Miércoles, XVII semana
San Cirilo de Jerusalén Catequesis 18,23-25
La Iglesia se llama católica o universal
porque está esparcida por todo el orbe de la tierra, del uno al otro confín, y
porque de un modo universal y sin defecto enseña todas las verdades de fe que
los hombres deben conocer, ya se trate de las cosas visibles o invisibles, de
las celestiales o las terrenas; también porque induce al verdadero culto a toda
clase de hombres, a los gobernantes y a los simples ciudadanos, a los
instruidos y a los ignorantes; y, finalmente, porque cura y sana toda clase de
pecados sin excepción, tanto los internos como los externos; ella posee todo
género de virtudes, cualquiera que sea su nombre, en hechos y palabras y en
cualquier clase de dones espirituales. Con toda propiedad se la llama Iglesia o
convocación, ya que convoca y reúne a todos, como dice el Señor en el libro del
Levítico: Convoca a toda la asamblea a la entrada de la tienda del encuentro. Y
es de notar que la primera vez que la Escritura usa esta palabra «convoca» es
precisamente en este lugar, cuando el Señor constituye a Aarón como sumo
sacerdote. Y en el Deuteronomio Dios dice a Moisés: Reúneme al pueblo, y les
haré oir mis palabras, para que aprendan a temerme. También vuelve a mencionar
el nombre de Iglesia cuando dice, refiriéndose a las tablas de la ley: Y en
ellas estaban escritas todas las palabras que el Señor os había dicho en la
montaña, desde el fuego, el día de la iglesia o convocación; es como si dijera
más claramente: «El día en que, llamados por el Señor, os congregasteis».
REFLEXIÓN
Una visión de Iglesia de
la cual sentirse orgullosos y orgullosas, mirada por su potencial salvífico,
por su alcance universal, por su penetración de los misterios que pertenecen al
Misterio Absoluto, por su servicio a todos y todas. Cuándo, dónde y cómo vino
ese sentimiento contrario a la glorificación de la Iglesia, a su misión, a sus
ministros, a sus miembros? Qué factores desencadenaron ese amor lastimero, que
no puede despegarse del lamento por las faltas, los errores, las incapacidades?
Cómo así vino a enfermarse en miembros de la dirigencia, que debían dar
ejemplo, pero dieron escándalo, y dañaron seriamente vidas de personas
vulnerables? Una desolación de tal tamaño tiene que ser meditada profundamente
y por mucho tiempo, a la vez que requiere ir reparando humildemente el
perjuicio a la viña del Señor? Sin atenuantes, sin excusas, con entereza.
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