miércoles, 16 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

MIÉRCOLES 19 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Deuteronomio 34,1-12



REFLEXIÓN

Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás en ella

Un siervo leal e íntimo como Moisés llega al final de su misión cumplida con creces, para ser notificado que no es parte del cumplimiento de la promesa.

Parece cruel, hasta un maltrato por parte de su Señor y Dios, a quien dedicó su existencia.

Jesús, según lo que creemos y confesamos sí experimenta la plenitud de la promesa, en la vida nueva con la que el Señor lo resucita.

Se especula mucho sobre la posible falta de fe de Moisés cuando da agua al pueblo, golpeando una roca.

Especular sobre las causas que determinan al Señor en sus decisiones, aunque calman nuestro razonar, oscurecen el filo mediante el cual la Palabra nos interpela.

Porque la Palabra revela el Misterio Trascendente del Señor. Es la nota característica de su inspiración. Y en lo que nos comunica y a quién comunica, tal Misterio Trascendente no puede sino producir asombro, cuestionamiento y deconstrucción de nuestra lógica habitual.

Hacemos lo mejor, acogiéndola, amándola y respetándola en su originalidad como expresión de nuestra fe esperanzada.

nadie ha conocido el lugar de su tumba

Expresiones de este tipo pueden dar a entender que el personaje no murió, y pasó al seno del Señor. También se dice de Elías.

En el caso de Jesús se dan relatos de encuentro con el Resucitado y de testigos. Esto lo pone aparte en cuanto a calidad de la Revelación.

Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió a hacer en Egipto contra el Faraón, su corte y su país; ni en la mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel.

Nuestros hermanos en el judaísmo hasta nuestros días hacen descansar su fe en Moisés y su misión, basados en esta convicción.

Por eso el mensaje del Nuevo testamento en el que Moisés es superado por Jesús, es un escándalo y tropiezo. Hemos de comprenderlo.

Salmo responsorial: 65



REFLEXIÓN

Decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras

Expresiones como éstas son las que nos brotan al experimentar el Misterio Trascendente e interpelante de su Palabra.

Literalmente nos deja sin palabra, sin aliento, porque nos rebasa.

Algo así se puede entender en los dotados de atributos místicos, porque manifiestan la desubicación que produce la presencia de la Palabra en nuestras vidas.

Mateo 18,15-20



REFLEXIÓN

Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano

Si observáramos un procedimiento semejante para tramitar nuestras diversidades y desencuentros, quizá sería mayormente viable la armonía y el entendimiento en nuestras comunidades de vida, desde la familia hasta el trabajo.

Un procedimiento que nos aleja de las decisiones que se toman al calor de las pasiones y los prejuicios, y donde se respeta a los demás en su defensa.

Pero los medios nos tienen acostumbrados al juicio condenatorio fácil y ligero, basados en evidencias que no se comprueban, muchas veces.

Así la opinión pública y común va deslizándose a fundamentalismos y extremismos que conducen a la violencia.

todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo

Un adagio legal propio de la sabiduría israelita y que hace suya la comunidad cristiana judía.

Se muestra un cuerpo de quien se espera que defina y tome decisiones. Aunque no gusten las mismas.

La influencia de una mentalidad alternativa iconoclasta en nuestros días dificulta esta actitud de aceptación de las decisiones de cualquier cuerpo cuya misión sea la definición.

Esta mentalidad que mira malas intenciones y corrupción en toda decisión de autoridad corroe la estabilidad de las sociedades y comunidades y nos acerca a la anarquía.

donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

En cambio una comunidad que se pone de acuerdo para orar, hace viable otros acuerdos y concertaciones.

Porque al orar nos hacemos vulnerables en nuestro corazón a la fe y las buenas obras, signo de la presencia del Señor entre nosotros.

