Viernes 1 de Adviento
Isaías 29,17-24
REFLEXIÓN
Pronto, muy pronto
Este
sentido del tiempo del profeta nos sienta como ironía desde la perspectiva de
nuestas angustias.
Por eso
hay una bienaventuranza que se relaciona con los que sin ver creen.
Cuál es
la felicidad de la esperanza desnuda que sin recibir aparententemente
anticipaciones de cumplimiento puede mantenerse erguida y sustentadora?
Debe ser
una gracia del Señor que mantiene en su presencia a los espíritus vivificados
por su Espíritu, sin alicientes, ni recompensas, ni dádivas, como se sostiene
un siervo que hace lo que tiene que hacer, sin ningún reconocimiento.
Algo
escandaloso de oir y pensar en nuestro tiempo, cuando el reconocimiento mínimo
es condición sine qua non de crecimiento personal.
Estaríamos
entrando en la fe desnuda, que se fía como Abraham, aunque las condiciones no
dan visos de ningún tipo de cumplimiento.
De qué
se trata todo esto? De alguna forma esto tiene que ver con su Nombre, con su
Gloria, con su Misterio.
Éste
brillará en tiempo oportuno. Y entonces comprenderemos.
Hay un
llamado de testigos que nos precedieron en ese sentido: hallar la felicidad en
el despojo y abandono absolutos, donde sólo queda Él.
Es la
noche oscura del Espíritu, es la tercera manera de humildad, es la soledad de
la montaña.
aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos
de los ciegos
Israel
bíblico aprendió a escuchar a su Dios, primero en la voz de sus enviados y
después en la voz y palabras grabadas en escritos. Un proceso de guardar,
asumir, repetir en circunstancias distintas, e intentar obedecer. Respetó y
aceptó el proceso humano de comunicación como inspirado por el Señor y le dio
culto.
En
nuestros días, tras años de escrutinio del legado bíblico, alejados de la voz
de los enviados del Señor Jesús, se da lugar a criterios minimalistas y
maximalistas sobre esa inspiración de Dios.
Sin
embargo para el creyente sincero y transparente, su fidelidad a la palabra no
entra en angustias, dudas e increencia porque algunos eruditos investiguen el
carácter de esa inspiración hasta quedar en nada, y la Palabra se reduzca a un
vestigio cultural de épocas anteriores.
Las
palabras de la Palabra no se leen.Se escuchan.
Escuchar
implica más que mirar o leer. Se puede leer y no escuchar. Leer y no
comprender. Si no que lo digan los educadores.
El Señor
sabía que se toma un riesgo al dejar que su Espíritu en forma de voz se
escribiera.
Se
trataba de pasar de una cultura oral a otra escrita. Cosas del progreso que no
siempre traen exclusivamente cosas buenas.
Por eso,
y para preservar su Palabra viva, envió profetas que devolvían el aliento a su
Palabra, y por fin en un acto exagerado de compromiso envió a su Hijo para
encarnar su Palabra.
Por lo
tanto escuchar la Palabra no puede pasar de moda, porque es la única forma de
sintonizar con el designio del Señor.
Escucharla
es también poner atención a las encarnaciones que reflejan en la historia en
curso a Jesús de Nazareth, el hombre Palabra.
Porque
no obstante el cansancio que tenemos de hacerle caso a los planes y propuestas
mesiánicos, nos mueve todavía la persona que encarne valores.
Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor, y los más
pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el
cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a
otro en el hablar y, con trampas, al que defiende en el tribunal, y por nada
hunden al inocente."
Sara la
mujer de Abraham se reía de la Promesa de descendencia, por su edad.
La mujer
de Job le echa en cara su lealtad tras el infortunio.
Así le
puede suceder al creyente que al vivir la opresión y la injusticia, le cuesta
creer que algo bueno pueda advenir para los postrados en el mal: sus víctimas.
Así
ocurre con algunos apóstoles que se identifican con las víctimas cuando las
acompañan en su sufrimiento, y pierden la esperanza junto con ellas.
Es algo
crucial: creemos o no, esperamos o no, estamos en una actitud de adviento, de
advenimiento de la salvación, de la liberación?
Quizás
debamos ponernos serios en preguntarnos y no dejarnos adormecer por tanto rito
y devoción rutinaria, cíclica y mercantilizada.
Son los
más pobres los mayormente interesados en sentir y vivir la Palabra como propia
palabra del Señor, porque allí radica su esperanza de justicia y verdad.
Son
ellos quienes mantienen la vigilia de la presencia de la voz del Señor y no los
eruditos que la minimizan, e incluso se predican a sí mismos.
De este
riesgo nos previene Pablo cuando pide a sus comunidades no hacer caso de predicaciones
contrarias.
Quizás
con mente culta, pluralista y relativizadora el erudito actual pretende
disminuir todo poder que no sea el suyo, pero el atentado no es contra una
pieza de museo, que lo parece este mensaje milenario, sino contra la supervivencia
de la justicia al oprimido en esta tierra enseñoreada de opresores.
ya no se sonrojará su cara, pues, cuando vea mis acciones en medio de él,
santificará mi nombre,
Un fruto
de la lectura y escucha de la palabra inspirada es ver las acciones del Señor
en el acontecer de la historia, donde otros sólo ven eventos ideológicamente
concatenados.
Este es
el fruto: un conocimiento más profundo del Señor; en fin de cuentas: lo único
verdaderamente necesario.
La
captación existencial y vivencial del Principio y Fundamento.
Salmo responsorial: 26
REFLEXIÓN
Espera en el Señor, sé valiente, / ten ánimo, espera en el
Señor
Valor!
Es la recomendación del Espíritu en estas festividades.
Ánimo!
Es la exhoración de la Palabra que trae la esperanza.
Rebusquemos
en la memoria los cumplimientos parciales de salvación, para que no caigamos en
la desconfianza.
Dar
testimonio del Señor en este mundo no trata sólo de concertar, ni de sinergia,
sino también de discrepar y afirmar la identidad sentida como auténtica.
Mateo
9,27-31
REFLEXIÓN
dos ciegos seguían a Jesús
Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?"
Para
responder que sí, que creemos que puede Jesús hacer por nosotros, se requiere
que caigamos en cuenta de nuestra necesidad, no de lo que suponemos que es.
Porque
nuestra ceguera puede ser tal que tomemos por necesidad en nuestra existencia
algo que es una consecuencia de la verdadera necesidad.
Así
podemos pedir salud, pero no necesitaremos más bien saber vivir saludablemente?
Porque de qué vale sanar, si vivo insalubremente y vuelvo a enfermar?
Así
podemos pedir bienestar económico, pero si la necesidad es más bien saber vivir
con mi capacidad económica, volveré a la pobreza si vuelvo a derrochar.
Por eso
la pregunta de Jesús es muy importante: creen que puedo curar su ceguera?
Bautizados
en la pascua de Jesús los seguidores de su evangelio del Reino pedimos ver,
cuando accedemos a su palabra.
Ver la
vida, ver la historia, ver el universo y ver su justicia a los empobrecidos,
víctimas indefensas.
Sólo sí
creemos en esa posibilidad, por Jesús de Nazaret y con él.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1466728692739100674?s=20
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