martes, 27 de septiembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 26 de tiempo ordinario

Año Par

Job 3, 1-3. 11-17. 20-23



REFLEXIÓN

¿Por qué dio luz a un desgraciado y vida al que la pasa en amargura, al que ansía la muerte que no llega y escarba buscándola más que un tesoro, al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir sepultura, al hombre que no encuentra camino porque Dios le cerró la salida?"

La Palabra asume la amargura humana en su radicalidad. Nada de lo que podamos pensar o decir la aleja y le es extraña. Asume todo lo que el ser humano destila en su amargura y lo que exulta en su alegría, porque el Señor es su fuente de energía.

Quizá no se tome como un consuelo pero saberlo y asumirlo permite vivir el acompañamiento del Señor, siempre al pie de nosotros.

Nada de esto nos quita la autodeterminación pero sí nos aporta la humanización que implica no sentirse solo en el universo.

En lo profundo de nosotros está la Palabra inspirando la apertura al designio sobre el universo y la historia. Sólo apropiarlo calma por ratos la inquietud congénita que acompaña a todo hombre y mujer que viene a este mundo.

El sentimiento en este momento, una vez más, aunque sea por poco tiempo, es de hartura, irritación, abominación de una situación de dependencia y aferramiento de algún tipo.

Salmo responsorial: 87



REFLEXIÓN

inclina tu oído a mi clamor

ya me cuentan con los que bajan a la fosa

Sentimos tener el existir de un envejecido que se va inclinando a tierra, en ciertas ocasiones.

Tengo mi cama entre los muertos, / como los caídos que yacen en el sepulcro, / de los cuales ya no guardas memoria, / porque fueron arrancados de tu mano

Ir a la nada, ser nada. Ser borrado de la mente del Creador es el extremo de la desdicha para el humano lleno de presagios de significativos en su existencia.

No nos resignamos nunca a ser una sombra de la que no se acuerdan y cuyo esfuerzo y sueños terminen en el vacío.

La novedad de Jesús reside básicamente en la oferta inédita y única que se da a la humanidad por parte de la Palabra: el Señor no nos olvidará, viviremos para siempre.

Lucas 9,51-56



REFLEXIÓN

De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?" Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

Nada de revanchas ni de castigos ni de desquite.

Sencillamente, cambio de rumbo. Ya se sabe que allí no se les acepta.

Por encima de cualquier enojo está la verdad del designio: salvar hombres en continuidad de Jesús.

En algunos manuscritos se añade en el v.55:

"No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos".

Cómo hemos querido acabar con el adversario de todo tipo, para afirmar nuestra idea y afirmarnos con ella.

Un Espíritu de Jesús es la gloria que tenemos junto al Padre, que se prodiga a todo hermano desde este mundo.

Estamos llamados a contribuir con la vida, no a pulverizarla en alguien distinto.

No por las apariencias de la tolerancia y la convivencia, que son motivos frágiles, sino porque todos estamos llamados a la fraternidad de los hijos del Señor.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1574732713617424384?s=20&t=aCfTXEs8VXKVJNV1Lc7JVA

BEATO CARLO

 

De los Escritos de san Vicente de Paúl, presbítero.
(Carta 2.546: «Correspondance, entretiens, documents», París 1922-1925, 7)
 
EL SERVICIO A LOS POBRES HA DE SER PREFERIDO A TODO

 

Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que con frecuencia son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me envió a evangelizar a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.

 Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención a los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo para todos. Por lo cual todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.

 El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.

 Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.