viernes, 11 de octubre de 2024

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS

BEATO CARLO




 Del Tratado sobre la amistad espiritual del beato Elredo de Rievaulx

(Lib 2: Edit J. Dubois, 53-57)

Un amigo fiel es un talismán

Entre los valores humanos nada se apetece más santamente, nada se busca con mayor utilidad, nada es más difícil de encontrar, ninguna experiencia es más dulce, ni se retiene con mayor índice de rentabilidad que la amistad, pues tiene un fruto para esta vida presente y para la futura. Porque la amistad sazona con su suavidad todas las demás virtudes, anula con su fuerza los vicios, hace

más llevadera la adversidad, administra bien la prosperidad, hasta el punto de que, sin amigos, apenas si es posible la felicidad entre los mortales. Puede parangonarse con una bestia el hombre que no tiene con quién congratularse en los días de prosperidad ni compartir sus tristezas en los momentos difíciles; a quién descubrir sus negros pensamientos, a quién comunicar las ideas sublimes o luminosas que se le ocurrieren y que se sitúan al margen de lo ordinario.

¡Pobre del solo si cae: no tiene quien lo levante! Y solo absolutamente está quien sin un amigo está.

Y, por el contrario, ¡qué felicidad, qué seguridad, qué dicha tener alguien con

quien puedas hablar como contigo mismo!, ¡a quien no temas confesar tus eventuales fallos!, ¡a quien puedas revelar sin rubor tus posibles progresos en la vida espiritual!, ¡a quien puedas confiar todos los secretos de tu corazón y comunicarle tus proyectos!

¿Puede haber cosa más agradable que unir así un alma a otra alma y hacer de dos un solo ser, sin temer jactancia alguna, sin recelar ninguna sospecha, sin que uno se sienta dolido de ser por el otro corregido, sin que deba notar o

censurar adulación ninguna en las alabanzas del otro? Un amigo fiel —dice el Sabio— es un talismán. ¡Muy bien dicho! No hay efectivamente revulsivo más enérgico, ni más eficaz, ni más cualificado para nuestras heridas en todas las temporales eventualidades, que tener alguien que sepa venir a nuestro encuentro, sufriendo con nosotros, en toda desgracia, y congratulándose con nosotros en los sucesos prósperos, de modo que —como dice el Apóstol—, arrimando los dos el hombro, se ayuden mutuamente a llevar sus cargas. Con

una salvedad: que cada uno siente más llevadera la injuria propia que la del

amigo.

Así pues, la amistad hace más espléndidos los momentos de prosperidad y, al comunicarlas y compartirlas, más llevaderas las adversidades. El amigo fiel es, pues, un magnífico talismán. Porque —y en esto compartimos la opinión con los paganos— el amigo nos es mucho más útil que el agua y el fuego. En todo

trabajo, en cualquier empresa, en las cosas ciertas como en las dudosas, en un acontecimiento cualquiera, en cualquier condición, en público y en privado, en

toda decisión, en casa o en la calle, en todas partes es grata la amistad, necesario

el amigo, útil la gracia.

Y, lo que excede a toda ponderación, la amistad es un grado cercano a la perfección, que consiste en el amor y conocimiento de Dios: de esta forma el hombre, de amigo del hombre, se convierte en amigo de Dios, según lo que el Salvador dice en el evangelio: Ya no os llamo siervos, sino amigos míos

jueves, 10 de octubre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 27 de tiempo ordinario

Año Par

Gálatas 3, 1-5



REFLEXIÓN

¿recibisteis el Espíritu por observar la ley, o por haber respondido a la fe?

Ley, era y es para muchos judíos, una cultura: conjunto organizado de costumbres, tradiciones, creencias.

Ley también era para muchos judíos devotos, la alianza con el Innombrable, por la cual fueron elegidos para una Promesa, y en quien habían depositado su fe por siglos, incluso con martirio.

Entendemos que Pablo se dirige a los que detentan el primer sentido. Una creencia y presunción horizontal como si la belleza y sabiduría de las normas, leyes, disposiciones por el hecho de ser promulgadas, estudiadas y aun guardadas, garantizara el reino.

Y cuando Pablo señala esto contra la Ley judía, no se queda atrás contra las costumbres Helenas.

Su todo es Jesucristo crucificado, que hizo estallar la sabiduría humana, con la de Dios.

