viernes, 23 de julio de 2021

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 16 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Éxodo 20,1-17



REFLEXIÓN

Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud

La Palabra nos dona sus mandamientos que hemos cifrado en una catequesis de diez.

No ha sido una creación absoluta por parte de este grupo humano hebreo que los proclama, porque la historia de las culturas y religiones ofrece ciertas semejanzas y paralelos con otras normativas y costumbres.

Pero ésta nos viene de parte de una Palabra que se identifica más que, con un nombre de cuatro consonantes, con el recuerdo de una acción redentora que favoreció a los escuchas.

Ese memorial es ya un programa de vida de calidad y de alto nivel: caminar en libertad y dejar atrás la esclavitud. Cualquiera.

Sin este memorial narrativo no se puede entender el espíritu de los mandamientos, sean diez, veinte o uno.

El Creador le dice al hombre y mujer lábiles que también han sido liberados de la esclavitud.

Son así portadores de un ethos de libertad de toda esclavitud.

Eso ayuda a entender porque todo hombre y mujer, en cualquier tiempo y lugar, eventualmente se sacude con espasmos de rebeldía. Es que fue creado-creada y redimido-redimida criatura libre.

Las generaciones que educan a las que les preceden han caído en dos escollos al educar esa libertad: la han reprimido o la han relajado, pero pocos han enseñado a discernir el punto viable.

Salmo responsorial: 18



REFLEXIÓN

La ley del Señor es perfecta / y es descanso del alma; / el precepto del Señor es fiel / e instruye al ignorante.

Los mandatos del Señor son rectos / y alegran el corazón; / la norma del Señor es límpida / y da luz a los ojos.

La voluntad del Señor es pura / y eternamente estable; / los mandamientos del Señor son verdaderos / y enteramente justos

Y así todo cobra sentido respecto del espíritu de los mandamientos en el Designio de la Palabra.

Él procura devolvernos siempre la libertad no obstante nuestra tendencia a perderla.

Y a nuestra generación le ha fallado la estrategia educativa de la libertad con la generación que viene subiendo, en vista del cúmulo de rebeldías y esclavitudes de nuestro tiempo.

Mateo 13,18-23



REFLEXIÓN

Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.

Requerimos de la consideración constante de la Palabra a fin de entenderla antes que nos al arrebaten de nuestra atención.

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.

Requerimos persistir en la reflexión de la Palabra en medio de la tribulación para que eche raíces profundas en nuestro ser y existir.

Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril

Requerimos un estilo de vida pobre para que nuestro corazón no se afane en la posesión y acumulación de riquezas materiales y mantener a flote su Palabra de salvación.

Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno

Se trata de un proceso, éste de los mandamientos y el designio de libertad, que pasa por varias etapas: escuchar, entender y dar fruto.

En la actualidad las encuestas y sondeos no preguntan a la gente si escuchan y cuántos lo hacen. Es una introspección y autocrítica que valdría la pena.

Tampoco abrimos espacio para que los escuchas expresen cuánto y qué han entendido. Es que da tanto miedo preguntar cuando no se entiende, para evitar ser descalificado y puesto aparte.

Hay preguntas que no se quieren ni escuchar por los prejuicios que cargamos: por qué desconfiamos de los de piel negra, roja, o de un color distinto al blanco? Por qué preferimos al que paga más que al que no tiene mucho? Por qué nos repele y distancia gente con costumbres culturales diferentes a las nuestras?

Tenemos miedo a dónde iremos a parar si se permite todo. Es decir, reprimimos para no relajarnos. O nos relajamos porque no nos importa.

Y por último la etapa de dar fruto también la expresa Jesús como algo diverso y según la calidad de las tierras.

Pero en nuestro tiempo de búsqueda de excelencias, no es admisible cualquier producto o nivel de producción.

Nos satisface poco el nivel logrado por algunos y competimos para superarlo y opacarlo, no para aceptarlo.

Requerimos trabajar la tierra de nuestro corazón para que se mantenga buena y fértil y produzca frutos y así nos alejaremos de su dureza y esterilidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1418534057332383750?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Viernes, XVI semana

San Agustín Confesiones 10,32,68-70



 Señor, el verdadero mediador que por tu secreta misericordia revelaste a los humildes, y lo enviaste para que con su ejemplo aprendiesen la misma humildad, ese mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, apareció en una condición que lo situaba entre los pecadores mortales y el Justo inmortal: pues era mortal en cuanto hombre, y era justo en cuanto Dios. Y así, puesto que la justicia origina la vida y la paz, por medio de esa justicia que le es propia en cuanto que es Dios destruyó la muerte de los impíos al justificarlos, esa muerte que se dignó tener en común con ellos. ¡Oh, cómo nos amaste, Padre bueno, que no perdonaste a tu Hija único, sino que lo entregaste por nosotros, que éramos impíos! ¡Cómo nos amaste a nosotros, por quienes tu Hijo no hizo alarde de ser igual a ti, al contrario, se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz! Siendo como era el único libre entre los muertos, tuvo poder para entregar su vida y tuvo poder para recuperarla. Por nosotros se hizo ante ti vencedor y víctima: vencedor, precisamente por ser víctima; por nosotros se hizo ante ti sacerdote y sacrificio: sacerdote, precisamente del sacrificio que fue él mismo. Siendo tu Hijo, se hizo nuestro servidor, y nos transformó, para ti, de esclavos en hijos. Con razón tengo puesta en él la firme esperanza de que sanarás todas mis dolencias por medio de él, que está sentado a tu diestra y que intercede por nosotros; de otro modo desesperaría.

REFLEXIÓN

Son muchos los callejones sin salida que se nos presentan en la existencia, y en los que la tentación es la desesperación. Ella no llegaría a ocupar un lugar de interés permanente si impetramos y activamos en nosotros una firme esperanza, de que sanará todas nuestras dolencias, no importa cuán recónditas o desahuciadas sean.

 Porque muchas y grandes son mis dolencias; sí, son muchas y grandes, aunque más grande es tu medicina. De no haberse tu Verbo hecho carne y habitado entre nosotros, hubiéramos podido juzgarlo apartado de la naturaleza humana y desesperar de nosotros. Aterrado por mis pecados y por el peso enorme de mis miserias, había meditado en mi corazón y decidido huir a la soledad; mas tú me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos.

REFLEXIÓN

 

Ante la llamada incisiva de la desesperación en una coyuntura cualquiera, habría que levantar la vista al recordatorio , a la memoria, de quien murió por todos, y así abrirse humildemente a la posibilidad de la salida victoriosa, por quien venció la muerte por la vida para siempre.

He aquí, Señor, que ya arrojo en ti mi cuidado, a fin de que viva y pueda contemplar las maravillas de tu voluntad. Tú conoces mi ignorancia y mi flaqueza: enséñame y sáname. Tu Hijo único, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer, me redimió con su sangre. No me opriman los insolentes; que yo tengo en cuenta mi rescate, y lo como y lo bebo y lo distribuyo y, aunque pobre, deseo saciarme de él en compañía de aquellos que comen de él y son saciados por él. Y alabarán al Señor los que le buscan.