miércoles, 5 de junio de 2024

Miércoles 9ª semana de tiempo ordinario

2Timoteo 1,1-3.6-12

REFLEXIÓN

Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia

Por convicción. No por otro motivo más fuerte. En una cultura creyente dominante no es fácil de probar esa convicción. Hoy que hay un extendido prejuicio contra el creyente y parece mejor y más congruente la postura agnóstica, puede sentirse una mayor dificultad en esa convicción.

reavives edon de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos

Dado el don, nuestra responsabilidad es avivarlo. Es un mensaje tradicional especialmente en S.Ignacio de Loyola. El avivamiento consiste en liberarnos de los impedimentos para que el don actúe la transformación. Si yo mirara mis impedimentos que parecen estar a la vista los resumiría en mis apegos(en el derrotero de mi herida por abandono afectivo), y egoísmos(en mi comodidad frente a la desinstalación que trae el compromiso) y omisiones(en la cobardía frente a los riesgos de perder el prestigio y la seguridad y de descuirme quién soy).

porque Dios no nos ha dado un espíritu cobardesino un espíritu de energía, amor y buen juicio

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios

destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio

sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio

A estas alturas de mis 66 años (falta un 6 para el anticristo) podría decir que por cierta huella en el servicio al evangelio hay un encargo, al que no siempre he sido fiel:maestro de conciencias. Quizás en esto no me he mostrado tan corrupto como hubiera podido, porque Su asistencia ha sido más poderosa.

Salmo responsorial: 122

REFLEXIÓN

Como están los ojos de los esclavos / fijos en las manos de sus señores

esperando su misericordia


Marcos 12,18-27

REFLEXIÓN

no entendéis la Escritura ni el poder de Dios

Totaliter aliter: el totalmente otro

Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo

Ni hombre ni mujer en Cristo. Nos afanamos tanto por la diversidad hasta convertirla en divisiones. La diversidad es riqueza, la división ruina. En la diversidad puedo migrar para la visión de totalidad, no así en la división, pues muero en mi localidad cerrada.

No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados saduceos


motivaciondehoy


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Miércoles 9ª semana de tiempo ordinario

2Timoteo 1,1-3.6-12

Salmo responsorial: 122

Marcos 12,18-27

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Gregorio Magno Tratados morales sobre Job 23,23-24

Escucha mis palabras, Job, presta oído a mi discurso. Esta es la característica propia de la manera de enseñar de los arrogantes, que no saben inculcar sus enseñanzas con humildad ni comunicar rectamente las cosas rectas que saben. En su manera de hablar se pone de manifiesto que ellos, al enseñar, se consideran como situados en el lugar más elevado, y miran a los que reciben su enseñanza como si estuvieran muy por debajo de ellos, y se dignan hablarles no en plan de consejo, sino como quien pretende imponerles su dominio. A estos tales les dice, con razón, el Señor, por boca del profeta: Vosotros los habéis dominado con crueldad y violencia. Con crueldad y con violencia dominan, en efecto, aquellos que, en vez de corregir a sus súbditos razonando reposadamente con ellos, se apresuran a doblegarlos rudamente con su autoridad. Por el contrario, la verdadera enseñanza evita con su reflexión este vicio de la arrogancia, con tanto más interés cuanto que su intención consiste precisamente en herir con los dardos de sus palabras a aquel que es el maestro de la arrogancia. Procura, en efecto, no ir a obtener, con una manera arrogante de comportarse, el resultado contrario, es decir: predicar a aquel a quien quiere atacar, con santas enseñanzas, en el corazón de sus oyentes. Y, así, se esfuerza por enseñar de palabra y de obra la humildad, madre y maestra de todas las virtudes, de manera que la explica a los discípulos de la verdad con las acciones, más que con las palabras

REFLEXIÓN

Hay una rebelión generalizada contra la autoridad, venga de donde venga, ya no se puede ocultar. Un fenómenos universal, reprimido cada vez más violentamente y con sangre, porque ha ido creciendo sin parar. Y es que la autoridad del que enseña se ensaña quien obedece y aprende, y toda la ristra de maestros de todo tipo, de educadores de todo nivel, laicos y religiosos, hemos cometido más de una vez la falta de enseñar para reprimir, y aconductar, no para hacer pensar y reflexionar.

De ahí que Pablo, hablando a los tesalonicenses, como olvidándose de la autoridad que tenía por su condición de apóstol, les dice: Os tratamos con delicadeza. Y, en el mismo sentido, el apóstol Pedro, cuando dice: Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere, enseña que hay que guardar en ello el modo debido, añadiendo: Pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia. Y, cuando Pablo dice a su discípulo: De esto tienes que hablar, animando y reprendiendo con autoridad, no es su intención inculcarle un dominio basado en el poder, sino una autoridad basada en la conducta. 

REFLEXIÓN

El magisterio apostólico con el tiempo se contaminó de las maneras reales, y enseñó a vasallos ignorantes, más que a hermanos ansiosos de conocimiento. 

En efecto, la manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya que la enseñanza pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras. Por tanto, lo que le aconseja no es un modo de hablar arrogante y altanero, sino la confianza que infunde una buena conducta. Por esto, hallamos escrito también acerca del Señor: Les ensenaba con autoridad, y no como los escribas y fariseos. Él, en efecto, de un modo único y singular, hablaba con autoridad, en el sentido verdadero de la palabra, ya que nunca cometió mal alguno por debilidad. Él tuvo por el poder de su divinidad aquello que nos comunicó a nosotros por la inocencia de su humanidad.

Jesús no rehuyó el título de maestro, pero rehusó ser identificado con los que recibían reverencia en las plazas, y primeros lugares en las comidas. Su autoridad de práctica de vida se sobrepuso a los que imponían la suya con poder de imposición.