miércoles, 21 de diciembre de 2022

DOCTORES DE LA IGLESIA



Del Comentario de san Ambrosio, obispo, sobre el evangelio de san Lucas
(Libro 2, 19. 22-23. 26-27: CCL 14, 39-42)
 
VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 
Cuando el ángel reveló a María los misterios recónditos de Dios, para fortificar la fe con un ejemplo, habló a la Virgen de la maternidad de una mujer ya anciana y estéril; con ello le quiso demostrar que para Dios no hay nada imposible.
 Al oír María este anuncio, llena de gozo y sin demora, partió hacia las montañas, no porque dudara de las palabras del ángel ni porque estuviera incierta de la veracidad del hecho ni porque vacilara ante la realidad del ejemplo, sino porque se sentía impulsada por el deseo de cumplir un deber de piedad, anhelante de prestar sus servicios y presurosa por la intensidad de su alegría.
 Llena ya totalmente de Dios, ¿a dónde podía dirigirse María con prisa sino hacia las alturas? En efecto, la gracia del Espíritu Santo ignora la lentitud. Los beneficios de María y los dones de la presencia del Señor se manifestaron en seguida, pues, así que Isabel oyó el saludo de María, su criatura saltó de gozo en su seno y ella quedó llena del Espíritu Santo.
Considera la precisión y exactitud de cada una de las palabras: Isabel fue la primera en oír la voz, pero Juan fue el primero en experimentar la gracia, porque Isabel escuchó según las facultades de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegró a causa del misterio. Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la mujer oyó la salutación de la mujer, el hijo sintió la presencia del Hijo; ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola interiormente, logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto que, con un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por inspiración de sus propios hijos.
 El niño saltó de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero no fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, después que fue repleto el hijo, quedó también colmada la madre. Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. En el momento que Juan salta de gozo, Isabel se llena del Espíritu, pero, sí observas bien, de María no se dice que fuera llena del Espíritu, sino que se afirma únicamente que se alegró en su espíritu (pues en ella actuaba ya el Espíritu de una manera incomprensible); en efecto: Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: Dichosa tú que has creído.
 Pero también vosotros sois dichosos porque habéis oído y creído, pues todo el que cree, como María, concibe y da a luz al Verbo de Dios y proclama sus obras.
 Que resida, pues, en todos el alma de María, y que esta alma proclame la grandeza del Señor; que resida en todos el espíritu de María, y que este espíritu se alegre en Dios; porque, si bien según la carne hay sólo una madre de Cristo, según la fe Cristo es fruto de todos nosotros, pues todo aquel que se conserva puro y vive alejado de los vicios, guardando íntegra la castidad, puede concebir en sí la Palabra de Dios.
 El que alcanza, pues, esta perfección proclama, como María, la grandeza del Señor y siente que su espíritu, también como el de María, se alegra en Dios, su salvador; así se afirma también en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor.
 El Señor es engrandecido ciertamente, pero no en el sentido de que reciba por medio de nuestras palabras algo que a él le faltaba, sino porque con estas palabras él queda engrandecido en nosotros. En efecto, porque Cristo es la imagen de Dios, cuando alguien actúa con piedad y con justicia engrandece la imagen de Dios -pues todo hombre ha sido creado a su imagen y semejanza- y, al engrandecer esta imagen, también él queda engrandecido por una mayor participación de la grandeza divina
REFLEXIÓN
Compartir la gracia que se posee, mucha o poca, incrementa la misma misteriosamente. No es una cosa, o atributo sino la presencia del Dios Altísimo participada misteriosamente en la criatura limitada y mortal. Al compartirse es posible gozarse con la Gloria de Dios, que aporta el gusto de Dios

martes, 20 de diciembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Feria privilegiada de Navidad

20 de diciembre

Isaías 7,10-14





REFLEXIÓN

"Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo." Respondió Acaz: "No la pido, no quiero tentar al Señor."

Al utilizar este oráculo de la Palabra los cristianos post Jesús buscan afianzar en él la fe depositada frente a su entorno judío que lo adversa.

Éstos dirán que el texto ha sido sacado de contexto, y que no tienen por qué hacer recaer en Jesús su cumplimiento.

Los cristianos inician su vida de fe en la heterodoxia. Son herejes para los judíos, por su interpretación desviada de la oficial.

La dinámica de la fe cristiana conduce a escrutar señales para leer y conducirse cada vez mejor. Uno de los riesgos es desviarse en esa lectura de la interpretación común.

Hasta que extremo? No hay límite?

Los límites son varios: el magisterio y la propia conciencia rectamente informada.

No se nos ahorra el esfuerzo del propio criterio, riesgo y compromiso.

No debemos escudarnos en el propio Dios como si nos impidiera escuchar la conciencia, porque en su centro también nos habla.

No hay escapatoria: debo escrutar, discernir, definir y pronunciarme.

"Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios?

La casa reinante, el poder vigente, no desea señales por parte de Dios. Le basta su prepotencia. Las rechaza hipòcritamente con la excusa de no tentar al Señor, pero es para seguir su voluntad y no orientarse según el Señor y su designio.

Es un paradigma sofisticado de desobediencia y autosuficiencia.

