Efesios
4, 7-16
REFLEXIÓN
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia
El acompañamiento de Jesús
está dado, donado. No se parte de la desconfianza sino de la entrega.
Es nuestra
correspondencia la que está en veremos, nuestra libertad, que hay que potenciar
para responder adecuadamente.
para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos
todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre
perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud
Sí hay un crecimiento que
desarrollar, incluso más allá de la muerte individual, porque la edificación es
hasta la plenitud del cuerpo de Cristo.
hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza:
Cristo
Una
de las expresiones actuales más utilizada tiene que ver con crecer, como un
compendio de todo lo positivo y dinámico que una persona puede aspirar en su
existencia.
Solo
se crece cuando se está en el camino correcto, con las oportunidades correctas,
en el tiempo correcto, con la actitud correcta.
Podemos
juntar la fuerza significativa de nuestra mentalidad al mensaje de la Palabra y
lograr una convergencia admirable: por la fe en Cristo, se desarrolla en mi ser
un proceso de crecimiento en todas las cosas hasta lograr la estatura de la
cabeza: Cristo.
Así
la Palabra nos mantiene agraciados con el don de una visión positiva sobre el
mundo y el designio sobre él, hasta que se haga el reino.
Lo
más fuerte y lo más eficaz: es el amor concebido en Cristo.
Salmo responsorial: 121
REFLEXIÓN
Ya están pisando nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén
Huyamos
el esfuerzo sicológico que procura hacer sentir los niveles de crecimiento del
reino en y a través de nosotros.
En
los ejercicios ignacianos hay en la primera semana una meditación en la que se
recomienda este esfuerzo para sentir la identificación con Cristo y el dolor de
nuestros pecados.
Son
rezagos de la primera época ermitaña y purgativa para romper la coraza de
insensibilidad que se nos crea en nuestra rutina mundana.
Pero
el don que permanece en la fe es un sentido sobre el vigor que vamos cobrando
en nuestro peregrinaje. Nos sentimos más fuertes, nos palpamos más fuertes,
acometemos la vida más fuertes espiritualmente.
Falta
un poquito para estar dentro. Pero en la puerta del horno se quema el pan, dice
un refrán popular, desconfiando de los triunfalismos.
Lucas 13,1-9
REFLEXIÓN
lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los
sacrificios que ofrecían.
Los
romanos eran un ejército de ocupación, bárbaro y despiadado.
Antes
y ahora, como por ejemplo, las torturas de ejércitos actuales contra los
poblaciones civiles desarmadas.
Un
contexto de violencia absurda y desmedida, para aplacar cualquier rebelión o
protesta.
¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo
que no; y, si no os convertís, todos
pereceréis lo mismo. ¿pensáis que eran más
culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Se
podría concluir que una desgracia así era un signo de rechazo de Dios en el
Templo a sus sacrificios, por ser los galileos sinónimo de gente revoltosa a
quien los romanos de Poncio Pilato habían sofocado.
Y
de eso concluir también que no era bueno manifestar la rebeldía y aceptar la
intimidación romana.
Pero
en general sin llegar a esas sociologías político-religiosas, los seres humanos
son presagiosos respecto de lo sacro y asumen como señales de rechazo de Dios
situaciones trágicas. Y no hay tal rechazo.
El
pensamiento común era descalificador para esas víctimas, teniéndolas por
pecadoras.
Porque
una vida plácida, sin tragedias, era el epítome de la bendición del Señor. Pero
la cruz de Jesús de Nazareth trastocó esa ideología religiosa.
si no os convertís, todos pereceréis lo mismo
Pero
se impone, más bien, un sentido de conversión de mentalidad: la que juzga
pecadores, indignos de salvación o castigados por su culpa, a personas
asesinadas por un poder político, por un accidente trágico o ultimados como
ajuste de cuentas.
Un
llamado ineludible para todos, que controvierte esa creencia como necesaria, ya
que todos somos pecadores y culpables, aun los que juzgamos.
Ese
llamado nos es útil en la actualidad frente al influjo de los medios que
plantan juicios innobles sobre personas que perecen en circunstancias dudosas.
Y
la exigencia de conversión es absoluta porque ahí sí, el fin será aciago.
Lo
que realmente hace perecer es juzgarnos libres de culpa a diferencia de los
demás.
Jesús
confronta al pueblo con su dureza de corazón para con la alianza, como causa de
los males que le sobrevienen.
Si
bien exculpa a los galileos como pecadores, Jesús no se ubica en el nivel
político como significación primaria para su mensaje de fondo.
Jesús
emite un juicio profético como los clásicos de antaño: perece una sociedad
injusta porque se vulnera desde dentro por corrupción.
Ya
podemos tener todas las defensas y armamentos para defendernos de los de fuera,
que si la corrupción avanza dentro, el fin estará próximo.
La
Palabra encarnada en Jesús de Nazareth siempre aporta una rendija de la
dimensión del Espíritu.
Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de
Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Os digo que no. Y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma
manera".
Si
hemos de perecer mejor hacerlo convertidos y así aseguramos una vida sin fin.
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en
esta higuera, y no lo encuentro.
Tiempo
que lleva Jesús evangelizando sin lograr conversión? Cúmulo simbólico de un
tiempo cumplido, para que se hubiera dado un fruto que valiera la pena?
"Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y
le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.""
Su
misión no es cortar, aunque aún no dé fruto.
Todo
está dicho por Jesús para suscitar el despertar de la conversión.
Porque
Él es magnánimo y paciente en la espera del fruto, para el que podamos crecer y
madurar.
Su
evangelio es el de la oportunidad, aunque no se sabe hasta cuándo. La
conversión es para asumir con seriedad esa oportunidad.
El ruego pertenece a la tradición de la paciencia y la
tolerancia, desde Abraham y Moisés, que confronta la impaciencia de los dioses
por castigar a los hombres, pero abre a una revelación novedosa del Dios misericordioso,
más allá de nuestros esquemas rígidos.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1583790453744287746?s=20&t=as6QBUkP942lSIk4MwMpbw