Jueves 29 de tiempo ordinario
Efesios 3, 14-21
14Por esta causa, pues, doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, 15de quien recibe nombre toda
familia en el cielo y en la tierra. 16Le ruego que El les conceda a
ustedes, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder
por Su Espíritu en el hombre interior; 17de manera que Cristo habite
por la fe en sus corazones. También ruego que arraigados y cimentados en amor, 18ustedes sean capaces de
comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la
profundidad, 19y de conocer el amor de Cristo
que sobrepasa el conocimiento, para que sean llenos hasta la medida de toda la
plenitud de Dios.
20Y a Aquél que es poderoso para
hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el
poder que obra en nosotros, 21a El sea la gloria en la
iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los
siglos. Amén.
COMENTARIO
Doblo las rodillas ante el Padre
El nuevo nombre de Dios:
Padre. El verdadero, ante quien se puede doblar las rodillas, sin temer una
alienación, o falsedad.
el Padre, de quien toma nombre toda familia
en el cielo y en la tierra
La
Palabra nos convoca a creer que pertenecemos al Padre y en Él formamos una
familia. La única familia para siempre.
Eterno
es un concepto que nos suena a refrigeración. Algo que se congela para que dure
y nos sirva más adelante.
Pero más
bien traduce una realidad sin tiempo como el histórico, que permanece y no se
deteriora. Porque nuestra experiencia humana, incluso la preciada familia de
carne y sangre se deteriora, mínimamente con el desenlace de los miembros.
Así no
es exacto hablar de Dios y su existencia para los que escuchamos la Palabra,
sino de la familia del Padre a la que pertenecemos.
Nuestro
Dios, antes que absoluto, misterio, Creador incluso, es Padre de familia.
Cuando
la fe arraiga por el don del Espíritu, nos instalamos en una pertenencia que
transforma nuestro espíritu en un familiar. Dejamos de ser huérfanos,
expósitos, arrimados, excluídos.
Y cuando
la fe es viva, se manifiesta en la práctica de la fraternidad. Hace lo que
puede para que toda persona experimente la familiaridad del Señor.
robusteceros en lo profundo de vuestro ser
En la
era del furor por el crecimiento personal, esta bendición constituye un aporte
del beneficio de la fe en Jesús.
Un
robustecimiento raizal, fundamental, que brota desde lo más hondo y se brinda
como un servicio al crecimiento de otros.
Cristo habite por la fe en vuestros
corazones
No el
corazón sentimental, ni la profundidad del ego-centrismo, sino en el sí mimo
(self), la armonía e integralidad profunda, que se da por la gracia e inhabitación
de Cristo Jesús.
el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento
El amor,
lo más nombrado pero el menos comprendido, como lo sine qua non del designio
humano y divino.
Es motor
y es meta, es medio y es fin. Es como el cielo en la tierra, un goce en medio
de la limitación y finitud, una vida con crucifixión. Una fortaleza en la
debilidad, una verdad en la precariedad que surge del engaño que nos rodea. Una
experiencia de la ambivalencia y la ambigüedad, pero con un fondo de esperanza
y firmeza que surge desde lo más íntimo y nos convence de una presencia amorosa
y afianzadora.
lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo
alto y lo profundo
Son esta
visiones las que nos alcanzan la serenidad incluso en el terreno social, porque
todo se ve a la luz del designio al que somos llamados y participamos desde ya.
Muchas
de las manifestaciones sociales actuales que claman por sus derechos, echan de
ver la desesperación y la necesidad que tienen de arribar a la visión de fe
compartida para luchar por el designio.
Salmo responsorial: 32
COMENTARIO
el plan del Señor subsiste por siempre
El
designio del Señor está abierto siempre a nuestra participación. A cualquier
hora podemos enrolarnos. Una y otra vez. Es lo que nos enseña la parábola de
los jornaleros que eran contratados a toda hora y se les pagaba a todos lo
mismo.
De
nuestra parte, si vivimos por la fe el don de la familiaridad, estamos en la
obligación de ayudar a ingresar en este designio a quien nos aproximemos.
Lucas 12, 49-53
49"Yo he venido para echar fuego sobre la tierra, y ¡cómo quisiera que
ya estuviera encendido! 50"Pero de un bautismo
tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51"¿Piensan que vine a dar
paz en la tierra? No, les digo, sino más bien división. 52"Porque desde ahora en
adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra
tres. 53"Estarán divididos el
padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la
hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra."
COMENTARIO
No se
trata de una imagen clásica de Jesús, en cuanto que ésta da cuenta de división,
no de unión, con el ejemplo de una familia de cinco miembros y dividida.
La causa
de Jesús, es para uno que se sumerge en ella, fuego, bautismo.
Qué
tiene el fuego? Transforma por combustión, no sin antes arruinar.
Qué
tiene el bautismo de inmersión? Transforma por lavado, no sin antes ahogar.
No se
puede contar con un lecho de rosas, ni una comprensión o aceptación
generalizada en un mundo globalizado.
No
brinda la paz de la quietud donde todo esté junto.
No por
lo menos mientras estamos en proceso de evangelizar, lo cual es mientras
vivamos en este mundo.
Dar
frutos de gracia y vida, no asegura una paz definitiva, sino que engendra
también división, hasta de los más cercanos.
Porque
la experiencia vivida de Jesús no transcurre como un domingo de ramos, sino que
se aboca a un viernes santo con esperanza de un domingo de resurrección.
Un
hombre que pasó haciendo el bien, y a quien multitudes lo seguían para saciar
el hambre y curar sus enfermedades, no pudo sustraerse de la conspiración del
poder que acobardó a los seguidoreAbrir bien los ojos es necesario al
evangelizador para que nos sorprenda de los giros de oposición que encontrará,
incluso entre sus más allegados.
En el
fondo la familia del Padre es un medio de contraste, sobre el que se discierne
toda otra familiaridad.
Por eso
cabe la posibilidad de división dentro de la familia de carne y sangre.
Jesús lo
vivió en carne propia, cuando hizo valer por encima de los lazos familiares
buenos, el designio del Padre al que estaba uncido.
Es la
prueba o bautismo de toda fe: una fidelidad testimoniada en la coyuntura
histórica precisa, más al Padre que a cualquier otro designio, por más armonía
familiar que signifique.
Este
testimonio es doloroso. Rasga los vínculos más entrañables del ser humano.
Pero no
se puede detener porque quema desde dentro y debe ser propagado.
Trae
división, pero en Juan pide que sean uno el Padre y él. División en la unión
del mundo y unión en la familia del cielo. Aun lo más sagrado –la familia
humana -se trasciende.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1319240489145651202?s=20