martes, 28 de febrero de 2023

BEATO CARLO


 
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor
(Cap. 1-3: CSEL 3, 267-268)
 
QUIEN NOS DIO LA VIDA NOS ENSEÑÓ TAMBIÉN A ORAR

 

Los preceptos evangélicos, hermanos muy amados, no son sino enseñanzas divinas, fundamentos para edificar la esperanza, medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el corazón, guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos, instruyendo las mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la vida eterna.

 Ya por los profetas, sus siervos, Dios quiso hablar y hacerse oír de muchas maneras; pero mucho más es lo que nos dice el Hijo, lo que la Palabra de Dios, que estuvo en los profetas, atestigua ahora con su propia voz, pues ya no manda preparar el camino para el que ha de venir, sino que viene él mismo, nos abre y muestra el camino, a fin de que, los que antes errábamos ciegos y a tientas en las tinieblas de la muerte, iluminados ahora por la luz de la gracia, sigamos la senda de la vida, bajo la tutela y dirección de Dios.

 A más de otras enseñanzas y preceptos divinos, con los cuales encaminó a su pueblo a la salvación, Cristo nos enseñó también la forma de orar, él mismo nos inculcó y enseñó las cosas que hemos de pedir. Quien nos dio la vida nos enseñó también a orar, con aquella misma benignidad con que se dignó dar y conferir los demás dones, para que, al hablar ante el Padre con la misma oración que el Hijo enseñó, más fácilmente seamos escuchados.

 El Señor había ya predicho que se acercaba la hora en que los verdaderos adoradores adorarían al Padre en espíritu y en verdad; y cumplió lo que antes había prometido, de manera que nosotros, que por su santificación hemos recibido el espíritu y la verdad, también por su enseñanza podamos adorar en verdad y en espíritu.

 ¿Pues qué otra oración en espíritu puede haber fuera de la que nos fue dada por Cristo, el mismo que nos envió el Espíritu Santo? ¿Qué otra plegaria puede haber que sea en verdad ante el Padre, sino la pronunciada por boca del Hijo, que es la misma verdad? Hasta tal punto, que orar de manera distinta de la que él nos enseñó no sólo es ignorancia, sino también culpa, ya que él mismo dijo: Anuláis el mandamiento de Dios por seguir vuestras tradiciones.

 Oremos, pues, hermanos muy amados, tal como Dios, nuestro maestro, nos enseñó. A Dios le resulta familiar y aceptable la oración, cuando oramos con la que es suya, cuando llega a sus oídos la oración del mismo Cristo.

 Reconozca el Padre las palabras del Hijo, cuando hacemos oración; el mismo que habita en nuestro interior esté también en nuestra voz y, puesto que es abogado de nuestros pecados ante el Padre, pronunciemos las palabras de este abogado nuestro cuando nosotros, pecadores, pidamos por nuestros delitos.

 Pues, si dice que cuanto pidamos al Padre en su nombre nos lo concederá, ¿con cuánta mayor eficacia no obtendremos lo que pedimos en el nombre de Cristo, si lo pedimos con su propia oración?


lunes, 27 de febrero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 1 de Cuaresma

Levítico 19,1-2.11-18



REFLEXIÓN

Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo

קָדוֹשׁ=qadosh=santo, puesto aparte, consagrado, sagrado, perfecto y libre de culpa

Se trata del proyecto para su pueblo, el del Señor: deben llegar a ser como Él, Santo.

Deberán por lo tanto, comportarse en una forma digna de Él, como Él.

Honradez y honestidad, amor a la verdad, justicia y misericordia, es su perfil eterno y para el cual somos llamados.

Así el proyecto trata de un modo de ser, una identidad, una ética.

La incongruencia, incoherencia, con o sin culpa, es una marca de nuestra humanidad, que nos hace suspirar y desfallecer por alguna realidad creíble, confiable, sólida, sin grietas, imperfecciones, medias verdades, o simulaciones.

Echamos de menos más santidad en nuestro Cosmos, porque aun lo que parece firme como la naturaleza y el universo, también da visos de imperfección.

En el ADN del universo parece inscrita la imperfección constitutiva que genera consecuencias perjudiciales.

La proclama de la Palabra es un desafío al pueblo, aun no creyente. Se trata de perfección o muerte, como consigna. Santidad o nada.

Y así vivimos matriculados en un proceso de ascensión, mal que nos pese, a la sombra del llamado a la perfección o al perfecto.

No robaréis ni defraudaréis ni engañaréis a ninguno de vuestro pueblo

La santidad debe expresarse como una conducta social bienhechora y no perjudicial. Nada de “humano lobo para el humano”.

Nada se dice en esta asamblea, de los miembros menos favorecidos, que quizás podrían ser dispensados de esa conducta para que a través del engaño, el robo y la defraudación puedan sobrevivir.

Incluso entre los acogidos por Jesús, se hallan elementos que han perjudicado como los publicanos: gente odiada que recogía el tributo de ocupación de los romanos.

