martes, 16 de enero de 2024

BEATO CARLO

SU TESTIMONIO DE AMISTAD FUE POR LA CARIDAD

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios.
(Cap. 49-50: Funk 1, 123-125)
¿QUIÉN SERÁ CAPAZ DE EXPLICAR EL VÍNCULO DE LA CARIDAD DIVINA?

El que posee la caridad de Cristo que cumpla sus mandamientos. ¿Quién será capaz de explicar debidamente el vínculo que la caridad divina establece? ¿Quién podrá dar cuenta de la grandeza de su hermosura? La caridad nos eleva hasta unas alturas inefables. La caridad nos une a Dios, la caridad cubre la multitud de los pecados, la caridad lo aguanta todo, lo soporta todo con paciencia; nada sórdido ni altanero hay en ella; la caridad no admite divisiones, no promueve discordias, sino que lo hace todo en la concordia; en la caridad hallan su perfección todos los elegidos de Dios y sin ella nada es grato a Dios. En la caridad nos acogió el Señor: por su caridad hacia nosotros, nuestro Señor Jesucristo, cumpliendo la voluntad del Padre, dio su sangre por nosotros, su carne por nuestra carne, su vida por nuestras vidas.

Ya veis, amados hermanos, cuán grande y admirable es la caridad y cómo es inenarrable su perfección. Nadie es capaz de practicarla adecuadamente, si Dios no le otorga este don. Oremos, por tanto, e imploremos la misericordia divina, para que sepamos practicar sin tacha la caridad, libres de toda parcialidad humana. Todas las generaciones anteriores, desde Adán hasta nuestros días, han pasado; pero los que por gracia de Dios han sido perfectos en la caridad obtienen el lugar destinado a los justos y se manifestarán el día de la visita del reino de Cristo. Porque está escrito: Anda, pueblo mío, entra en los aposentos y cierra la puerta por dentro; escóndete un breve instante mientras pasa la cólera; y me acordaré del día bueno y os haré salir de vuestros sepulcros.

Dichosos nosotros, amados hermanos, si cumplimos los mandatos del Señor en la concordia de la caridad, porque esta caridad nos obtendrá el perdón de los pecados. Está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay falsedad. Esta proclamación de felicidad atañe a los que, por Jesucristo nuestro Señor, han sido elegidos por Dios, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén

lunes, 15 de enero de 2024

PALABRA COMENTADA

Lunes 2 de tiempo ordinario

Año Par

1Samuel 15, 16-23



REFLEXIÓN

¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que obedezcan al Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que grasa de carneros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación

Se insiste en la matriz agravada de todo pecado, injusticia o desviación: la desobediencia.

Desde el relato de Adán y Eva, éste es el eje en torno al cual sea alinean todos los pecados.

La perfidia en esta ocasión es la apariencia de cumplimiento de la voluntad del Señor, haciendo lo contrario.

La falta de radicalidad en seguir el mandato, y la abundancia de propio y autónomo criterio, pero en nombre del Señor.

Así el mandato era no tomar nada de botín. Y el camuflaje hipócrita fue tomar botín para el sacrificio en el templo.

Docilidad, obediencia, radicalidad en la escucha: no echar mano de los despojos. No ese excusable echar mano con la excusa de ofrecer lo mejor en sacrificio

En la vida corriente constantemente nos vemos desafiados por la amistad con el Señor y el trabajo por el Reino a tomar decisiones de acuerdo a su designio.

Y con frecuencia nos enredamos, nos hacemos complejos, mensos y sordos, para oscurecer el mandato y cumplir a medias.

San Ignacio de Loyola en los ejercicios espirituales llamó a esta postura segundo binario. Equivale a traer a Dios a nuestros oscuros intereses haciendo ver que se cumple con Él.

Es la sutileza del engaño por hacer el bien. Porque si fuera el perjuicio fácilmente se evitaría.

Se podría decir que esta tipología la constituye la malicia de los buenos, pero no de los mejores.

Por ello en la espiritualidad ignaciana el bien es el bien mayor, la mayor gloria, la tercera manera de humildad, el tercer binario. No se satisface con el bien cualquiera, sino con el que es voluntad de Dios.

