San Andrés apóstol(30 de noviembre)
Romanos 10,9-18
REFLEXIÓN
Si tus labios profesan
que Jesús es el Señor, y tu corazón
cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás
El
exterior y lo profundo e íntimo de
la persona individual debe estar comprometida
con el Kerygma, el mensaje central de
la evangelización, con el Señor Jesús y la obra del Señor Dios su Padre, en él.
Este
compromiso tiene dos desafíos principales:
que sea juzgado aceptable para la
salvación por parte del Señor, Dios nuestro. Y que
motive obras congruas, que correspondan a la profesión.
Si no un signo de interrogación se
abre sobre su validez
y eficacia.
Por eso hasta el fin, nuestra confianza
está en su misericordia, que pondera
nuestra fidelidad.
Ni la confesión exclusivamente es
garantía y seguridad de salvación, ni
las obras, por su lado. Son errores
que constantemente nos rondan, como
polos de una esquizofrenia en la
existencia creyente. A fuerza de
confesiones creemos garantizar la
salvación, porque sentimos alivio. A
fuerza de obras también, porque nos
parece solucionar problemas sociales,
que asumimos aportan salvación radical.
Pero
la salvación, la vida plena en el
Señor, en comunión con Él y su
amistad, es en definitiva un juicio,
frente al cual nos posicionamos en su misericordia y no
en el pago de una confesión o el mérito de una
obra.
Por
la fe del corazón llegamos a la
justificación, y por la
profesión de los labios, a la salvación
En
este versículo hay una estructura
llamativa y no común: la primera
parte de ambas no es sinonimia sino
amplificación, despliegue.
Porque
la “fe del corazón” se amplifica en
su sentido con la “profesión de los labios”.
La
segunda parte sí es sinonimia, porque
“justificación” es una forma de ver
”salvación”.La primera parte alude a totalidad
de la persona: interna y externa, individual y social.
La segunda se enfoca en un sentido
de salvación, como es la justificación.
Ésta
en su origen puede haber tenido un
origen forense, jurídico: una declaración autorizada sobre la
inocencia de alguien como resultado
de un juicio.
Pero
en sentido paulino va más allá: la
recuperación del estado de amistad
con Dios, volver a ser justos. El Señor
nos vuelve a dar su confianza y volvemos a ganar credibilidad para Él.
Puestas en relación la primera y segunda parte del versículo
se puede atisbar un sentido
tal como: haber sido hechos justos
nuevamente en nombre de Jesús atañe
a la totalidad de la persona, incluyendo su proyección social.
"Nadie que
cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es
el Señor de todos, generoso con todos los que
lo invocan
Tal praxis de fe está a disposición
de toda sinceridad sin discriminación.
Es el sentido de la no distinción entre judío y griego.
Hoy en día existe una fuerte inclinación y sensibilidad a enfocar el sentido de fe más allá de la exclusividad en los del propio credo tradicional para tener en cuenta otros credos: también antiguos y hasta nuevos.
Una
explicación sociocultural atribuye
este movimiento de sensibilidad al desgaste de las religiones organizadas tradicionales.
Más
allá de eso lo podemos asumir como
signo de los tiempos que sonoramente
nos inducen a ser receptivos con
otras confesiones de labios, pero con un solo corazón.
¿cómo van a invocarlo si no creen en
él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar
de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar
si no los envían?
Para salvarse en misericordia hay que confesar, creer, oir hablar, oir proclamar, que el que proclama sea enviado. Una cadena de transmisión hasta que el mensaje es recibido. No es suficiente un enviado, sino que debe proclamar. Y a su vez la proclama debe producir un conocimiento, que a su vez puede llegar a suscitar la fe y por esta la salvación. Por lo que entre los extremos del enviado y la salvación, hay condiciones que llenar, todas colgadas de la misericordia del Señor, de su gracia, de su don, de la eficacia de su Espíritu. El operario de la viña del Señor, el evangelizador es un trabajador carismático. Cosa que puede ahogar y opacar una institucionalidad creada por hombres.
