EL PASTOR PREPARA UNA MESA PARA MI, ES LA COPA QUE REBOSA
Miércoles I
San Bernardo Sermón en el Adviento del Señor 5,1-3
Sabemos de
una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una
venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor
se manifestó en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua él
mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, todos verán la salvación de Dios y
mirarán al que traspasaron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo
los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se
salvan. De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y
debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y, en la última, en gloria y
majestad. Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la
primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última,
aparecerá como nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo. Y
para que nadie piense que es pura invención lo que estamos diciendo de esta
venida intermedia, oídle a él mismo: El que me ama – nos dice– guardará mi
palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. He leído en otra parte: El que
teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama,
porque éste guardará su palabra…
REFLEXIÓN
Las venidas del Señor entre Encarnación y Juicio se
dan en la historia común y corriente, cada vez que caminamos y avanzamos con su
Palabra en lo profundo y entre los que la aceptan y por ella se guían. Nada de
grandes solemnidades y espectáculos. En la sencillez de la existencia va
viniendo el Señor y su salvación, su significado para nuestras vidas.
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