Incluso hay ladrones que lo acompañan en la hora de la muerte. Qué ha cambiado de la expresión de santidad como conducta social a Jesús? La conversión.

No al pecado: robo, fraude y engaño. Sí al pecador arrepentido.

No explotarás a tu prójimo ni lo expropiarás

Dañar a otro es ir en sentido contrario de la vocación humana inscrita por el Señor: santidad.

Teme a tu Dios.

Todas estas sanas conductas que se abstienen de hacer daño al vulnerable, al excluido, son solicitadas como muestra de que se teme al Señor. Es un temor que indica una sabiduría de vida, de convivencia, de comunidad. No es un temor de castigo. Nos da a entender que Dios es amor de convivencia y está donde nos amamos unos a otros activamente, y nos abstenemos de dañarnos

No daréis sentencias injustas

Todavía las impartimos en cualquier cultura. En esto no hay una cultura superior a otra, porque todas se han mostrado corruptibles.

En todas, aun en las del buen salvaje, se da la ausencia de justicia en la aplicación de la justicia en nombre de la justicia.

No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico.

Algo así debemos tener en cuenta para administrar la opción por los pobres.

No odiarás de corazón a tu hermano

Conflictos entre hermanos y desavenencias parecen inevitables. Discrepar es un aspecto del proceso de búsqueda de la verdad y un ejercicio de amor.

Pero si la discrepancia llega al odio de corazón, que puede venir por el daño que se nos inflige, no queda más que convertirse por medio del perdón al enemigo.

No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo

El rencor es el odio del corazón, y se sabe que existe por el deseo de venganza, o al menos de compensación.

Sin embargo son algunos los que para librarse del odio en el corazón y la venganza dicen: lo dejo en manos de Dios. Se trata de abrir la puerta a un posible perdón, al que se ha hecho nuestro enemigo.

sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo

Una regla de oro para normar todas las relaciones individuales y comunitarias.

Una clave para ser felices, porque la felicidad no es el fin sino la consecuencia de la santidad, que es el fin.

La Palabra nos convoca pues a una ética de contracultura que enfrenta a las que vive el mundo, para quien la felicidad se produce por el placer y la justificación de los caminos que nos lleven al mismo.

Salmo responsorial: 18



REFLEXIÓN

La ley del Señor es perfecta

Expresa un proyecto de perfección aunque la torcemos para la iniquidad.

la norma del Señor es límpida / y da luz a los ojos

La ética como norma de la conciencia no siempre coincide con la norma legal, o la sabiduría de los pueblos, apoyada en la presión, la sanción y la fuerza, pero incapaz de promover la santidad como fin.

De ahí nuestra frustración sin fin, constante, por el incumplimiento generalizado de la norma de la norma legal, la insatisfacción con la sanción y la represión.

Esa norma tiene que ser ayudada desde la norma ética de la Palabra, para que el corazón se ponga al servicio de la justicia.

Si no hay una ética trascendente desde un absoluto personal, ni la ética laica fundada en la sanción moral de una autoridad creíble, funciona del todo.

llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,

Es lo que tú mismo nos inspiras con este reflexionar en tu palabra.

Mateo 25,31-46



REFLEXIÓN

como un pastor separa las ovejas de las cabras.

Funcionalmente se separan. No es deseable para un pastor tener cabras y ovejas mezcladas.

Son cabritos, en diminutivo, como figura de los que creen poco.

los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos

Sorpresa de recibir lo inimaginable que supera toda expectativa, por actuar con solidaridad.

Tanto que se pregunta uno desde ahora: por qué no hice más?. Porque saberlo ahora mueve a hacer más en solidaridad, por Jesús y por lo bueno que en él nos espera.

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme

Porque más importante, superior y perfecto es hacer bien al necesitado, que preocuparse por no hacer daño.

Son dinámicas ambas de santidad y perfección, pero Jesús de Nazaret expresa una dinámica proactiva, benéfica, de servicio de amor al necesitado.

Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis

Hacerlo es cooperar con el proyecto ético y trascendente del Padre de Jesús, como nos enseñó personalmente

La ignorancia de la identificación de Jesús con el necesitado no impide que el Padre lo acoja como propio.

El seguimiento de Jesús y su ética puede ser sin conocerlo y sólo al final se sabrá.

El proyecto ético del Padre y del Hijo para todos y todas se centra en la necesidad del vulnerable, para empoderarlo y ascender hacia la santidad, para que alcance así la felicidad anhelada.

El bien hecho al necesitado, la solidaridad con el colectivo con carencias, es la concreción de la perfección del Señor, en proceso.

El vínculo de Jesús con sus humildes hermanos semeja una reencarnación.

Jesús está siempre entre nosotros, como un memorial, en sus-nuestros- humildes hermanos, formando un cuerpo, una colectividad, una sociedad de solidarios, en el espacio tiempo, como prolepsis o anticipo del juicio final.

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