jueves, 1 de diciembre de 2022

BEATO CARLO


 
Del Comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatéssaron
                     (Cap. 18, 15-17: SC 121, 325-328)

ESTAD PREPARADOS, CRISTO VENDRÁ NUEVAMENTE

Para que los discípulos no le preguntaran sobre el tiempo de su venida, Cristo les dijo: Por lo que se refiere a aquella hora, nadie sabe nada; ni los ángeles del cielo ni siquiera el Hijo. No toca a vosotros conocer el tiempo y la ocasión. Lo ocultó para que estemos prevenidos y para que cada uno de nosotros piense que ello puede tener lugar en su propio tiempo. Pues si Cristo hubiera revelado el día de su venida, ésta se hubiera tornado un acontecimiento indiferente y ya no sería un objeto de esperanza para los hombres de los distintos siglos. Dijo que vendría, pero no dijo cuándo, y por eso todas las generaciones y épocas lo esperan ansiosamente.
Aunque el Señor estableció las señales de su venida, sin embargo, en modo alguno conocemos con exactitud su término; pues estas señales aparecen de muy distintas maneras y pasan, y algunas de ellas todavía perduran. Con la última venida pasará algo semejante a lo que pasó con la primera.
Así como los justos y los profetas esperaron al Mesías pensando que se había de manifestar en su tiempo, también hoy cada uno de los cristianos desea que llegue en sus propios días. Cristo no reveló el día de su venida, principalmente por esta razón: para que todos comprendieran que aquel a cuyo poder y dominio están sometidos los números y los tiempos no está sujeto al destino ni a la hora. Pero el que desde toda la eternidad había determinado este día y describió detalladamente las señales que lo precederían ¿cómo podía ignorarlo? Por eso con aquellas palabras invitó a considerar sus señales, para que, desde entonces y para siempre, las generaciones de todos los siglos pensaran que su venida podría acontecer en su tiempo.
Estad en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos de nuestra naturaleza. Y cuando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o la tristeza, domina al alma, ésta es dominada por el enemigo y, bajo los efectos de ese sopor, hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a la naturaleza y el enemigo al alma.
Por lo tanto, el Señor recomendó al hombre la vigilancia de todo su ser: del cuerpo, para que evitara la somnolencia; del alma, para que evitara la indolencia y la pusilanimidad, como dice la Escritura: Despertaos, como conviene; y: Me levanté y estoy contigo; y también: No desfallezcáis. Por eso, investidos de este ministerio, no sentimos desfallecimiento.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

San Andrés apóstol

Romanos 10,9-18



REFLEXIÓN

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás

El exterior y lo profundo e íntimo de la persona individual debe estar comprometida con el Kerygma, el mensaje central de la evangelización, con el Señor Jesús y la obra del Señor Dios, su Padre en él.

Este compromiso tiene dos desafíos principales:que sea juzgado aceptable para la salvación por parte del Señor, Dios nuestro. Y que motive obras congruas, que correspondan a la profesión.

Si no un signo de interrogación se abre sobre su validez y eficacia. Por eso hasta el fin, nuestra confianza está en su misericordia, que pondera nuestra fidelidad.

Ni la confesión exclusivamente es garantía y seguridad de salvación, ni las obras, por su lado.Son errores que constantemente nos rondan, como polos de una equizofrenia en la existencia creyente.A fuerza de confesiones creemos garantizar la salvación, porque sentimos alivio. A fuerza de obras también, porque nos parece solucionar problemas sociales.

Pero la salvación, la vida plena en el Señor, en comunión con Él y su amistad, es en definitiva un juicio frente al cual nos posicionamos en su misericordia y no en el pago de una confesión o el mérito de una obra.

Por la fe del corazón llegamos a la justificación,

y por la profesión de los labios, a la salvación

En este versículo hay una estructura llamativa y no común: la primera parte de ambas no es sinonimia sino amplificación, despliegue.

Porque la “fe del corazón” se amplifica en su sentido con la “profesión de los labios”.

La segunda parte sí es sinonimia, porque “justificación” es una forma de ver”salvación”.

La primera parte alude a totalidad de la persona:interna y externa, individual y social.

La segunda se enfoca en un sentido de salvación como es la justificación.

Ésta en su origen puede haber tenido un origen forense, jurídico:una declaración autorizada sobre la inocencia de alguien como resultado de un juicio.

