domingo, 2 de junio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Festividad del Cuerpo de Cristo

Éxodo 24,3-8


REFLEXIÓN

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor

Poner por escrito indica una civilización más avanzada, una sociedad que no se conforma con la tradición oral, y seguramente, no pertenece al momento en el que el relato está insertado. 

Poner por escrito para una cultura de la voz es un cambio, que a no pocos disgustará y llenará de suspicacia, animados por una especie de teoría de la conspiración.

El asunto es que, poner por escrito un asunto como el compromiso de Dios con su pueblo y viceversa es un mayor grado de obligación, de memoria, de presencia. Porque no es como la palabra de voz, que se la lleva el viento.

El escrito se alza como un testigo de lo acordado, que se puede volver letra muerta sin espíritu, como descubrió posteriormente el pueblo de Israel, y constata frecuentemente el pueblo cristiano.

"Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos."

Sangre vertida signo de sacrificio: plenitud de vida como consecuencia del pacto. 

Así miran algunos los tratados de libre comercio de los pueblos pequeños con los grandes: como plenitud de vida económica. Sólo que es una realidad con reverso. La ruina económica y la pobreza de vida para otros.

Sangre como rúbrica del pacto. Una palabra empeñada que se apoya con la existencia. 

No es sangre humana como en otras culturas. Sangre de los vencidos en batallas, o los tomados a la fuerza. 

Por más que las culturas han probado diferentes expresiones de entrega y radicalidad en sus compromisos, no se puede decir que hayan tenido éxito rotundo. Si no que lo diga la tambaleante y precaria institucionalidad.

Hace falta que el sacrificio no sea violencia que se expresa con otros ajenos, inocentes, o violentados. Sino que parta del fondo de la verdad de la propia persona, y sea coherente con su entrega cotidiana.

Salmo responsorial: 115



REFLEXIÓN

¿Cómo pagaré al Señor / todo el bien que me ha hecho? / Alzaré la copa de la salvación, / invocando su nombre. 

La copa no está llena de sangre, sino que es memorial de la sangre. Se ofrece desde las Escrituras un cambio de visión. No se necesita la sangre de nadie, sino el memorial.

Por eso utilizar el término sacrificio es ambiguo, porque se puede dar a entender violencia, víctimización, homicidio, denegación e infravaloración de la vida humana.

Mucho le cuesta al Señor / la muerte de sus fieles.

Porque la vida es un bien, un don de su amor. Esto se refiere a toda la vida, no solamente en su dimensión eterna.

La visión de la exclusiva importancia de la vida eterna llevó en el pasado a matanzas en nombre del Señor. Por afirmar la vida eterna se infravaloró la vida entera y contrariamos el designio del reino.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, / invocando tu nombre, Señor. / Cumpliré al Señor mis votos / en presencia de todo el pueblo

Es nuestro sacrificio: alabar, invocar, cumplir.

Hebreos 9,11-15



REFLEXIÓN

No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.

Jesús es “no más sangre, basta con la mía”. En su nombre lo que toca es la conformación de una cultura no violenta, ni sanguinaria, ni victimizadora, sino más bien de mucha vida, entera y eterna.

El cambio de sacrificios humanos a sacrificios de animales, fue un aporte de Israel en el conjunto de las culturas. Un aporte de humanización.

El cambio de Jesús de Nazareth y sus seguidores, inspirados por él, de sacrificios de animales a la propia oblación, es para los creyentes en su cuerpo y sangre, el culmen de la humanización y hominización. 

También la creación puede respirar porque no será más, en principio, justificado su sacrificio para que el ser humano exista. La clave de la relación deberá ser la autodonación y la oblación.

Marcos 14,12-16.22-26



REFLEXIÓN

cuando se sacrificaba el cordero pascual,

Se ubica la entrega de Jesús en el contexto sacrificial de los corderos para celebrar la Pascua Judía. Con intención teológica se hace: entender el sentido del sacrificio novedoso único de Jesús: sacrificio sin sangre humana, sin víctima humana, sin violencia sobre nada ni humano ni creatural. Termina así un régimen, un enfoque, una perspectiva. 

Desde Jesús de Nazareth y en seguimiento de su actuar, celebraremos la alabanza al Padre con la sangre que ofrece vida del Hijo.

"Tomad, esto es mi cuerpo."

Jesús cede su identidad, la comparte. Desde ahora en adelante estamos invitados a ser otros Cristos para servicio del reino del Padre.

Se oye mucho hoy sobre la ambiguación y la ambigüedad como síntomas del déficit de identidad en las personas e instituciones. Por y para  eso se refundan.

La identidad de Jesús en su cuerpo donado y entregado significan sus palabras y su obras en servicio del designio, del reino de su Padre.

"Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos

Lo único que queda del antiguo régimen es el memorial. La capacidad del imaginario popular para no olvidar jamás, para vivir la presencia siempre.

Jamás y siempre son conceptos duros para la mentalidad líquida de hoy. Se requiere inspiración y acompañamiento del Espíritu.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1401502935805304833?s=20

motivaciondehoy


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Festividad del Cuerpo de Cristo

Éxodo 24,3-8

Salmo responsorial: 115

Hebreos 9,11-15

Marcos 14,12-16.22-26

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO, JUEVES DESPUÉS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, SOLEMNIDAD

Santo Tomás de Aquino Opúsculo 57, en la fiesta del Cuerpo de Cristo 1-4 

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipe de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que hecho hombre, divinizase a los hombres. Además, entregó por nuestra salvación todo cuan tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados. Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida

REFLEXIÓN

Aplicar la etiqueta “víctima” no es ya un título inadecuado a alguien como Jesús de Nazareth, quien se ofreció en la cruz al Padre como chivo expiatoria, siervo de Yahveh, por muchos pecadores. Las víctimas de diferentes crímenes son hoy los justos, los pobres, los oprimidos, los indignos de antaño. Su visibilidad se ha venido intensificando desde el Holocausto anti semita, el apartheid de los negros, el genocidio de los amerindios, la discriminación, los abusos y violaciones sexuales a niños y mujeres. Y la eucaristía memorial, memoria inagotable a cargo del Espíritu Santo del Señor Jesús, pondrá en estos tiempos sobre el altar los memoriales de víctimas dispersas por todo el planeta, sean pueblos o sean individuos.