cristo, que nos redimió con su propia sangre, como un esclavo es deudor de su comprador, que ha pagado por él el precio estipulado. Tenemos contraída una deuda incluso con el Espíritu Santo, deuda que saldamos cada vez que no ponemos triste a aquel con el cual Dios nos ha marcado para el día de la liberación final; y no contristándolo, con su ayuda y con la acción vivificante que ejerce sobre nuestra alma, producimos los frutos que es justo espere de nosotros.

Por otra parte, aun cuando no sabemos exactamente cuál es nuestro ángel custodio, que está viendo siempre el rostro del Padre celestial, a una atenta consideración no se le escapa que somos también deudores de él. Más todavía: Si hemos sido dados en espectáculo público para ángeles y hombres, hemos de tener en cuenta que, así como quien ofrece un espectáculo está obligado a desempeñar este o aquel papel en presencia de los espectadores, y sino lo

hiciere, sería multado por reírse del público, así también nosotros debemos exhibir ante el mundo entero, ante todos los ángeles y el género humano todo lo que la sabiduría está dispuesta a enseñarnos, si no oponemos resistencia.

Al margen de estos deberes de alcance más bien universal, existe un deber determinado para con la viuda, de la cual se cuida la Iglesia; está también el deber para con el diácono y para con el presbítero; y está finalmente el

gravísimo deber para con el obispo, deber que de no ser saldado, el Salvador de la Iglesia universal nos pedirá cuentas el día del juicio.