lunes, 25 de noviembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 34 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 14, 1-3. 4b-5



REFLEXIÓN

cantando un cántico nuevo

Hay una descripción hermosa, que trata de transmitir belleza y armonía, es como una estética de lo invisible, de la dimensión desconocida y definitiva: seres inimaginables, irreales e inexistentes; música, sonidos, descripciones extraordinarias; deseo de transmitir novedad constante. 

La intención es comunicar un dominio que rebasa nuestra experiencia común, y promueve nuestro anhelo más profundo de felicidad y de paz compartida. El Shalom

los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero

Puede vislumbrarse el final: hay ya gente, humanos, hombres y mujeres que forman parte de la comunidad del Padre y su Hijo Jesucristo.

Podemos ver en la declaratoria oficial de gente santa, una forma de expresar este conocimiento revelado por la Palabra.

Esa importancia de ser primicias les cabe para fundamentar en nosotros, que somos viatores o peregrinos, el ansia de la coronación de la cumbre.

Todo esto expresado en lenguaje simbólico porque se trata de realidades que se expresan en nuestra inmanencia, pero provienen de la Trascendencia.

En sus labios no hubo mentira, no tienen falta

Ellos muestran una realidad anónima, que no merece titulares ni alto índices de sintonía, ni filmes que recojan sus historias.

Es la realidad cotidiana de quienes viven decididos a guardar la verdad y evitar la mentira.

Una forma de consistencia que requiere un pulimiento constante, en el que no se puede dar uno tregua y lleva toda la vida persistir.

Salmo responsorial: 23



REFLEXIÓN

¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos

Desde toda región, desde todo estrato, desde toda edad van surgiendo los que se decantan por tal programa.

Los ídolos están a nuestro alcance, podemos interactuar con ellos, pero no debemos confiar. Cualquier realidad que se erige en nuestro absoluto y nos subyuga es el ídolo propio. El proceso de conversión implica despegarse continua y ascencionalmente.

Lucas 21,1-4



REFLEXIÓN

vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales

La mirada de Jesús se recrea en el compartir generoso. Si lo supieran los que más pueden serían más generosos.

Una viuda es el símbolo de la carencia de casi todo: seguridad, ingresos, estatus. Su aporte es el símbolo de la generosidad que se nos echa en cara para nuestra vergüenza, confusión y conversión.

Es el estilo de comunicación evangélico: aupar la generosidad en la entrega, aun en  la denuncia de la mezquindad e inequidad.

Jesús nos ha enseñado a ver y comparar las acciones que llamamos buenas de unos y otros, y captar la congruencia o no, entre el discurso y lo que se hace.

La ideología de la conspiración y sospecha, lo ha llevado a extremos que desgastan su efectividad y también se convierten en pertrechos de la guerra de las pasiones por el poder: la envidia, el resentimiento, la injusticia, también pueden armar estrategias de denuncias para evadir la autocrítica.

esa pobre viuda ha echado más que nadie

ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir

Es una imagen del pobre de espíritu, del pobre histórico, bienaventurado por compartir.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1594659822959476736?s=20&t=YcoFt8GssIoPX-Nl7IXBMA

motivaciondehoy


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Lunes 34 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 14, 1-3. 4b-5

Salmo responsorial: 23

Lucas 21,1-4

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


LUNES, XXXIV

De la homilía de un autor del siglo II
(10, 1-12,1; 13, 1: Funk 1, 157-159)
Perseveremos en la esperanza


Hermanos míos, hagamos la voluntad del Padre que nos ha llamado y

esforcémonos por vivir ejercitando la virtud con el mayor celo; huyamos del vicio, como del primero de nuestros males, y rechacemos la impiedad, a fin de que el mal no nos alcance. Porque, si nos esforzamos en obrar el bien, lograremos la paz

La razón por la que algunos hombres no alcanzan la paz es porque se dejan llevar por temores humanos y posponen las promesas futuras a los gozos presentes. Obran así porque ignoran cuán grandes tormentos están reservados a quienes se entregan a los placeres de este mundo y cuán grande es la felicidad que nos está preparada en la vida eterna. Y si ellos fueran los únicosnque hicieran esto, sería aún tolerable; pero el caso es que no cesan de pervertir anlas almas inocentes con sus doctrinas depravadas, sin darse cuenta que de esta forma incurren en una doble condenación: la suya propia y la de quienes los escuchan.

Nosotros, por tanto, sirvamos a Dios con un corazón puro, y así seremos justos; porque si no servimos a Dios y desconfiamos de sus promesas, entonces seremos desgraciados. 

Se dice, en efecto, en los profetas: Desdichados los de ánimo doble, los que dudan en su corazón, los que dicen: «Todo esto hace tiempo que lo hemos oído, ya fue dicho en tiempo de nuestros padres; hemos esperado, día tras día, y nada de ello se ha realizado». ¡Oh insensatos!

Comparaos con un árbol; tomad, por ejemplo, una vid: primero se le cae la hoja, luego salen los brotes, después puede contemplarse la uva verde,bfinalmente aparece la uva ya madura. Así también mi pueblo: primero sufre inquietudes y tribulaciones, pero luego alcanzará la felicidad.

Por tanto, hermanos míos, no seamos de ánimo doble, antes bien

perseveremos en la esperanza, a fin de recibir nuestro galardón, porque es fiel aquel que ha prometido dar a cada uno según sus obras. Si practicamos, pues, la justicia ante Dios, entraremos en el reino de los cielos y recibiremos aquellas promesas que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar.

Estemos, pues, en todo momento en expectación del reino de Dios, viviendo en la caridad y en la justicia, pues desconocemos el día de la venida del Señor.

Por tanto, hermanos, hagamos penitencia y obremos el bien, pues vivimos rodeados de insensatez y de maldad. Purifiquémonos de nuestros antiguos pecados y busquemos nuestra salvación arrepintiéndonos de nuestras faltas en lo más profundo de nuestro ser. No adulemos a los hombres ni busquemos agradar solamente a los nuestros; procuremos, por el contrario, edificar con nuestra vida a los que no son cristianos, evitando así que el nombre de Dios sea

blasfemado por nuestra causa.