martes, 13 de junio de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martes 10 de tiempo ordinario

Año Impar

2Corintios 1,18-22



REFLEXIÓN

¡Dios me es testigo!

No es suficiente hoy en la era de la incredibilidad apelar a Dios como testigo, si no se goza mediáticamente de buena fama.

Así, quienes son gente de trastienda oscura y de sombra, pero de buena imagen, son más creíbles que un criminal regenerado.

En el mundo antiguo y en el actual la imagen era primero, si no que lo digan los fariseos retratados en los evangelios y a quienes Jesús de Nazareth llamaba “hipócritas!, ”sepulcros blanqueados!”.

en él todo se ha convertido en un "sí"; en él todas las promesas han recibido un "sí".

Cómo negar que envidiamos esa fe paulina en el aporte del mensaje de Jesús de Nazareth, muerto y resucitado.

Considerar que se ha cumplido la promesa antigua de la felicidad, de la salvación personal y de los pueblos.

Y así descansar en la convicción de fe sobre la fidelidad del Padre, cuyo sí no tiene sombra ni eclipse, y cuyo hijo es la evidencia histórica.

Y por él podemos responder "Amén" a Dios, para gloria suya

Así nuestro Amén es el grito honesto y profundo de corazón, que expresa la acción de gracias por el Sí en Jesús de Nazareth.

Realmente no necesitamos muchas más oraciones y devociones. Sólo Amén en los labios, en el corazón y en la acción.

O será que la super oferta de devociones manifiesta que no tenemos el Amén expresión de fe?

Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu

La pastoral de diversas creencias pugna y se esfuerza por proclamarle a las jóvenes generaciones de bautizados la buena nueva, para que se confirmen en la fe primera.

Es obligante ante la masiva inducción por el bautismo de infantes.

Pero se estará colaborando con la Palabra que nos dice que es Dios el que confirma?

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

 

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo

Necesitamos por tanto, a nivel de persona, resonar con la experiencia de la fidelidad del Padre, para vivenciarnos confirmados en su sí de la promesa, y así remontar lo que a nuestros ojos parece incumplimiento en el sufrimiento del mundo.

Mateo 5,13-16



REFLEXIÓN

 

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

Por nuestra fe somos sal para la tierra-mundo-cosmos-culturas-pueblos-sociedades.

Por la fe aportamos una credibilidad: la del Padre, que sí cumple en Jesús de Nazareth. Y nuestra credibilidad no es por imagen, sino por verdad.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa

Se trata de una fe visibilizada, no privada ni privativa. Una fe transmisible, no aislada ni refundida. Una fe que se deje sentir, y produzca, hasta encandile, por su luminosidad.

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras

Es el objetivo definitivo y final: que se vean las buenas obras. Ellas han de convencer a la corta o a la larga. Porque en el intermedio pueden ser sometidas, por la mentalidad de la sospecha, a escrutinio tenaz.

La fe-luz debe ser lo suficientemente potente para resistir el intento de las tinieblas de oscurecer las buenas obras.

En la comunión de los santos se da una sociedad nueva construída por la colaboración con la buena obra.

En ella destacan muchas mujeres en quienes no falló su intuición para restituir su dignidad de hijas de Dios haciendo bien.

Y hacer bien no es fácil, es muy sencillo tergiversarlo, pensar mal de su intención y motivación, sobre todo en nuestra paranoica cultura de la sospecha.

Hacer el bien por amor al reino llega hasta el extremo de hacer frente a la tentación de la duda sobre la bondad del propio acto, para lo cual hay que luchar contra el naufragio de la propia obra buena, al verse uno contaminado por los motivaciones egoístas, conscientes e inconscientes.

El enemigo busca desalentarnos a seguir adelante en la obra buena. Esta es la finalidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1668575626586910725?s=20

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2Corintios 1,18-22

La inconsistencia del apóstol, por causas fuera de su control, como no visitar las comunidades en tiempo acordado, no debe defraudar la fe de los creyentes. La verdadera consistencia radica en el Si de Jesús dócil al plan de Salvación del Padre, y de ese Sí debemos participar todos, con el Espíritu concedido en prenda.

Salmo responsorial: 118

Haz brillar tu rostro, para que en alguna forma te veamos cercano y amoroso. Así guardar tus mandatos se nos facilitará, y te podemos alabar.

Mateo 5,13-16

La desconexión entre el dicho y el hecho le quita eficacia a la predicación del discípulo. Por eso la responsabilidad de no perder el poder de salar, ni de iluminar, ni de ser visto como luna ciudad edificada en lo alto

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Nació en Lisboa a finales del siglo XII. Primero formó parte de los canónigos regulares de san Agustín, y, poco después de su ordenación sacerdotal, ingresó en la Orden de los frailes Menores, con la intención de dedicarse a propagar la fe cristiana en África. Sin embargo, fue en Francia y en Italia donde ejerció con gran provecho sus dotes de predicador, convirtiendo a muchos herejes. Fue el primero que enseñó teología en su Orden. Escribió varios sermones llenos de doctrina y de unción. Murió en Padua el año 1231.

De los sermones de san Antonio de Padua, presbítero

El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Cesen, por favor, las palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y, por esto, el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del predicador –dice san Gregorio– es poner por obra lo que predica». En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras. Pero los apóstoles hablaban según el Espíritu les sugería. ¡Dichoso el que habla según le sugiere el Espíritu Santo y no según su propio sentir! Porque hay algunos que hablan movidos por su propio espíritu, roban las palabras de los demás y las proponen como suyas, atribuyéndoselas a sí mismos. De estos tales y de otros semejantes dice el Señor por boca de Jeremías: Aquí estoy yo contra los profetas que se roban mis palabras uno a otro. Aquí estoy yo contra los profetas –oráculo del Señor– que manejan la lengua para echar oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos –oráculo del Señor–, que los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus embustes jactancias. Yo no los mandé ni los envié, por eso, son inútiles a mi pueblo –oráculo del Señor–. Hablemos, pues, según nos sugiera el Espíritu Santo, pidiéndole con humildad y devoción que infunda en nosotros su gracia, para que completemos el significado quincuagenario del día de Pentecostés, mediante el perfeccionamiento de nuestros cinco sentidos y la observancia de los diez mandamientos, y para que nos llenemos de la ráfaga de viento de la contrición, de manera que, encendidos e iluminados por los sagrados esplendores, podamos llegar a la contemplación del Dios uno y trino.

REFLEXIÓN

Nuestra palabrería inútil y estéril es abundante en todo espacio humano donde jóvenes, mayores, hombres y mujeres convergen para socializar. Destacan los que se reúnen para solucionar males planetarios que afectan el bien común: cambio climático, distribución equitativa de la riqueza acumulada por unos pocos, corrupción a todo nivel y sin distingo de edad, raza, religión o sexo. Tal como se reprende en el evangelio a quienes claman “Señor, Señor—“ Mt7,21ss hay que insistir que no es la palabrería vana la que convence de buena obra.