lunes, 9 de octubre de 2023

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Lunes, XXVII semana
San Ambrosio Tratado sobre Caín y Abel 1,9,34.38-39

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. Alabar a Dios es lo mismo que hacer votos y cumplirlos. Por eso, se nos dio a todos como modelo aquel samaritano que, al verse curado de la lepra juntamente con los otros nueve leprosos que obedecieron la palabra del Señor, volvió de nuevo al encuentro de Cristo y fue el único que glorificó a Dios, dándole gracias. De él dijo Jesús: No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios. Y le dijo: «Levántate, vete: tu fe te ha salvado». Con esto el Señor Jesús en su enseñanza divina te mostró, por una parte, la bondad de Dios Padre y, por otra, te insinuó la conveniencia de orar con intensidad y frecuencia: te mostró la bondad del Padre, haciéndote ver cómo complace en darnos sus bienes, para que con ello aprendas a pedir bienes al que es el mismo bien; te mostró la conveniencia de orar con intensidad y frecuencia, no para que tú repitas sin cesar y mecánicamente fórmulas de oración, sino para que adquieras el espíritu de orar asiduamente. Porque, con frecuencia, las largas oraciones van acompañadas de vanagloria, y la oración continuamente interrumpida tiene como compañera la desidia. Luego te amonesta también el Señor a que pongas el máximo interés en perdonar a los demás cuando tú pides perdón de tus propias culpas; con ello, tu oración se hace recomendable por tus obras

REFLEXIÓN

La oración, cualquiera forma que adopte, tiene una sede: el corazón, el centro del Santo de los Santos en nuestra persona, no únicamente en nuestra dimensión interna sino en la totalidad de nuestra existencia libre y voluntaria. Allí donde nos rendimos, nos confesamos con sinceridad y lealtad, donde nos entregamos sin reservarnos nada, donde fraguamos en medio de muchos conflictos a veces, la buena acción, el seguimiento generoso, la dedicación que se olvida de sí mismo, donde permanece el reino de Dios en nosotros, lejos del amor propio, querer e interés.


domingo, 8 de octubre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

domingo 27 de tiempo ordinario

Isaías 5,1-7



REFLEXIÓN

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña

En nombre de mi amado(yadid).

esperó que diese uvas, pero dio agrazones

Después de darle tanto cuidado el resultado no correspondió con fruto.

La Parábola muestra el amor de Dios por su pueblo, su cuidado incesante y su expectativa de ser correspondido.

No es el énfasis más utilizado en el discurso humano sobre el absoluto: cómo nos ama y espera que correspondamos.

Su poder se autolimitó porque nos concedió la potestad de corresponder aun contra Él.

El Señor de Israel se hace como un amante desdeñado.

Pero a fuerza de amor nos irá conquistando. Un amor más fuerte que la muerte.

sed jueces entre mí y mi viña

Juzguen de forma objetiva, sobre la calidad de esta relación.

Qué haríamos si somos desdeñados? Amar más u llenarnos de rencor y desquite.

¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones?

El Señor expresa en el profeta y sus registros poéticos un gran dolor, decepción, y hasta confusión: por qué le pagan tan mal?

Cuando nos adentramos en este drama permanente que se plantea entre el Señor y nosotros, puede darse una afectación de vergüenza por nuestra parte, porque una vez sensibilizados ante nuestra falta de correspondencia, emerge un malestar, una incomodidad con nosotros mismos.

Se entiende que algunos testigos amantes del Señor como Teresa de Ávila, muriera de amor, por llevar en sus entrañas el dolor de Dios.

Jesús, el sí de Dios, nos rescata de esta vergüenza, y quizás hasta ni nos demos cuenta, porque no nos cocemos suficientemente en la captación de nuestra poca generosidad.

voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen

Una reacción de desquite justificada pero que tampoco permanece definitivamente, porque el amor primero que le llevó a dar cuidado a la viña, siempre vuelve.

Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.

Espera siempre que recapacitemos.

Salmo responsorial: 79



REFLEXIÓN

la trasplantaste

La vid puede estar en cualquier suelo, buscando la mejor cosecha.

ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó

el pueblo fiel como resto ora así por los demás que no entendemos.

Filipenses 4,6-9



REFLEXIÓN

Nada os preocupe: la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús

Como una ciudadela frágil y vulnerable, quizás deleznable en su importancia, pero estable en el Señor, custodiada por Él.

Mateo 21,33-43



REFLEXIÓN

cuando vuelva el dueño de la viña

No se trata del fruto o cosecha, sino del robo de la viña por parte de los encargados y contra el dueño.

"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?

El resultado es paradójico: la viña que se pretendían robar, seguirá siendo de su dueño original, y más bien se eliminará a los que pretendían usurparla.

El Señor seguirá con su viña buscando cosecha, amándola. Los cuidanderos será nuevos, a ver si resultan

https://x.com/motivaciondehoy/status/1710976792230605227?s=20

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Isaías 5,1-7

No se trata de perder una propiedad de Dios y usurpar su dominio. Sino de la ingratitud de la falta de correspondencia a quien generosamente se entrega para beneficiarnos. Su hijo sin embargo prolonga esa entrega y no actúa ningún desquite sino que él corresponde por nosotros, a la espera de que nos sumemos a su misión.

Salmo responsorial: 79

Se dan acontecimientos que señalan la posibilidad de perder el custodio del pueblo para dar fruto. y apuntan a una pérdida de la paz. Se impone una vigilancia

Filipenses 4,6-9

Hacer lo virtuoso y meritorio conduce a la Paz de Dios, que es un don que custodia lo profundo de nosotros desde donde damos gracias y oramos

Mateo 21,33-43

Se constata en la historia de la salvación una usurpación de propiedad y dominio de Dios por parte de los seleccionados para liderar hacia los objetivos del Reino. Ante tal despropósito es inevitable el reemplazo. Esto se da cuando lo que parecía el obstáculo principal para adueñarse de lo de Dios, su hijo, es eliminado pero se convierte en su propia muerte. La Resurrección del crucificado es un revés definitivo a esa usurpación.