sábado, 5 de septiembre de 2020

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San León Magno Sermón sobre las bienaventuranzas 95,4-6

Después de hablar de la pobreza, que tanta felicidad proporciona, siguió el Señor diciendo: Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Queridísimos hermanos, el llanto al que está vinculado un consuelo eterno es distinto de la aflicción de este mundo. Los lamentos que se escuchan en este mundo no hacen dichoso a nadie. Es muy distinta la razón de ser de los gemidos de los santos, la causa que produce lágrimas dichosas. La santa tristeza deplora el pecado, el ajeno y el propio. Y la amargura no es motivada por la manera de actuar de la justicia divina, sino por la maldad humana. Y, en este sentido, más hay que deplorar la actitud del que obra mal que la situación del que tiene que sufrir por causa del malvado, porque al injusto su malicia le hunde en el castigo, en cambio, al justo su paciencia lo lleva a la gloria. Sigue el Señor: Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Se promete la posesión de la tierra a los sufridos y mansos, a los humildes y sencillos y a los que están dispuestos a tolerar toda clase de injusticias.



COMENTARIO

Parece deslealtad consigo y los demás no reconocer que llanto y sufrimiento tienen que ver con males presentes en nuestro mundo actual. Parece evasión y ensueños negarlo, incluso no es señal de realismo y pies en la tierra. Para ser bendiciones felices hay que quitarle el automatismo de un silogismo o la conclusión mágica que así debe ser porque fue dicho. Se trata como todo en el anuncio evangélico de un don: el de atravesar felizmente benditos el llanto y la aflicción que nos acompañan en este mundo, y este don nos vacuna contra la desesperación con la esperanza de un régimen alterno y trascendente que excederá tan difícil y problemática existencia en esta realidad.

viernes, 4 de septiembre de 2020

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 22 de tiempo ordinario

1Corintios 4, 1-5

1Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. 2Ahora bien, lo que se requiere además de los administradores es que cada uno sea hallado fiel. 3En cuanto a mí, es de poca importancia que yo sea juzgado por ustedes o por cualquier tribunal humano. De hecho, ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4Porque no estoy consciente de nada en contra mía. Pero no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor. 5Por tanto, no juzguen antes de tiempo, sino esperen hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces cada uno recibirá de parte de Dios la alabanza que le corresponda.

COMENTARIO

vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios

Mediante su palabra y acciones, que comunican salvación.

La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.

Aun aceptando que la conciencia ética sea una voz del Señor, no por ello nos podemos cerrar en ese veredicto, porque puede ser permisivo y esconder la auténtica responsabilidad.

La conciencia ha de trabajarse constantemente para ponerla a tono como voz de Dios y menos como resonancia de nuestros intereses egoístas.

Este trabajo es arduo porque implica la autocrítica permanente como quien no desea ser cómplice del propia crimen y la propia falta.

Nuestro ego brega a defenderse hasta la última gota de sangre y somos para nosotros mismos abogados defensores en vez de fiscales.

Incluso la conciencia puede ser envilecida y auto-engañada.

no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón;

Esta Palabra se ofrece como antídoto a la tendencia vehemente del mundo a juzgar y condenar desde el inicio, sin esperar las pruebas y las evidencias. Y aún entonces por ejecutar sentencias desproporcionadas.

Aun cuando la justcia humana funcione queda flotando la incertidumbre; si fue sana y completa justicia.

No obstante las propias luces de la conciencia seguimos estando en sus manos misericordiosas.

Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios

Porque el mundo se ufana que todo se ha de saber en esta vida, como un logro de la verdad humana.

Frente al descubrimiento de los engaños humanos que se aspiran a conocer mediáticamente, se da una revelación final de los designios del corazón, de las verdaderas intenciones, que nuestras ciencias no atinan a establecer sólidamente.

Es el Señor quien alabará, no dice: condenará.

Sabrá salvar lo bueno que hay en nosotros.