Es importante comprender que esta radicalidad no debiera ser una carrera de frustraciones, por reprimir o suprimir aquello bueno que nos agrada para vivir una vida de calidad.

Tal amargura y masoquismo es una caricatura del itinerario hacia la perfección del Padre.

Más bien la vida del que busca y encuentra el mayor bien discernido por amor y Espíritu es una de gozo, paz, serenidad y ágape. Para una conducta libre de apegos tóxicos que gana en libertad.

Salmo responsorial: 49



REFLEXIÓN

El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

El sacrificio vivo de Jesucristo es el agradable al Padre. La obediencia del hijo que cumple la voluntad del Padre, es el sacrificio vivo, la acción de gracias requerida. Cuando ésta se da, la celebración eucarística, memoria de la acción de gracias de Jesús, es significativa y comunica el don de Dios. Es o se hace sacramento.

Porque en la eucaristía-rito-misa tenemos la oportunidad del sacramento, que sólo en obediencia de fe cristalizamos.

Marcos 2,18-22



REFLEXIÓN

los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno

En esa cultura, y en otras de nuestro tiempo, ayunar era y es bueno. Ayuda también a la salud.

¿Por qué los tuyos no?

Los discípulos de Jesús, en ese medio, se veían como fuera de lugar, peculiares y no tradicionales. Su estilo escandalizaba y cuestionaba por un sentido más vinculante.

¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras está con ellos?

A quién se le ocurre ayunar en un banquete de bodas? No tiene sentido.

En el Reino vivimos un banquete de fraternidad, y debemos compartir los bienes. Un ayuno no tiene sentido en el Reino. Excepto en los momentos de ausencia del novio.

Rompe Jesús con el orden viejo y en odres nuevos echa el vino nuevo: no ayuna, sino que celebra porque ya es la boda y aquí está el novio. Jesús es dócil a la voluntad de Dios y no contemporiza con el orden viejo, no tiene por qué ayunar.

Recuerda los binarios, en particular el segundo. Los que vivimos haciendo mezclas entre el orden viejo y el orden nuevo, y dañamos los dos. Juan bautista fue coherente con su orden viejo, y fue grande, pero pequeño en el orden nuevo.

Cómo estamos? Con o sin novio. Se lo llevaron en la Ascensión. Pero permanece en el Espíritu del Resucitado dentro de su pueblo. Ayunamos o no? Estamos con el novio o no? Se trata de nuestra condición escatológica que implica un sí pero todavía no. Caminamos entre valles y colinas, consolaciones y desolaciones. El ayuno dependerá de la vivencia de ausencias y presencias del novio en nuestra existencia.

Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán

Jesús fue llevado en su muerte y el duelo los embargó. Nosotros que vivimos la presencia del Espíritu de Jesús vivo, no tenemos por qué ayunar. Cuando advertimos que se ausenta, entonces sí debemos ayunar, para apresurar su venida. 

En la espiritualidad Ignaciana, cuando nos encontramos en desolación debemos movernos e insistir en combatir esa desolación hasta que vuelva el consuelo. Es el momento del ayuno. Durante la consolación, vivimos un banquete y no ayunamos.

Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos 

En este vino nuevo de la existencia tras Jesús, no sacrificamos a nadie ni a nada, sino que como víctimas nos ofrecemos y así celebramos al novio.

La novedad por excelencia es Jesús, el novio.

En la medida que la vivencia de fe mantenga viva su presencia, no tiene sentido ayunar, porque es fiesta.

Sólo en su ausencia tiene sentido ayunar.

En la vivencia de consolación, se experimenta según Ignacio en los ejercicios espirituales, una fiesta de presencia para la fe.

No se cambia uno por nadie, ni hay tentación rastrera que penetre.En la desolación, la situación sicológica-espiritual de duelo y abandono, es cuando se recomienda el ayuno y la penitencia como una forma de llamar de nuevo a la presencia del Espíritu de Jesús.

En momentos de consolación, don del Señor, es cuando mejor se entiende el sentido del sacerdocio de acción de gracias de Jesús, y la misión mesiánica de la autocrítica y la solidaridad.

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1Samuel 15, 16-23 

Salmo responsorial: 49 

Marcos 2, 18-22