sábado, 21 de noviembre de 2020

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Sábado, XXXIII semana

Santo Tomás de Aquino Conferencia sobre el Credo

Adecuadamente termina el Símbolo, resumen de nuestra fe, con aquellas palabras: «La vida perdurable. Amén». Porque esta vida perdurable es el término de todos nuestros deseos. La vida perdurable consiste, primariamente, en nuestra unión con Dios, ya que el mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas: Yo soy tu escudo y tu paga abundante. Esta unión consiste en la visión perfecta: Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. También consiste en la suprema alabanza, como dice el profeta: Allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos. Consiste, asimismo, en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto, el hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice san Agustín: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti». Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto, y, por esto, sus deseos quedarán saciados y tendrán más aún de lo que deseaban. Por esto, dice el Señor: Entra en el gozo de tu Señor. Y san Agustín dice: «Todo el gozo no cabrá en todos, pero todos verán colmado su gozo. Me saciaré de tu semblante; y también: El sacia de bienes tus anhelos».


1)   “Ofrezco todo el sufrimiento que tendré que sufrir por el Señor, por el Papa y por la Iglesia para no tener que estar en el Purgatorio e ir directo al Cielo”Beato Carlo




REFLEXIÓN

El anhelo inextinguible, nos hace ser los del anhelo extinguible hacia lo inextinguible. Porque nos colman los deseos, pero uno es el verdadero deseo que nos acompaña hasta el fin, en la esperanza de, por fin, ser saciado. Con la esperanza de compartir la saciedad propia y de otros, sin tristezas, comparaciones y envidias. Sabremos entonces vivir en coro de alabanza dirigida al totalmente y absolutamente Otro, para siempre.

No hay comentarios: