sábado, 8 de febrero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Sábado 4 de tiempo ordinario

Hebreos 13,15-17.20-21



REFLEXIÓN

No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios

Como un buen Padre la Palabra nos recuerda lo que no debemos olvidar.

ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables

La suspicacia sobre las buenas intenciones encarnada hoy en la teoría de la conspiración acecha.

Hay que cuidarnos de no emplearla como coartada para desertar de hacer el bien y ayudarnos mutuamente.

Este es el fin que quisiera conseguir el anti-reino.

Él realizará en nosotros lo que es de su agrado, por medio de Jesucristo

La fidelidad a la realización de su designio es de largo alcance y más bien silenciosa, ya velemos o durmamos.

Salmo responsorial: 22



REFLEXIÓN

El Señor es mi pastor, nada me falta:

Pastor sacrificado como cordero del rebaño. Nuevo perfil de pastores, que han de ser moldeados por la obediencia de su rebaño para el mayor bien.

Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos

El proceso del mayor bien puede incluir la mesa de los bienes de la vida compartida con los que nos atacan y disienten.

Ya no hay enemigos porque nos anima el perdón.

Marcos 6,30-34



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco." Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma

A pesar de su deseo de descansar, no pierde la calma y retoma la enseñanza.

Atender la necesidad apremiante e inaplazable es primero.

Jesús como pastor de pastores que entiende su necesidad de descanso como todo humano.

La comprensión en favor del descanso de la nueva modalidad de pastores no es lo más común entre sus fieles.

De ahí que un nuevo pastor no puede descansar en su misericordia, siempre lista para apoyar y acompañar la necesidad del rebaño que no cesa.

Así el mayor bien aparece como una entrega que no se mide ni en el propio descanso porque la prioridad es compartirla cuando se necesite.

Parece que hay dos criterios previos a la escucha de la Palabra, quizás provistos por ella, que permanecen siempre junto a nosotros.

Uno aprendido de la realidad: que la vida y los conflictos humanos y sociales son responsabilidad de los involucrados en diferentes formas, por acción u omisión.

Pero se forman bandos que se echan culpas y exculpan, que poco ayudan a la verdad, sin una autocrítica honesta.

Otra cosa es que en el conflicto humano o social, lo primero es solucionar a las víctimas y sus necesidades y después vendrá la especulación sobre las causas. Atender la necesidad es primero y urgente.

Cuando se procede en otra forma, lo que se busca explícita o implícitamente es sacarse el clavo, retaliar, vengar.

Y eso echa leña al fuego de la violencia y aleja la paz.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1621834552355201024?s=20&t=iaAqEGM_NINVu-20AaPcTQ

https://x.com/motivaciondehoy

COMPARTIR LA PALABRA


Sábado 4 de tiempo ordinario

Hebreos 13,15-17.20-21

Salmo responsorial: 22

Marcos 6,30-34

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS



 

De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 35-36)
LA ACTIVIDAD HUMANA

La actividad humana, así como procede del hombre, así también se ordena al hombre, pues éste, con su actuación, no sólo transforma las cosas y la sociedad, sino que también se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende. Un desarrollo de este género, bien entendido, es de más alto valor que las riquezas exteriores que puedan recogerse. Más vale el hombre por lo que es que por lo que tiene. De igual manera, todo lo que el hombre hace para conseguir una mayor justicia, una más extensa fraternidad, un orden más humano en sus relaciones sociales vale más que el progreso técnico. Porque éste puede ciertamente suministrar, como si dijéramos, el material para la promoción humana, pero no es capaz de hacer por sí solo que esa promoción se convierta en realidad.
De ahí que
la norma de la actividad humana es la siguiente: que responda al auténtico bien del género humano y constituya para el hombre, individual y socialmente considerado, un enriquecimiento y realización de su entera vocación, según el designio y la voluntad divina- Sin embargo, muchos de nuestros contemporáneos parecen temer que una más estrecha vinculación entre la actividad humana y la religión sea un obstáculo a para la autonomía del hombre, de las sociedades o de la ciencia. Si por autonomía de lo terreno entendemos que las cosas y las sociedades tienen sus propias leyes y su propio valor, y que el hombre debe irlas conociendo, empleando y sistematizando paulatinamente, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía, que no sólo reclaman los hombres de nuestro tiempo, sino que responde además a la voluntad del Creador. Pues, por el hecho mismo de la creación, todas las cosas están dotadas de una propia consistencia, verdad y bondad, de propias leyes y orden, que el hombre está obligado a respetar, reconociendo el método propio de cada una de las ciencias o artes. Por esto, hay que lamentar ciertas actitudes que a veces se han manifestado entre los mismos cristianos, por no haber entendido suficientemente la legítima autonomía de la ciencia, actitudes que, por las contiendas y controversias que de ellas surgían, indujeron a muchos a pensar que existía una oposición entre la fe y la ciencia.
Pero, si la expresión "autonomía de las cosas temporales" se entiende en el sentido de que la realidad creada no depende de Dios y de que el hombre puede disponer de todo sin referirlo al Creador, todo aquel que admita la existencia de Dios se dará cuenta de cuán equivocado sea este modo de pensar. La criatura, en efecto, no tiene razón de ser sin su Creador.