jueves, 21 de julio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 16 de tiempo ordinario

Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13



REFLEXIÓN

Recibí esta palabra del Señor

En la concatenación cotidiana de lecturas y reflexiones podemos bajar imperceptiblemente la sensibilidad de la conciencia suficientemente crítica o madura, y caer en el automatismo que asume esta actividad como inspirada.

Debemos ponernos en alerta y en guardia contra esa presunción, porque sabemos que somos un campo de fuerzas y no todas movidas por la pureza de intención, o dicho de otra forma: por el amor de ágape, fraternal.

Hoy en día se puso de moda la certificación, la acreditación de unas organizaciones por otras de mayor éxito, eficacia y calidad.

Nosotros en nuestro vivir corriente ansiamos una especie de acreditación para vernos con crédito suficiente en lo que emprendamos. También en nuestras expectativas de sentido y significado de la existencia, anhelamos vernos acreditados, justificados.

Por eso creemos que la palabra que leemos es la Palabra inspirada por Dios y la moción que sentimos al calor de ella, es también inspirada por su Espíritu.

Así nos lo confirma Ignacio en las reglas de discernimiento de los ejercicios espirituales, pero en conciencia crítica: abriéndose a la posibilidad del auto-hetero-engaño, y de la búsqueda egoísta del propio interés.

Los profetas como Jeremías plasmaron sus oráculos y también sus seguidores, como si de la voz de Dios se tratase.

Pero las circunstancias concretas e históricas de la entrega de esa voz y palabra, con sus malosentendidos, incomprensiones y persecuciones, ponían a prueba la fortaleza de esa presupuesta inspiración.

Así nosotros en nuestro peregrinar de fe, sólo podremos ir convenciéndonos y convenciendo de su inspiración a la Palabra, en la medida que vivamos y atravesemos con esa fe las contingencias adversas y desafiantes de la existencia.

Los sacerdotes no preguntaban: '¿Dónde está el Señor?', los doctores de la ley no me reconocían, los pastores se rebelaron contra mí, los profetas profetizaban por Baal, siguiendo dioses que de nada sirven.

Cómo puede la fe acreditarse, justificarse como inspirada con tales conductas indignas personales y colectivas?

No solo blasfemamos con la palabra sino también con nuestras acciones y omisiones.

Me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua

La belleza literaria de este versículo es su único comentario y reflexión.

Salmo responsorial: 35



REFLEXIÓN

en ti está la fuente viva

Con la abundancia de contaminación de las fuentes de agua, se echa de menos las fuentes de agua viva como un bien preciado.

Nuestra contaminación ambiental es una metáfora de nuestra corrupción social. Alcanzaremos a reciclarnos y regenerarnos en espíritu, para volver al gozo del agua viva pura?

De parte del Señor de la vida sí, porque es la fuente de la eterna juventud. De parte nuestra no sabemos.

Mateo 13, 10-17



REFLEXIÓN

Por qué les hablas en parábolas?

se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no

Una concesión que aboga el primado del don de Dios.

Suena horrible a nuestros oídos igualitarios de hoy. Es como discriminar: unos sí y otros no. Cómo compaginarlo con el relato sencillo de las parábolas, apto para el público común?

Hay que tener en cuenta las necesidades propias de las comunidades en las que brota el relato del evangelista para no sentirnos tan desobordados por la paradoja:

transparencia del anuncio de salvación vs. Selectividad y elitismo.

Quizá en el proceso de fe de las comunidades no faltaron quienes creían tener asegurado el sentido correcto del mensaje evangélico y prescindían de la comunión fraterna.

Entonces al cabo ellos eran los que no entendían el verdadero sentido. Porque la Palabra como don del Padre se ha entregado a la fe que se plenifica en comunidad de fe.

Y como partícipe de esa comunidad de fe se encuentra el aporte del magisterio apostólico. El cual también puede perder el rumbo del sentido verdadero si se desgaja de la comunidad fraterna.

Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene

Una ley de la conservación de la energía que funciona hacia su aumento, no su disminución, a partir del tener fe.

está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo les cure.

Terrible pero posible

Entender las parábolas, como antiguamente la profecía de los profetas, require convertirse al amor fraterno.

¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron."

La bienaventuranza o felicidad de vivir la fe como don y tarea.Porque la buena nueva es felicidad para los que la conquistan.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1550077754598739970?s=20&t=OyHAZYFTwMMhFDImLqPWeA

 

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Jueves, XVI semana

San Ambrosio Comentario sobre los salmos 43,89-90:

¿Por qué nos escondes tu rostro? Cuando estamos afligidos por algún motivo nos imaginamos que Dios nos esconde su rostro, porque nuestra parte afectiva está como envuelta en tinieblas que nos impiden ver la luz de la verdad. En efecto, si Dios atiende a nuestro estado de ánimo y se digna visitar nuestra mente, entonces estamos seguros de que no hay nada capaz de oscurecer nuestro interior. Porque, si el rostro del hombre es la parte más destacada de su cuerpo, de manera que cuando nosotros vemos el rostro de alguna persona es cuando empezamos a conocerla, o cuando nos damos cuenta de que ya la conocíamos, ya que su aspecto nos lo da a conocer, ¿cuánto más no iluminará el rostro de Dios a los que él mira? En esto, como en tantas otras cosas, el Apóstol, verdadero intérprete de Cristo, nos da una enseñanza magnífica, y sus palabras ofrecen a nuestra mente una nueva perspectiva. Dice, en efecto: El Dios que dijo: «Brille la luz del seno de la tiniebla» ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo. Vemos, pues, de qué manera brilla en nosotros la luz de Cristo. Él en efecto, el resplandor eterno de las almas, ya que para esto lo envió el Padre al mundo, para que, iluminados por su rostro, podamos esperar las cosas eternas y celestiales, nosotros que antes nos hallábamos impedidos por la oscuridad de este mundo. ¿Y qué digo de Cristo, si el mismo apóstol Pedro dijo a aquel cojo de nacimiento: Míranos? Él miró a Pedro y quedó iluminado con el don de la fe; porque no hubiese sido curado si antes no hubiese creído confiadamente. Si ya el poder de los apóstoles era tan grande, comprendemos por qué Zaqueo, al oír que pasaba el Señor Jesús, subió a un árbol, ya que era pequeño de estatura y la multitud le impedía verlo. Vio a Cristo y encontró la luz, lo vio y él, que antes se apoderaba de lo ajeno, empezó a dar lo que era suyo

REFLEXIÓN

Como nadie puede subsistir sin la luz del rostro de Dios iluminado sobre nosotros, en la aparente oscuridad, así el Espíritu nos vuelve a Cristo que ilumina con su rostros el misterio del Padre Dios, y lo  ilumina por las buenas obras de sus enviados . De ahí que cuando afligidos por la oscuridad clamamos que nos ha escondido su rostro, hagamos el esfuerzo de buscar en la fraternidad la luz que echamos de menos.