Se urge una consecuencia perentoria:
la fe del corazón expresada en los
labios, desde cualquier rincón tiene
que ser comunicada, compartida para
hacer nacer o avivar la fe.
"Señor, ¿quién
ha dado fe a
nuestro mensaje?"
No
debemos inhibirnos de esta proyección
de nuestra fe si no parece despertar
la fe de los que escuchan.
No se nos han dado garantías de que
seremos escuchados. No obstante seguimos
siendo llamados a compartir, porque
es la dinámica de la fe del corazón.
Salmo responsorial: 18
REFLEXIÓN
Sin
que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la tierra
alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su lenguaje
Con
solo abrir los ojos y oidos entra en
nosotros la naturaleza, para dar
oportunidad de convertirse en creación
y en ella un Creador.
Es un camino para llegar a la fe
del corazón y los labios.
La
contemplación para alcanzar amor de
los ejercicios ignacianos, como final
que persiste de ese peregrinar de un
mes, nos dispone a tal contacto de
fe con la creación, para aprender a
comunicar implícita y explícitamente nuestra convicción.
Ese es el sentido de contemplar ignaciano: abrirse ahora a una revelación de la Palabra y contagiarse de la urgencia de compartir.
Mateo 4,18-22
REFLEXIÓN
Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón,
al que llaman Pedro, y a Andrés, su
hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores
Compartir la fe del corazón, comunicarla con los labios y los gestos de solidaridad, son como los encuentros de Jesús con la personas en su tiempo, cuando él veía detenidamente a las personas y estimaba su potencial para el reino más allá de las apariencias.
Esa fe comunicada puede ser para
muchos la experiencia de un Jesús histórico,
hecho presente en medio de las
actuales circunstancias y necesidades.
"Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres."
A menos que la fama de Jesús le precediese ya, y juntarse a él y su caminar fuera una oportunidad de mejoramiento social, la propuesta de Jesús, en frío, resulta un desafío enorme: dejar su medio de vida, el sustento de sus familias, su lugar en la sociedad, hasta su cierta independencia, lo conocido, para irse a lo nuevo, incierto, aventurero. Muy romántico, pero quizás “una locura”, como podrían
decirle sus familias.
Una
transformación de nuestros proyectos
de vida es lo que puede significar
la fe en Jesús de Nazareth.
Entonces las nuevas dimensiones de
nuestra proyección social son insospechadas porque
no sabemos todo lo
que podemos llegar a ser.
Inmediatamente dejaron la barca y
a su padre y lo siguieron
Cuando
esos pescadores entrevieron el
nuevo programa quedaron cautivados
por la brillantez de tal futuro y se
sintieron capaces de desarraigarse y salir de sus apegos.
Eso puede pasar
con nuestra fe.
Que emigremos de nuestra perspectiva
actual con sus prejuicios hacia una
tierra prometida, si compartimos
nuestra fe y atendemos el llamado.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1465639195830013957?s=20
https://x.com/motivaciondehoy/status/1730182001032929590?s=20
COMPARTIR LA PALABRA
Romanos 10,9-18
El dedo en la llaga lo pone Pablo, porque por muy hermoso y significativo que sea la proclamación de la propia Creación sobre la Gloria de Dios, se requiere constantemente la voz humana para llegar a humanos de toda clase y condición, de toda cultura. Sólo a partir de esa comunicación es posible la conversión del corazón. Un efecto que no está asegurado en la voz humana, pero le abre acceso.
Salmo responsorial: 18
Proclamar y pregonar es una misión del todo, porque la Gloria de Dios no se contiene, se desborda. Y es contagioso unirse en la misión de la proclamación.
Mateo 4,18-22
Llamado de Jesús suficientemente perentorio como para dejar inmediatamente las redes. Es como el paradigma del discípulo ideal, que responde prontamente al llamado. Llamados a un cambio de proyecto de vida, menos material, y mas comunicacional. Pero significativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario