viernes, 12 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 14 de tiempo ordinario

Oseas 14, 2-10



REFLEXIÓN

"Perdona del todo la iniquidad, recibe-benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano."

Una pregunta de cuño nitzcheano nos atormenta: somos una raza los humanos cuya divinidad sólo se muestra amorosa cuando estamos en las malas?

Porque según Nietzche y otros de pensamiento parecido, el ser cristiano con su herencia bíblica, es de sufrimiento y debilidad. No parece digno de los seres humanos tal reducción a la inferioridad.

Prometeo o Job: parece el dilema.

Pero si asumimos como creyentes la Palabra y su salvación, tenemos que superar este pensar malicioso que arroja sombras de sospecha sobre las buenas intenciones del Señor.

Hemos de remontarnos hasta la primera de las alianzas: la creación y constatar el designio inicial de su libre iniciativa al asociarnos a su empresa. Nuestro destino es la felicidad, el crecimiento, la plenitud.

Es el Principio y Fundamento ignaciano que se pone como la piedra fundacional de nuestra fe. 

Los males, los fracasos, las injusticias son nuestra responsabilidad, al menos en parte.

La maravilla que enfatiza la Palabra es la persistencia del designio, a pesar de nuestra postración. Por eso el huérfano, la viuda, el extranjero como símbolos de ausencia de protección y de existencias truncadas son enfática e insistentemente atendidas por la solicitud amorosa del Señor. 

Porque su compromiso con nuestra plenitud, va más allá de nuestra postración, para repararla, asistirla y seguirle dando viabilidad.

Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos

Más bien lo fuerte del problema es entender por qué nuestra libertad se ejerce con tanta limitación y conflicto. Por qué soy responsable incluso de lo que ni me acuerdo, o ignoro? Por qué, aun en forma de omisión, establezco solidaridad con la injusticia, el daño a otros, también sin querer? Por qué hago el mal que no quiero, como dice Pablo en Romanos.

Al tratar de responder este escándalo que somos para nosotros mismos, podemos contaminar la relación con el Señor, echando culpa al inocente. De ello es muestra la pasión y muerte de Jesús.

¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos."

Justos son entonces los que caminan a pesar de este escándalo, confiando y no sospechando maliciosamente, ni echando culpas al Señor.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Te gusta un corazón sincero, / y en mi interior me inculcas sabiduría

La sabiduría de mantenerse en colaboración con el designio no obstante el escándalo de nuestra libertad sitiada.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme;

Porque caminar como justos que confían en el Señor requiere de firmeza. 

Atender las situaciones de inocentes dañados por las culpas de la sociedad, también requiere firmeza.

Mateo 10, 16-23



REFLEXIÓN

 "Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.

así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles

Sagaz (fronimos) inteligente, que sopesa las cosas desde una percepción profunda que implica la emocionalidad. 

Sería la actitud del que discierne los espíritus, pondera, usa de sensatez.

Inocente (akereios) simple, sin complicaciones, sincero,intachable. 

Hoy diríamos: sin trastienda, sin doble vida, sin agenda. 

El caminar del justo no es fácil, ni suave, porque implica una destreza de navegante, siempre alerta a los posibles escollos, de día y de noche.

No es sagacidad (fren) visceral, para hacer el mal, sino para percibirlo y evitarlo.

Se distingue de sofos (perspicacia como habilidad adquirida) y de sunetos (sabio por reflexión o arrogante en mal sentido).

(Akeraios) es inocente, simple, transparente, intachable, sincero, de una pieza.

Nuestro tiempo es obsesivo con la demostración de transparencia reducida a la esfera de la honradez económica.

Como los fariseos, que cuelan el mosquito y tragan el camello, se preocupan menos de la integridad en la solidaridad con el necesitado.

en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

No estamos solos sino acompañados del Espíritu para que convirtamos nuestro caminar en martirio, en testimonio, que desde nuestra construcción de fe, anime a otros a construir en fe y esperanza.

el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Creedme, no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre".

Perseverar(hupomeno) es endurecerse para aguantar. 

Pero en cosas del Espíritu no se trata de puños y dientes cerrados, sino de dejarse llevar y confiar más en la fuerza que nos viene que la que podamos producir.

La perseverancia se gesta en el conflicto que puede afectar hasta el núcleo familiar, lugar donde se tiene el refugio humano más seguro.

No se trata de entregarse al martirio a la primera. La huída también es preservar la vida, y por lo mismo hacer la voluntad de Dios, hasta que el Señor quiera.

No se trata de pavimentar con masacrados la vía hacia la utopía, en nuestro caso: el reino de Dios.

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Viernes 14 de tiempo ordinario

Oseas 14, 2-10

Salmo responsorial: 50

Mateo 10, 16-23

SAN CARLO ACUTIS

BEATO CARLO

 

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios.
              (Cap. 50, 1--51, 3; 55, 1-4: Funk 1, 125-127. 129)


DICHOSOS NOSOTROS SI HUBIÉRAMOS CUMPLIDO LOS MANDAMIENTOS DE DIOS EN LA CONCORDIA DE LA CARIDAD

Ya veis, queridos hermanos, cuán grande y admirable cosa es la caridad, y cómo no es posible describir su perfección. ¿Quién será capaz de estar en ella, sino aquellos a quienes Dios mismo hiciere dignos? Roguemos, pues, y supliquémosle que, por su misericordia, nos permita vivir en la caridad, sin humana parcialidad, irreprochables. Todas las generaciones, desde Adán hasta el día de hoy, han pasado; mas los que fueron perfectos en la caridad, según la gracia de Dios, ocupan el lugar de los justos, los cuales se manifestarán en la visita del reino de Cristo. Está escrito, en efecto: Entrad en los aposentos, mientras pasa mi cólera, y me acordaré del día bueno y os haré salir de vuestros sepulcros.