La presentación de Jesús crucificado fue con fe en él, por parte de Pablo. A esta fe los creyentes respondieron con fe. La fe que asume responde a la fe que anuncia. De fe en fe. Anuncio de fe, respuesta de fe. Transmisión. 

Y la observancia de la ley no tiene nada que hacer en esta fe. Es gratuita, no es un pago ni un mérito observarla.

¡Empezasteis por el espíritu para terminar con la carne! ¡Tantas magníficas experiencias en vano!

Se empieza bien, se puede terminar mal. 

En el camino, en el proceso, se infiltra un enemigo que puede torcerlo todo.

Tantas magníficas experiencias en vano

No hay seguridad en nada ni de nada, en nadie ni de nadie. Lo que se hizo bueno puede no ser suficiente. Somos siervos inútiles.

Cuando Dios os concede el Espíritu y obra prodigios entre vosotros, ¿por qué lo hace? ¿Porque observáis la ley, o porque respondéis a la fe?

Gálatas somos todos los que incurrimos una y otra vez en la estupidez de creer que la cultura salva, como el Espíritu.

Interleccional: Lucas 1



REFLEXIÓN

Nos ha suscitado una fuerza de salvación / en la casa de David, su siervo

Jesús y su anuncio transmitido generacionalmente

Los verdaderos israelitas que viven más la alianza que la Ley, siguen siendo aun en el cristianismo el pueblo elegido, porque portan la fe que salva en el Espíritu de Jesús crucificado.   

Lucas 11,5-13



REFLEXIÓN

Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Dicho en otra forma, la fe nos debe hacer impertinentes e inoportunos. Demandantes hasta conseguir lo que necesitamos.

En estos tiempos de tanta queja y reclamo, se pone en efecto la insistencia como medio insustituíble para obtener la escucha.

Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe; quien busca, halla, y al que llama, se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, 

La Palabra como ninguna otra comunicación celestial conocida en la historia de las religiones muestra una divinidad con voluntad de ser importunada.

Nosotros nos cansamos primero, y desconfiamos innecesaria y tontamente, cuando medimos la generosidad del Señor por la nuestra, que es más bien mezquindad.

Más claro no canta un gallo. No podemos dejar que el mal espíritu se adueñe de nuestro buen espíritu que clama incesantemente, con el pensamiento melifluo de resignarse a la voluntad de Dios. 

El buen espíritu nos impulsa a la impertinencia y sólo al final, se pone en manos del querer de Dios que nos otorgue distinto a lo pedido. 

Porque la impertinencia es también voluntad del Señor, que quiere a sus hijos como demandantes, a la altura propia de un coheredero.

Nos pide la audacia y la magnanimidad de aquellos que se sienten con Él como en casa.

Se dan opiniones en el sentido de no pedir a Dios nada, sino confiar en Él absolutamente, porque sabe lo que necesitamos.

Es otra visión, otro enfoque frente al que afirma que el Señor lo conoce todo de nosotros y sin insistir debemos confiar en que nos ayudará.

Son enfoques excluyentes o convergentes?: insistir y confiar?.

Si así fuera la oración, madre de todas las oraciones, el padrenuestro no pediría que nos diera el pan del sustento diario.

No debiéramos prejuzgar sobre lo que sí o lo que no agrade al Señor para solicitarle en la oración, sino pedir con la actitud del niño que confía y no se inhibe considerando por cálculo qué será mejor o qué no.

¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?

El que no cesa de gemir en nosotros de modo inenarrable e interpreta ante el Señor nuestro profundo deseo del Reino.

Dar Espíritu Santo no es dar cosas. Es el Espíritu el que ora en nosotros, con gemidos inenarrables. Pido el Espíritu Santo, que es el que pide en mí lo que debo pedir.

Porque el Espíritu que nos concede el Padre es la libertad de los hijos para pedir sin retención o inhibición . 

Incluso es el que nos ayuda a entender al buen Padre cuando lo que pedimos no nos conviene tanto o es menos oportuno.

Pero la petición no es de cosas sino de Espíritu, de Reino. Lo demás viene por añadidura.

Ese reino ya está en nosotros, actuando. 

Por eso con frecuencia sentimos resistencia y lucha. Y por que lo hay, es señal del reino avanzando y profundizando su transformación.

Se perciben, se intuyen actitudes nuevas que implican dificultad.

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motivaciondehoy


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Jueves 27 de tiempo ordinario

Año Par

Gálatas 3, 1-5

Interleccional: Lucas 1

Lucas 11,5-13