domingo, 4 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 18 de tiempo ordinario

Éxodo 16,2-4.12-15



REFLEXIÓN

"¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad."

La decisión humana causa gozo y expansión pero también melancolía por lo que se dejó, por la renuncia. 

Se cumple aquello de que más vale bueno conocido que mejor por conocer.

La seguridad de lo anterior nos sigue haciendo señales para retornar, mientras caminamos en la novedad de la vida nueva del Señor.

Así es la conquista y agonía de nuestra liberación y salvación.

lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no

A su lado en su reino quiere un pueblo resuelto y fiel. Que cada día viva su nutrición como lo único necesario. Que vivamos colgados de su vivificación.

Al verlo, los israelitas dijeron: "¿Qué es esto?" Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Es el pan que el Señor os da de comer."

Las contingencias de la existencia desde la perspectiva de fe en la Palabra se tornan en oportunidades de vida con el Señor. Oportunidades, coincidencias y casualidades son los términos de los que viven del esquivo horóscopo y la caprichosa suerte.

Son providencia amorosa para quienes esperan la ayuda para que la propia iniciativa trabaje por la superación y mayor calidad de la existencia.

Salmo responsorial: 77





REFLEXIÓN

lo que nuestros padres nos contaron, / lo contaremos a la futura generación

El sentido de la tradición es aquello que cada generación recibe como un paquete para su potencialidad vital en el despliegue de la existencia.

Hoy no se aprecia mucho porque la mentalidad excesivamente suspicaz ha ido creciendo hasta hacerse una mala hierba, y la tradición no se mira como una potencialidad, sino como la corrupción heredada.

Como si la corrupción se detuviera y se conjurara por señalarla en otros, sin autocrítica.

les dio un trigo celeste

Bella y feliz expresión, simbólica de un orden gratuito que el mercado no puede dominar.

El trigo celeste requiere del Espíritu Santo para saberlo adquirir y consumir. Es la carne de Jesús: su historia, su mensaje, su llamado, su entrega, su gloria.

Efesios 4, 17.20-24



REFLEXIÓN

abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

En nuestra ilusionada juventud de la conversión es posible que hayamos sido tomados por el ideal romántico y la ilusión de que ya estábamos convertidos.

Pero con el tiempo y las coyunturas históricas que nos devuelven a nuestra verdadera estatura, podemos aprender que vivimos un proceso de conversión y renovación, que cada día hay que reafirmar.

Cada día abandonamos el hombre viejo, la corrupción; hacemos frente a los deseos seductores y nos disponemos a revestirnos de justicia y santidad.

Cada día debemos y podemos examinar este logro.

Juan 6,24-35



REFLEXIÓN

Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios."

Muchas luchas sociales de inspiración evangélica se conforman y satisfacen con el pan que regalan.

Se olvidan que la solidaridad busca inspirar un espíritu de lucha, de dignidad para caminar con autonomía, sin tutelajes paternalistas.

"La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado."

Cada día nuestra conversión consiste en buscar respuesta concreta a la fe en Jesús el enviado.

"Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed."

Aprenderemos que la respueta concreta no se reduce a comer sacramentalmente a Jesús, como una magia antropófoga o la participación de un totem.

Más bien es la apertura al mundo y a la historia con la perspectiva de fe para identificar y encontrar las oportunidades de la providencia amorosa, del designio del Señor.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1421789335372935168?s=20


motivaciondehoy


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Domingo 18 de tiempo ordinario

Éxodo 16,2-4.12-15

Salmo responsorial: 77

Efesios 4, 17.20-24

Juan 6,24-35

SAN CARLO ACUTIS DE ASÍS

BEATO CARLO

 SAN CARLO ACUTIS DE ASÍS




Del comentario de san Ambrosio de Milán, obispo, sobre el salmo 118
(Sermón 18, 26-29: PL 15, 1461-1463)
Cristo bebió mis amarguras para darme la suavidad de su gracia

Soy pequeño y despreciable, pero no olvido tus decretos. Dispongo de la augusta participación de los sacramentos celestiales. Ahora me cabe el honor de participar de la mesa celestial; mis banquetes ya no los riega el agua de la lluvia, no dependen de los productos del campo, ni del fruto de los árboles. Para mi bebida no necesito acudir a los ríos ni a las fuentes: Cristo es mi alimento, Cristo es mi bebida; la carne de Dios es mi alimento, y la sangre de Dios es mi bebida. Para saciarme, ya no estoy pendiente de la recolección anual, pues Cristo se me ofrece diariamente.

No tendré ya que temer que las inclemencias del tiempo o la esterilidad del campo me lo disminuya, mientras persista en una diligente y piadosa devoción. Ya no deseo que descienda sobre mí una lluvia de codornices, que antes provocaban mi admiración; ni tampoco el maná, que antes prefería a todos los demás alimentos, pues los padres que comieron el maná siguieron teniendo hambre. Mi alimento es tal que si uno lo come no pasará más hambre. Mi alimento no engorda el cuerpo, sino que fortalece el corazón del hombre.

Antes consideraba maravilloso el pan del cielo, pues está escrito: Les dio a comer pan del cielo. Pero no era aquel el pan verdadero, sino sombra del futuro. El Pan del cielo, el verdadero, me lo reservó el Padre. Descendió para mí del cielo aquel pan de Dios, que da vida a este mundo. Este es el pan de vida: y el que come la vida no puede morir. Pues ¿cómo puede morir quien se alimenta de la vida?

¿Cómo va a desfallecer quien posee en sí mismo una sustancia vital? Acercaos a él y saciaos, pues es pan; acercaos a él y bebed, pues es la fuente; acercaos a él y quedaréis radiantes, pues es luz; acercaos a él y seréis liberados, pues donde hay el Espíritu del Señor, hay libertad; acercaos a él y seréis absueltos, pues es el perdón de los pecados. ¿Me preguntáis quién es éste? Oídselo a él mismo, que dice: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed. Le habéis oído, le habéis visto y no habéis creído en él: por eso estáis muertos; creed al menos ahora, para que podáis vivir. Del cuerpo de Dios brotó para mí una fuente eterna; Cristo bebió mis amarguras para darme la suavidad de su gracia.