miércoles, 10 de agosto de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 19 de tiempo ordinario

Ezequiel 9, 1-7; 10, 18-22



REFLEXIÓN

Oí al Señor llamar en voz alta

Nuevamente, escucharte en los acontecimientos, pero entenderte o librarnos de las torceduras y desvíos para comprender y hacer que nuestros corazones débiles y sensibles, atiendan razones y cordura.

Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones que en ella se cometen

Son aquellos que saben identificarse con la causa del Señor y la del reino, aun en medio de sus propias aflicciones individuales.

pero a ninguno de los marcados lo toquéis

Marcas para protección de la vida definitiva donada por el Señor, no para la impunidad o la sensación de una seguridad falsa.

Salmo responsorial: 112



REFLEXIÓN

alabad el nombre del Señor

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, / que se eleva en su trono / y se abaja para mirar / al cielo y a la tierra?

El salmo canta la grandeza de Dios y su trascendencia, pero no tiene por objeto empequeñecernos, sino alentarnos a seguir confiando en quien inició nuestra fe, porque Él comenzó en nosotros la obra buena de nuestra existencia y por lo tanto la perfeccionará.

Mateo 18,15-20



REFLEXIÓN

Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano

Si observáramos un procedimiento semejante para tramitar nuestras diversidades y desencuentros, quizá sería mayormente viable la armonía y el entendimiento en nuestras comunidades de vida, desde la familia hasta el trabajo.

Un procedimiento que nos aleja de las decisiones que se toman al calor de las pasiones y los prejuicios, y donde se respeta a los demás en su defensa.

Pero los medios nos tienen acostumbrados al juicio condenatorio fácil y ligero, basados en evidencias que no se comprueban, muchas veces.

Así la opinión pública y común va deslizándose a fundamentalismos y extremismos que conducen a la violencia.

todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo

Un adagio legal propio de la sabiduría israelita y que hace suya la comunidad cristiana judía.

Se muestra un cuerpo de quien se espera que defina y tome decisiones. Aunque no gusten las mismas.

La influencia de una mentalidad alternativa iconoclasta en nuestros días dificulta esta actitud de aceptación de las decisiones de cualquier cuerpo cuya misión sea la definición.

Esta mentalidad que mira malas intenciones y corrupción en toda decisión de autoridad corroe la estabilidad de las sociedades y comunidades y nos acerca a la anarquía.

donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

En cambio una comunidad que se pone de acuerdo para orar, hace posible otros acuerdos y concertaciones.

Porque al orar nos hacemos vulnerables en nuestro corazón a la fe y las buenas obras, signo de la presencia del Señor entre nosotros.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1557331399073583104?s=20&t=RxT-EYbqw-GWqv7ez3JuxQ

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Miércoles, XIX semana

San Agustín Comentario sobre los salmos 47, 7

Lo que habíamos oído lo hemos visto. ¡Oh bienaventurada Iglesia! En un tiempo oíste, en otro viste. Oíste en el tiempo de las promesas, viste en el tiempo de su realización; oíste en el tiempo de las profecías, viste en el tiempo del Evangelio. En efecto, todo lo que ahora se cumple había sido antes profetizado. Levanta, pues, tus ojos y esparce tu mirada por todo el mundo; contempla la heredad del Señor difundida ya hasta los confines del orbe; ve cómo se ha cumplido ya aquella predicción: Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Y aquella otra: Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Mira a aquel cuyas manos y pies fueron traspasados por los clavos, cuyos huesos pudieron contarse cuando pendía en la cruz, cuyas vestiduras fueron sorteadas; mira cómo reina ahora el mismo que ellos vieron pendiente de la cruz. Ve cómo se cumplen aquellas palabras: Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia de postrarán las familias de los pueblos. Y, viendo esto, exclama lleno de gozo: Lo que habíamos oído lo hemos visto. Con razón se aplican a la Iglesia llamada de entre los gentiles las palabras del salmo: Escucha, hija, mira: olvida tu pueblo y la casa paterna. Escucha y mira: primero escuchas lo que no ves, luego verás lo que escuchaste. Un pueblo extraño –dice otro salmo– fue mi vasallo; me escuchaban y me obedecían. Si obedecían porque escuchaban es señal de que no veían. ¿Y cómo hay que entender aquellas palabras: Verán algo que no les ha sido anunciado y entenderán sin haber oído? Aquellos a los que no habían sido enviados los profetas, los que anteriormente no pudieron oírlos, luego, cuando los oyeron, los entendieron y se llenaron de admiración. Aquellos otros, en cambio, a los que habían sido enviados, aunque tenían sus palabras por escrito, se quedaron en ayunas de su significado y, aunque tenían las tablas de la ley, no poseyeron la heredad. Pero nosotros, lo que habíamos oído lo hemos visto. En la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Aquí es donde hemos oído y visto. Dios la ha fundado para siempre. No se engrían los que dicen: El Mesías está aquí o está allí. El que dice: Está aquí o está allí induce a división. Dios ha prometido la unidad: los reyes se alían, no se dividen en facciones. Y esta ciudad, centro de unión del mundo, no puede en modo alguno ser destruida: Dios la ha fundado para siempre. Por tanto, si Dios la ha fundado para siempre, no hay temor de que cedan sus cimientos.

REFLEXIÓN

La evidencia del cumplimiento de las promesas en su tiempo fue Jesús: predicando y actuando, muriendo y resucitando. Él mismo entendió que después la evidencia costaría mucho más para la entrega de la fe, porque elevo a rango de bienaventuranza creer después que él y su generación hubieran desaparecido. Hoy estamos en un período particularmente difícil para l evidencia de fe por la cultura positivista y tecnológica, pero somos igualmente bienaventurados si creemos.