Salmo responsorial: 36

COMENTARIO

Confía en el Señor y haz el bien

confía en él, y él actuará

Apártate del mal y haz el bien

Hacer el bien incansablemente como lo manda la Palabra requiere confiar. Hace el bien quien confía. Quien confía hace el bien. Son dos caras de la misma moneda.

Hacer el bien muestra la calidad de la confianza que tenemos. Si decimos confiar y no hacemos el bien, no confiamos en realidad.

él te dará lo que pide tu corazón

Aunque ni nosotros sepamos formularlo y descifrarlo es el mejor intérprete.

Lucas 5, 33-39

33Ellos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones; los de los Fariseos también hacen lo mismo, pero los Tuyos comen y beben." 34Entonces Jesús les dijo: "¿Acaso pueden hacer que los acompañantes del novio ayunen mientras el novio está con ellos? 35"Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, entonces ayunarán en aquellos días."
36
También les dijo una parábola: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; porque entonces romperá el nuevo, y el pedazo del nuevo no armonizará con el viejo. 37"Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán, 38sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. 39"Y nadie, después de beber vino añejo, desea vino nuevo, porque dice: 'El añejo es mejor.'"

COMENTARIO

"Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber".

 

Juicios como éstos tienen hoy sus réplicas: cuando se juzga mejor persona a quien se manifiesta como activista de causas sociales de diferentes causas.

El hecho de ser activista para ciertos sectores es ya la proclamación de una cuasi-santidad.

O cuando se juzga que los asiduos participantes en liturgias y devociones son ya buenos y merecen el reconocimiento de tales por los demás.

Por eso el Espíritu en nuestro tiempo ha permitido que se cuartee la fachada de presunta santidad y bondad de personas y grupos etiquetados como tal, por los escándalos que se han conocido.

Las iglesias incluso, como organizaciones profesionalmente detentoras del bien y la santidad, han filtrado corrupción e iniquidad.

El ayuno es el duelo por su ausencia cuando se siente, y la fiesta es la celebración de su presencia, también cuando se siente.

Es una forma de vivir la presencia y ausencia escatológica, advertida a través sus señales: consolación y desolación.

¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán

En la existencia hay momentos de celebración de bodas, porque el novio se siente presente. En otros momentos se siente la ausencia. Guardar esos momentos en la memoria, y expresarlos en retiros, en liturgia, ayuda a contrastar y aprender un caminar que conlleva presencia y ausencia, consolación y desolación.

A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo.""

Si la estrategia aconseja que lo nuevo vaya con lo nuevo, tampoco se descarta que lo viejo tenga su encanto.

No parece que lo añejo sea desacreditado, por ser viejo. Tiene su buen gusto, y es hasta preferible.

Pero no debe impedir que lo nuevo venga como lo nuevo y no como viejo o lo viejo como nuevo.

Hoy se habla de que los esquemas han de romperse.

Sí, a condición de que aquello que venga sea nuevo y se reciba como nuevo.

No así lo que aparenta ser nuevo pero es viejo. Y ni siquiera es añejo: sin buen gusto.

La novedad de Jesús y su evangelio nos conduce a nuevas formas de convivialidad.

Y así en nuestra época descreída y escéptica ante los símbolos y signos tradicionales de la santidad, el Espíritu de la Palabra nos urge la sinceridad y la pureza de la intención y la consistencia de la actuación.

Se trata de una nueva relación: escatológica. Es definitiva, es misteriosa.

Pide actitudes nuevas y gestos nuevos e innovadores.

Más allá de la institución eclesial, que puede sentirse retardataria en reconocer la novedad, preocupada como está de fijar límites.

En esta tensión que se crea por la búsqueda de los odres nuevos para el vino nuevo y los odres viejos del vino viejo, llama la atención la posición de algunos que sólo se fijan en las bondades de la creatividad, sin caer en cuenta que re-editan errores antiguos, y que un servicio a la novedad es la vigilancia para no caer en los mismos errores.

Igualmente llama la atención que esta vigilancia, no simpatice y escrute con más benevolencia los intentos por los odres nuevos, y descalifique de partida los intentos realizados.

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