sábado, 20 de julio de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA



De las confesiones de San Agustín, obispo
(Lib 10, 26, 37—29, 40: CSEL 33, 255-256)
Toda mi esperanza está puesta en tu gran misericordia

Señor, ¿dónde te hallé para conocerte —porque ciertamente no estabas en mi memoria antes que te conociese—, dónde te hallé, pues, para conocerte, sino en ti mismo, lo cual estaba muy por encima de mis fuerzas? Pero esto fue independientemente de todo lugar, pues nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, esto se lleva a cabo sin importar el lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y, a un mismo tiempo, respondes a todos los que te interrogan sobre las cosas más diversas.

Tú respondes claramente, pero no todos te escuchan con claridad. Todos te consultan sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que quieren. Optimo servidor tuyo es el que no atiende tanto a oír de ti lo que él quisiera cuanto a querer aquello que de ti escuchare.

¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.

Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será realmente viva, llena toda de ti. Tú, al que llenas de ti, lo elevas, mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mí mismo una carga. Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de ser aplaudidas, y no sé de qué parte está la victoria.

¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Contienden también mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé a quién se ha de inclinar el triunfo. ¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable.

¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo un servicio? ¿Quién hay que guste de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos. Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlo. Porque, aunque goce en tolerarlo, más quisiera, sin embargo, que no hubiese que tolerar. En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas, en el que la vida humana no sea una lucha? ¡Ay de las prosperidades del mundo, pues están continuamente amenazadas por el temor de que sobrevenga la adversidad y se esfume la alegría! ¡Ay de las adversidades del mundo, una, dos y tres veces, pues están continuamente aguijoneadas por el deseo de la prosperidad, siendo dura la misma adversidad y poniendo en peligro la paciencia! ¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo sin interrupción un servicio?

Pero toda mi esperanza estriba sólo en tu muy grande misericordia.

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 


VIERNES 15 DE TIEMPO ORDINARIO

Año par




REFLEXIÓN

Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

"Señor, acuérdate que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada."

Solo una oración honesta consigo mismo puede expresar si la propia vida ha procedido de acuerdo al designio del Señor. Ciertas coyunturas de la existencia se prestan a tal confrontación con la conciencia.

Pero aun si no pudiéramos, como Ezequías, afirmar que hemos sido correctos siempre con el Señor, nos queda apelar a su misericordia para que supla nuestra justicia.

En momentos terminales se cruzan líneas trascendentes para nuestra opción fundamental. Por un lado nuestro deseo de vivir la vida que deseamos y creemos merecer.  

Además el compromiso para un nuevo mejor rumbo, que se gesta en lo más profundo, como acción de gracias por su misericordia.



REFLEXIÓN

Interleccional: Isaías 38

Los que Dios protege viven, / y entre ellos vivirá mi espíritu; / me has curado, me has hecho revivir

Lo que sea nuestra vida y suerte en las vicisitudes de la existencia, contaremos con la protección del Señor. 

Esta es la sanación más profunda de nuestra debilidad.


Mateo 12, 1-8



REFLEXIÓN

tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos.

«Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado».

Por regulaciones humanas disfrazadas de voluntad de Dios.

En la historia humana se dan personas y grupos que montan un observatorio –como le dicen ahora- de la conducta ajena, para censurar y descalificar. 

Es el síndrome de intolerancia.

De parte del Señor primero es la necesidad que hay que resolver, luego la norma que regula. 

No siempre la norma regula todo. Y el Espíritu interviene para dar la solución.

«¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros?

Porque la Escritura muestra caminos para escuchar el Espíritu más que la ley.

los sacerdotes violan el sábado en el templo y no por eso cometen pecado?

Aun en lo sagrado se puede violar la ley

Entre violar y violar hay prioridades. Violar la necesidad por el hambre es más serio que violar la norma.

Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa

Pues yo digo que aquí hay alguien que es más grande que el templo.

Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Como fruto de la conversión al reino merece darse más misericordia y menos condenación. La construcción de la fraternidad lo requiere. 

Frenar las corrientes de maledicencia que bullen en nosotros y saltan hacia los demás no es poca cosa como aporte a esa construcción.

El sábado es el descanso del Creador y su memorial. Ahora es también del Hijo del hombre, de todo hombre y mujer, y su necesidad auténtica.

motivaciondehoy

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Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

Interleccional: Isaías 38

Mateo 12,1-8

Es decir que no hay manera de atajar la búsqueda de solución urgente y coyuntural de una necesidad apremiante, aunque la letra de una regulación lo prohiba. Ese recurso inédito de la necesidad apremiante y perentoria se impone por sí solo, queramos, permitamos o no. Legislar viene después, el orden viene después, pero no anticipa lo inédito. El sabio sabe que hay que hacerse a un lado y buscar refugio cuando la avalancha se nos viene encima. Eso enseña Jesús, sobre la rigidez en la guarda de la norma, al invocar el precedente del rey David.