Hoy diríamos que Dios es suficientemente poderoso, sabio y bueno porque ya sabe lo que necesitamos, y no se requiere implorar signos, ni que intervenga en su creación.

Así determinamos quién es Dios y qué debe o no hacer.

El Señor seguirá dando señales sobre su designio de un reino de paz, amor y justicia.

Es una invitación constante a comprometernos e involucrarnos por fe operativa y obediente.

Otra cosa es que no las queramos ver. Su señal eminencial es su Hijo venido en carne y las repercusiones en su entorno inmediato: María, José, los pastores, Simeón…

Como un aerolito que impactara en tierra y a partir de ahí se sucedieran ondas de expansión y consecuencias por la vibración.

Pero no es un impacto destructivo sino constructivo y progresivo hacia adelante en el tiempo y el espacio.

Salmo responsorial: 23



REFLEXIÓN

El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos

Entrar en el misterio del Señor requiere poner aparte el propio aferramiento incluso a lo más apreciado: el propio criterio. Éste se puede constituir en un ídolo.

En el baluarte de la conciencia a la escucha de la Palabra la actitud más pura es la desconfianza de los ídolos y la confianza en el Señor.

Se dice pronto, pero se conjuga en la vida diaria con dolor, porque se trata de un itinerario de desapegos de las realidades, ideas y criaturas candidatas a ser idolizadas.

Ni siquiera el magisterio puede ser idolizado y pendemos sólo de la Palabra que escruta.

Si esa Palabra escruta desde nuestra conciencia recta verá señales para su caminar.

Éste es el grupo que busca al Señor

Porque nos salvamos en racimo.

Lucas 1,26-38



REFLEXIÓN

fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret

Decir ciudad es mucho decir, de una aldea de montaña de cuatro casas, por decir. Un remoto lugar, un insignificante lugar, como podría ser ese caserío que en momentos de inundación queda más aislado áun, con muchas probabilidades de desaparecer para siempre, y nadie sabría jamás que existieron.

Gente alejada de todo progreso, comunicación, beneficios materiales, pero dedicados a buscar la vida cotidiana con esfuerzo.

Y donde hay buena fe, buena voluntad también. Generosidad y disposición para la fraternidad.

a una virgen desposada con un hombre llamado José,

de la estirpe de David

Un pariente pobre de una familia real. Como que el Señor a la hora de elegir se fue a los extremos.

Sí a la elección de un linaje, no a la exhibición de suntuosidad y poderío del mismo.

El representante de esa realeza es un sencillo labriego y artesano.

Qué diríamos si este texto fuera el trasunto de lo acontecido en una localidad perdida en la montaña, casi inaccesible por la selva y la falta de caminos. Un caserío con unos cuantos habitantes.

Si la afectada por el embarazo fuese una muchachita adolescente-lo cual parece un dolor de cabeza en la sociedad actual-que todavía sueña con juegos infantiles.

Y cuyo pretendiente es un jornalero que hace lo que puede para sobrevivir, cuando los vecinos le dan trabajo, y lo único que llama la atención es su apellido pues es el que usan algunos poderosos de su tierra, que ni saben de su existencia.

Todo nos sonaría insignificante y no entenderíamos por qué la Palabra que afecta el curso de la historia para provocar salvación, se ocupa de lugares y personas con tan poco valor de apariencia.

Un poco entenderíamos nuestro no entender si cayéramos en cuenta que hemos sido mecidos por la imagen publicitaria con la que nos nutre el mercado de consumo.

Por eso tendemos a darle importancia a la imagen que nos enseña lo importante y menospreciamos lo que no coincide con ella.

Esto es lo que procura el evangelio de la infancia, que es como un eco o reflejo de la vida adulta de Jesús de Nazareth: convertirnos de nuestras categorías impotentes para ver la verdadera importancia en una apariencia insignificante.

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

Una muchacha casadera entra en una dimensión desconocida: la del acompañamiento que Dios hace a los que elige para una misión, de quienes solicita aceptación y fortaleza para sobrellevar las consecuencias.

Se rasga la superficie de cotidianeidad y sencillez de las circunstancias comunes: una muchacha de aldea ya para casarse.

Se abre un fondo misterioso de energía salvífica: la gestación del portento de Dios y su maridaje con la estirpe humana, en condiciones de silencio, humildad, serenidad y gozo.

has encontrado gracia ante Dios

María también tuvo un sueño como desposada: tener hijos, porque la esterilidad no era aceptable en una cultura que tenía la maternidad como bendición.

Y al encontrar gracia ante el gran Rey que es el Señor, sus sueños se hacían realidad, en una clave superior.

Porque nuestros sueños preparan nuestra misión en la vida y sobre ellos construye el Señor su designio.

para Dios nada hay imposible

Solo espera que le contemos nuestro sueño para hacerlo viable.

Necesitamos su sabiduría para reconocer como se construye a lo largo de nuestra existencia y dar gracias a cada paso del proceso.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél

Maria es maestra del discernimiento: siente la moción, la turbación y procede a examinar.

No temas

La clave de la segunda semana de ejercicios: en la búsqueda del mayor bien el buen Dios no da temor, no procede para amedrentarnos. Sino que nos llena de ánimo.

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