martes, 28 de enero de 2025

DOCTORES DE LA IGLESIA




De las Conferencias de santo Tomás de Aquino, presbítero (Conferencia 6 sobre el Credo)
EN LA CRUZ HALLAMOS EL EJEMPLO DE TODAS LAS VIRTUDES

¿Era necesario que el Hijo de Dios padeciera por nosotros? Lo era, ciertamente, y por dos razones fáciles de deducir: la una, para remediar nuestros pecados; la otra, para darnos ejemplo de cómo hemos de obrar. Para remediar nuestros pecados, en efecto, porque en la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que nos sobrevienen a causa del pecado. La segunda razón tiene también su importancia, ya que la pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no necesita hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y apetecer lo que Cristo apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes. Si buscas un ejemplo de amor: Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. Esto es lo que hizo Cristo en la cruz. Y, por esto, si él entregó su vida por nosotros, no debemos considerar gravoso cualquier mal que tengamos que sufrir por él. Si buscas un ejemplo de paciencia, encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin rehuirlos, unos males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo, en la cruz, sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca. Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia. Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado: él, que era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir. Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte: Si por la desobediencia de uno —es decir, de Adán— todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Si buscas un ejemplo de desprecio de las cosas terrenales, imita a aquel que es Rey de reyes y Señor de señores, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer, desnudo en la cruz, burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas, a quien finalmente, dieron a beber hiel y vinagre. No te aficiones a los vestidos y riquezas, ya que se repartieron mis ropas; ni a los honores, ya que él experimentó las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado; ni a los placeres, ya que para mi sed me dieron vinagre.

lunes, 27 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Lunes 3 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 9,15.24-28



REFLEXIÓN

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Por lo tanto el cielo es Dios, su presencia. En Jesús, nueva humanidad tenemos acceso al mismo.

Cómo se compadece esta afirmación con nuestra sensación de infierno, el cual padecemos como humanidad itinerante, aunque sea de tiempo en tiempo?

Algunos intentan darle un sentido de cruz como prueba, que comparte con muchos otros el pecado del mundo, las avanzadas del anti-reino.

Otros lo entienden como el aporte de lucha y construcción que es preciso llevar adelante para que amanezca un mundo nuevo.

Ninguno de los dos sentidos puede darse por único y por una explicación definitiva.

Podemos convivir con ambas explicaciones volviendo a nuestra clave que es Jesús nazareno, quien expió pero también construyó.

La consolación es como una participación del cielo, por la densidad de presencia del Espíritu de Dios que vivenciamos.

Y también es un relanzamiento, un avivamiento para asumir con mayor convicción y energía nuestro peregrinaje, expiando y construyendo.

 La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

La doctrina tradicional ha separado los momentos de segunda venida de Jesús para sus creyentes: una individual y otra colectiva. Juicio privado y juicio universal.

Podrían ser dos maneras de ver un único momento, que podríamos unir cuando con nuestra muerte individual pasamos al Señor.

Porque nuestra división del tiempo tiene poco que ver con la eternidad de Dios.

Salmo responsorial: 97



REFLEXIÓN

Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios

La contemplación de la intervención victoriosa del Señor, el cielo en la tierra, es un don libre que recibimos en acción de gracias.

Un combustible para alimentar nuestra energía para el peregrinaje.

La consolación del Señor tiene un sentido para la misión del Señor. No se resuelve en una mera contemplación narcisista para degustarnos en contemplación.

Porque nuestra fe es apostólica, testimonial.

Marcos 3,22-30



REFLEXIÓN

El los invitó a acercarse

Jesús intenta hacerse entender por las buenas. Que vean su buena fe y sinceridad en lo que hace. No siempre tuvo éxito, y más bien la tendencia se agudizó hacia el rechazo y ajusticiamiento.

el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre". Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Atacar la buena voluntad de una buena obra dificulta aceptar la buena obra. Es una trampa de la que no se sale sino se vuelve uno de buena voluntad para aceptar de nuevo la obra buena. Mientras permanece en esa dureza es difícil recibir perdón quien ni siquiera entiende por qué debe ser perdonado.

Decir que echar demonios es obra de demonios, que curar a los enfermos es obra de Satán, blasfema contra el Espíritu Santo, y no puede ser perdonado, y cargará siempre son su pecado, no por que sea castigado con algo adicional, sino porque nunca podrá salir del círculo infernal, que atribuye el bien al mal, y por lo tanto no cree que haya salvación posible.

Atribuir el buen obrar al anti-reino es condenarnos a un estado de suspicacia y mala voluntad tal, que no nos permite visualizar el avance del reino de Dios.

Es preferible pasar por ingenuos o cándidos que llevar nuestra crítica hasta el extremo de destruir la confianza en el bien.

Sí hay bien en el mundo, sí hay intervención del Espíritu, sí avanza el reino.

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Lunes 3 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 9,15.24-28

Salmo responsorial: 97

Marcos 3,22-30