Pero en sentido paulino va más allá: la recuperación del estado de amistad con Dios, volver a ser justos.

Puestas en relación la primera y segunda parte del versículo se puede atisbar un sentido tal como: haber sido hechos justos nuevamente en nombre de Jesús atañe a la totalidad de la persona incluyendo su proyección social.

"Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan

Tal praxis de fe está a disposición de toda sinceridad sin discriminación. Es el sentido de la no distinción entre judío y griego.

Hoy en día existe una fuerte inclinación y sensibilidad a enfocar el sentido de fe más allá de la exclusividad en los del propio credo tradicional para tener en cuenta otros credos:también antiguos y hasta nuevos.

Una explicación sociocultural atribuye este movimiento de sensibilidad al desgaste de las religiones organizadas tradicionales.

Más allá de eso lo podemos asumir como signo de los tiempos que sonoramente nos inducen a ser receptivos con otras confesiones de labios, pero con un solo corazón.

¿cómo van a invocarlo si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían?

Para salvarse en misericordia hay que confesar, creer, oir hablar, oir proclamar, que el que proclama sea enviado. Una cadena de transmisión hasta que el mensaje es recibido. No es suficiente un enviado, sino que debe proclamar. Y a su vez la proclama debe producir un conocimiento, que a su vez puede llegar a suscitar la fe y por esta la salvación. Por lo que entre los extremos del enviado y la salvación, hay condiciones que llenar, todas colgadas de la misericordia del Señor, de su gracia, de su don, de la eficacia de su Espíritu. El operario de la viña del Señor, el evangelizador es un trabajador carismático. Cosa que puede ahogar y opacar una institucionalidad creada por hombres.

Se urge una consecuencia perentoria:la fe del corazón expresada en los labios, desde cualquier rincón tiene que ser comunicada, compartida para hacer nacer o avivar la fe.

"Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?"

No debemos inhibirnos de esta proyección de nuestra fe si no parece despertar la fe de los que escuchan.

No se nos han dado garantías de que seremos escuchados. No obstante seguimos siendo llamados a compartir, porque es la dinámica de la fe del corazón.

Salmo responsorial: 18



REFLEXIÓN

Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la tierra alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su lenguaje

Con solo abrir los ojos y oidos entra en nosotros la naturaleza para dar oportunidad de convertirse en creación y en ella un Creador. Es un camino para llegar a la fe del corazón y los labios.

La contemplación para alcanzar amor de los ejercicios ignacianos, como final que persiste de ese peregrinar de un mes, nos dispone a tal contacto de fe con la creación, para aprender a comunicar implícita y explícitamente nuestra convicción.

Ese es el sentido de contemplar ignaciano:abrirse ahora a una revelación de la Palabra y contagiarse de la urgencia de compartir.

Mateo 4,18-22



REFLEXIÓN

Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores

Compartir la fe del corazón comunicarla con los labios y los gestos de solidaridad son como los encuentros de Jesús con la personas en su tiempo, cuando él veía detenidamente a las personas y estimaba su potencial para el reino más allá de las apariencias.

Esa fe comunicada puede ser para muchos la experiencia de un Jesús histórico, hecho presente en medio de las actuales circunstancias y necesidades.

"Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres."

A menos que la fama de Jesús le precediese ya, y juntarse a él y su caminar, fuera una oportunidad de mejoramiento social, la propuesta de Jesús, en frío, resulta un desafío enorme:dejar su medio de vida, el sustento de sus familias, su lugar en la sociedad, hasta su cierta independencia, lo conocido, para irse a lo nuevo, incierto, aventurero.Muy romántico, pero quizás “una locura”, como podrían decirle sus familias.

 

Una transformación de nuestros proyectos de vida es lo que puede significar la fe en Jesús de Nazareth.

Entonces las nuevas dimensiones de nuestra proyección social son insospechadas porque no sabemos todo lo que podemos llegar a ser.

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron

Cuando esos pescadores entrevieron el nuevo programa quedaron cautivados por la brillantez de tal futuro y se sintieron capaces de desarraigarse y salir de sus apegos.

Eso puede pasar con nuestra fe. Que emigremos de nuestra perspectiva actual con sus prejuicios hacia una tierra prometida, si compartimos nuestra fe.

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