Martes, XIV semana
San Agustín
Comentario sobre los salmos 32,29
Hermanos,
os exhortamos vivamente a que tengáis caridad no sólo para con vosotros mismos,
sino también para con los de fuera, ya se trate de los paganos, que todavía no
creen en Cristo, ya de los que están separados de nosotros, que reconocen a
Cristo como cabeza, igual que nosotros, pero están divididos de su cuerpo.
Deploremos, hermanos, su suerte, sabiendo que se trata de nuestros hermanos. Lo
quieran o no, son hermanos nuestros. Dejarían de serlo si dejaran de decir:
Padre nuestro. Dijo de algunos el profeta: A los que os dicen: «No sois
hermanos nuestros», decidles: ·«Sois hermanos nuestros». Atended a quiénes se
refería al decir esto. ¿Por ventura a los paganos? No, porque, según el modo de
hablar de las Escrituras y de la Iglesia, no los llamamos hermanos. ¿Por
ventura a los judíos, que no creyeron en Cristo? Leed los escritos del Apóstol,
y veréis que, cuando dice «hermanos» sin más, se refiere únicamente a los
cristianos: Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?, o ¿por qué desprecias a tu
hermano? Y dice también en otro lugar: Sois injustos y ladrones, y eso con
hermanos vuestros. Ésos, pues, que dicen: «No sois hermanos nuestros», nos
llaman paganos. Por esto, quieren bautizarnos de nuevo, pues dicen que nosotros
no tenemos lo que ellos dan. Por esto, es lógico su error, al negar que
nosotros somos sus hermanos. Mas, ¿por qué nos dijo el profeta, Decidles: «Sois
hermanos nuestros», sino porque admitimos como bueno su bautismo y por esto no
lo repetimos? Ellos, al no admitir nuestro bautismo, niegan que seamos hermanos
suyos; en cambio, nosotros, que no repetimos su bautismo, porque lo reconocemos
igual al nuestro, les decimos: Sois hermanos nuestros. Si ellos nos dicen:
«¿Por qué nos buscáis, para qué nos queréis?», les respondemos: Sois hermanos
nuestros
REFLEXIÓN
En tiempos de división la
unidad se pronuncia como una gran falacia o hipocresía, a menos que al hacerlo
se esté dando un compromiso activo de restaurarla allí donde no exista o se
desgarre. Se da la paradoja hoy que salimos a buscar unidad con religiones e
iglesias distintas y diversas, pero mantenemos el enfrentamiento o la
indiferencia en la familia, la calle, el
barrio, el trabajo, la escuela, la fe.