miércoles, 16 de noviembre de 2022

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Miércoles, XXXIII semana

San Agustín Sermón 21,1-4

El justo se alegra con el Señor, espera en él, y se felicitan los rectos de corazón. Esto es lo que hemos cantado con la boca y el corazón. Tales son las palabras que dirige a Dios la mente y la lengua del cristiano: El justo se alegra, no con el mundo, sino con el Señor. Amanece la luz para el justo –dice otro salmo–, y la alegría para los rectos de corazón. Te preguntarás el porqué de esta alegría. En un salmo oyes: El justo se alegra con el Señor, y en otro: Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. ¿Qué se nos quiere inculcar? ¿Qué se nos da? ¿Qué se nos manda? ¿Qué se nos otorga? Que nos alegremos con el Señor. ¿Quién puede alegrarse con algo que no ve? ¿O es que acaso vemos al Señor? Esto es aún sólo una promesa. Porque, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Guiados por la fe, no por la clara visión. ¿Cuándo llegaremos a la clara visión? Cuando se cumpla lo que dice Juan: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros, antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en posesión. Ahora amamos en esperanza. Por esto, dice el salmo que el justo se alegra con el Señor. Y añade, en seguida, porque no posee aún la clara visión: y espera en él. Sin embargo, poseemos ya desde ahora las primicias del Espíritu, que son como un acercamiento a aquel a quien amamos, como una previa gustación, aunque tenue, de lo que más tarde hemos de comer y beber ávidamente

REFLEXIÓN

Amar el pecado, es como amar el desvío, el extravío, la nada. Amar el pecado, es amar el no amor: amar el odio, la venganza, el crimen, el abandono que perjudica, la ausencia de solidaridad, la infidelidad, el placer que envilece y nos daña y a otros. Es amar la destrucción del bien de todos, la enemistad, la conspiración para la corrupción. Es amar no amar, en nombre del amor.

martes, 15 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 33 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 3, 1-6. 14-22



REFLEXIÓN

Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así

Cada comunidad es caracterizada por un ethos espiritual y es llamada a una mayor conversión.

Porque la Palabra en sus voceros es llamada a la salvación que significa reconciliación, robustecimiento y fraternidad.

Como otros seres de la creación, los conglomerados humanos que establecen lazos de convivencia comunitaria tienen un espíritu, un estilo.

Hoy diríamos una cultura, que es la apropiación por parte de un grupo de un sentido de vida plasmado en costumbres, lengua, y otras características que los definen en su identidad, y en las que ubican su sentido de pertenencia.

Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios

Se trata de una exhortación en el marco de una situación terminal: la muerte por obras imperfectas. Porque una comunidad vive la vida del Señor cuando sus obras son perfectas. En la perfección que aporta el ágape.

si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti

Más que un nuevo contenido en el mensaje, se trata de hacer memoria del evangelio del reino que recomienda vigilar.

Vivimos en un tiempo en el que no es recomendable establecerse en una seguridad falsa.

unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen.

Nos debe alentar que entre nosotros se encuentran quienes viven la justicia y se esfuerzan por el reino.

Son los representantes de los justos que buscaba Abraham para que no sucumbiera Sodoma. Son el memorial de los pobres de Yaveh en cuyo honor se hizo posible regresar del exilio babilónico y reconstruir Jerusalén.

Son todos aquellos que vigilan y se esfuerzan contra el anti reino.

Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias

El Espíritu de las comunidades puede encontrarse en el modo peculiar como se transmite en cada pueblo las señales de los tiempos que llaman a tomar posición y decisiones evangélicas.

Porque a los creyentes del evangelio las circunstancias de su tiempo y lugar los llama a tomar decisiones para la construcción del reino.

como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca

'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo

Se conmina la falsa seguridad del que todo lo tiene y deja de apasionarse por el reino y la fraternidad.

A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete

Por eso la autocrítica, que no es un cálculo retórico, es imprescindible para experimentar el perdón y sanación.

Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él.

La promesa movió al pueblo elegido en el primer testamento. En el nuevo nuestra promesa es Jesús glorificado.

La desmotivación de nuestro tiempo tiene que ver con la falla en visualizar la promesa cumplida que significa Jesús para el creyente.

Salmo responsorial: 14



REFLEXIÓN

El que procede honradamente / y practica la justicia, / el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino, / el que considera despreciable al impío / y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura / ni acepta soborno contra el inocente. / El que así obra nunca fallará

Estas características forjan el perfil de un ciudadano del reino, que lo hace realidad en nuestra tierra.

Alguien así nunca fallará ante el llamado del señor.

Lucas 19,1-10



REFLEXIÓN

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico

Un jefe de corruptos, es aún más corrupto. Un jefe de gente con el poder tras de sí para exigir pago de impuestos y contribuciones, y que se queda con una parte, es peor que sus delegados.

"Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."

Los de afuera juzgan por fuera. Jesús ofrece la oportunidad de conversión que es mejor aprovechada por alguien excluído de la salvación.

Por lo tanto se trata de alguien muy mal calificado entre la población, con mala fama y peor ejecutoria. De quien no se espera sino trampa, bribonada, corrupción y abuso de poder.

A esta escoria se dirige Jesús y se autoinvita a su casa.

Es como bajar al infierno para invitar al mismo diablo.

Los de afuera juzgan por fuera. Jesús ofrece la oportunidad de conversión, que es mejor aprovechada por alguien excluído oficialmente de la salvación.

Con Jesús sucede lo que constantemente se hace: juzgar por fuera, propalar la maledicencia.

Se ignora, y no se da la oportunidad a pensar, que se puede estar efectuando un proceso de regeneración y salvación.

"Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."

Una generosísima reparación es la señal de una conversión sincera.

Hoy nosotros llegamos muchas veces hasta el arrepentimiento, pero sin acordarnos del compromiso de reparar el daño infligido.

El efecto de la llamada es una liberación de las riquezas acumuladas mal habidas.

El efecto es transparencia en la actuación para que otros puedan demandarle si se sienten perjudicados.

Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Hay alguna experiencia en nuestra vida que se acerque a una liberación de aquello que nos ata al perjuicio, aun implícito, de los otros.? Esa será una experiencia del reino del Padre.

Dicho en otra forma, el designio del Padre en su hijo Jesús de Nazareth, busca recuperar la pérdida de las personas, que naufragan en su pérdida de cosas.

Esta es una palabra luminosa y consoladora. Lo perdido, lo que no sirve, es a los ojos de Dios una oportunidad de recuperación y de su glorificación

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