Dichosos nosotros, queridos hermanos, si hubiéremos cumplido los mandamientos de Dios en la concordia de la caridad, a fin de que por la caridad se nos perdonen nuestros pecados. Porque está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuya boca no se encuentra engaño. Esta bienaventuranza fue concedida a los que han sido escogidos por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea dada gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Roguemos, pues, que nos sean perdonadas cuantas faltas y pecados hayamos cometido por asechanzas de nuestro adversario, y aun aquellos que han encabezado sediciones y banderías deben acogerse a nuestra común esperanza. Pues los que proceden en su conducta con temor y caridad prefieren antes sufrir ellos mismos y no que sufran los demás; prefieren que se tenga mala opinión de ellos mismos, antes que sea vituperada aquella armonía y concordia que justa y bellamente nos viene de la tradición. Más le vale a un hombre confesar sus caídas, que endurecer su corazón.

Ahora bien, ¿hay entre vosotros alguien que sea generoso? ¿Alguien que sea compasivo? ¿Hay alguno que se sienta lleno de caridad? Pues diga: «Si por mi causa vino la sedición, contienda y escisiones, yo me retiro y me voy a donde queráis, y estoy pronto a cumplir lo que la comunidad ordenare, con tal de que el rebaño de Cristo se mantenga en paz con sus ancianos establecidos.» El que esto hiciere se adquirirá una grande gloria en Cristo, y todo lugar lo recibirá, pues del Señor es la tierra y cuanto la llena. Así han obrado y así seguirán obrando quienes han llevado un comportamiento digno de Dios, del cual no cabe jamás arrepentirse.

Selección de las Sentencias de los Padres y de los relatos de Juan Mosco y otros autores

(Patericon 142b: CSCO, Scriptores Aethiopici, t. 54, 62-64)

Considérate pecador si quieres llegar a ser justo

Dijo el sabio: El que oculta su crimen no prosperará, el que lo confiesa y se enmienda será compadecido. Soporta la iniquidad y el mundo lo tendrá por ignominia. El corazón del Señor se fija en los soberbios para humillarlos. La humildad es objeto de una misericordia eterna.

Hazte pequeño en todo quehacer humano y te exaltará sobre los príncipes del mundo; sea modesto tu talante ante cualquier hombre, y

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adelántate a saludarlos como a personas importantes. Quien se cree superior por su sabiduría, será considerado pequeño ante los hombres, aunque sea realmente sabio y docto, y es sabio sólo para sí mismo por sus descubrimientos. Dichoso quien se presta para cualquier trabajo, pues será exaltado sobre todos.

El que por el Señor se humilla y ante el Señor se empequeñece, da gloria al Señor; el que por el Señor padece hambre y sed, lo colmará de bienes; el que por el Señor reparte consuelo, lo vestirá de ornamentos gloriosos; el que es pobre y se aflige por el Señor, Dios lo consolará con aquellas verdaderas riquezas.

Desprecia tu vida a causa del Señor, para que tu fama se difunda —sin tú saberlo— por todos los días de tu vida. Considérate pecador si quieres llegar a ser justo. Sé humilde en tu propia sabiduría y no te jactes de tu saber. Frecuenta el trato de los buenos para, por su medio, acercarte al Señor. Cultiva la compañía de los humildes para que aprendas su modo de vivir.

Conviene que el monje tenga el corazón siempre preparado para cualquier obra celestial y que jamás dé cabida a la tristeza en sus pensamientos. Quien siembra entre espinas nunca llegará a cosechar: ya se pierde su alma con ese su afán de sobresalir, de acumular y con toda clase de malas obras. Los ojos del Señor se fijan en los humildes. La oración del humilde pasa directamente de la boca al oído. El espíritu de servicio y la humildad hacen al hombre Dios en la tierra. La fe y la misericordia pronto florecen en sabiduría.

Dichosos los que, por amor del Señor, se sumergen en las tribulaciones, sin ira ni tristeza: al desaparecer éstas, inmediatamente consiguen la salvación, acogidos al puerto de la Divinidad y se dirigen a la casa de Dios por el camino de las buenas obras, donde descansan de sus fatigas y gozan del fruto de su esperanza. Los que corren en alas de la esperanza no se sienten acobardados por las tribulaciones del camino ni desisten de la búsqueda. Y cuando finalmente salen del mar, contemplan y alaban al Señor que los ha salvado de la perdición y de una multitud de dificultades que ellos desconocían, pues nunca pensaron en hacer una exhibición.

Mejor es morir por el Señor que vivir en la ignominia y en la impotencia. Piensa siempre en lo que sucederá después de la muerte, y nunca en tu alma tendrá cabida la debilidad. Opta por hacer el bien según el Señor, y

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accederás a él. No te dejes seducir por el doble de corazón y sigue tu camino confiando en la gracia del Señor, no sea que te esfuerces en vano. Abriga en tu corazón la firme seguridad de que el Señor es misericordioso y que otorgará su gracia a los que lo buscan, y no en la medida de nuestras obras, sino según la medida de nuestro amor y de nuestra fe, como dice la Escritura: Que se cumpla lo que has creído.