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Deuteronomio 34,1-12

Hay líderes que en medio del reconocimiento general, no son propiamente reconocidos por otros de poder, dejando en la penumbra la imperfección notoria o no de su existencia. Así Moisés quien se entregó y desvivió por Dios, no es compensado con entrar sino solo contemplar la tierra prometida. En ese sentido, fue solidario de las generaciones que vagaron por el desierto antes de entrar. La gloria de Dios es parte de su Misterio en la realización de sus siervos.

Salmo responsorial: 65

Sin embargo es más lo que se celebra y glorifica de su ministerio que lo que lo oscurece. Tanto el juicio como la gloria de Dios pertenecen a su Misterio de amor y misericordia.

Mateo 18,15-20

Pero juzgar entre nosotros y celebrar las glorias no nos pertenecen solamente a nosotros sino que se dejan sentir en la morada de Dios. En forma igual ? Esa es la distancia entre nuestra perspectiva humana y la de Dios. Se conectan pero no son simétricas. La recomendación de orar juntos para que se presente el Señor en medio alienta la esperanza en la misericordia para que el juicio definitivo de Dios no sea muy diferente del nuestro.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



Miércoles, XIX semana
San Agustín Comentario sobre los salmos 47, 7

Lo que habíamos oído lo hemos visto. ¡Oh bienaventurada Iglesia! En un tiempo oíste, en otro viste. Oíste en el tiempo de las promesas, viste en el tiempo de su realización; oíste en el tiempo de las profecías, viste en el tiempo del Evangelio. En efecto, todo lo que ahora se cumple había sido antes profetizado. Levanta, pues, tus ojos y esparce tu mirada por todo el mundo; contempla la heredad del Señor difundida ya hasta los confines del orbe; ve cómo se ha cumplido ya aquella predicción: Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Y aquella otra: Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Mira a aquel cuyas manos y pies fueron traspasados por los clavos, cuyos huesos pudieron contarse cuando pendía en la cruz, cuyas vestiduras fueron sorteadas; mira cómo reina ahora el mismo que ellos vieron pendiente de la cruz. Ve cómo se cumplen aquellas palabras: Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia de postrarán las familias de los pueblos. Y, viendo esto, exclama lleno de gozo: Lo que habíamos oído lo hemos visto. Con razón se aplican a la Iglesia llamada de entre los gentiles las palabras del salmo: Escucha, hija, mira: olvida tu pueblo y la casa paterna. Escucha y mira: primero escuchas lo que no ves, luego verás lo que escuchaste. Un pueblo extraño –dice otro salmo– fue mi vasallo; me escuchaban y me obedecían. Si obedecían porque escuchaban es señal de que no veían. ¿Y cómo hay que entender aquellas palabras: Verán algo que no les ha sido anunciado y entenderán sin haber oído? Aquellos a los que no habían sido enviados los profetas, los que anteriormente no pudieron oírlos, luego, cuando los oyeron, los entendieron y se llenaron de admiración. Aquellos otros, en cambio, a los que habían sido enviados, aunque tenían sus palabras por escrito, se quedaron en ayunas de su significado y, aunque tenían las tablas de la ley, no poseyeron la heredad. Pero nosotros, lo que habíamos oído lo hemos visto. En la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Aquí es donde hemos oído y visto. Dios la ha fundado para siempre. No se engrían los que dicen: El Mesías está aquí o está allí. El que dice: Está aquí o está allí induce a división. Dios ha prometido la unidad: los reyes se alían, no se dividen en facciones. Y esta ciudad, centro de unión del mundo, no puede en modo alguno ser destruida: Dios la ha fundado para siempre. Por tanto, si Dios la ha fundado para siempre, no hay temor de que cedan sus cimientos.

REFLEXIÓN

La evidencia del cumplimiento de las promesas en su tiempo fue Jesús: predicando y actuando, muriendo y resucitando. Él mismo entendió que después la evidencia costaría mucho más para la entrega de la fe, porque elevo a rango de bienaventuranza creer después que él y su generación hubieran desaparecido. Hoy estamos en un período particularmente difícil para l evidencia de fe por la cultura positivista y tecnológica, pero somos igualmente bienaventurados si creemos.