San Basilio Magno Libro sobre el Espíritu Santo 15,35
Nuestro
Dios y Salvador realizó su plan de salvar el hombre levantándolo de su caída y
haciendo que pasara del estado de alejamiento, al que le había llevado su
desobediencia, al estado de familiaridad con Dios. Éste fue el motivo de la
venida de Cristo en la carne, de sus ejemplos de vida evangélica, de sus
sufrimientos, de su cruz, de su sepultura y de su resurrección: que el hombre,
una vez salvado, recobrara, por la imitación de Cristo, su antigua condición de
hijo adoptivo. Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a
Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de
mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice
Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para llegar un día a la
resurrección de entre los muertos.
REFLEXIÓN
El bautismo libremente recibido, no el ritualmente
impuesto, dramatiza la muerte y la resurrección, el quiebre de la vida anterior
y la posterior, la sepultura del hombre viejo y la salida del hombre nuevo. El
don del Espíritu donado con el Bautismo en nombre de Jesús se va mostrando en
todos para ir formando el Cristo Total, y durante la existencia propicia la
constante muerte y resurrección, el paso de la muerte de una vida estéril y al
de una fructífera. Para unos antes, para otros después. Este don se hace sentir
desde la fe, en iluminación, adhesión, identificación con la dimensión de Jesús
muerto y resucitado.
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