sábado, 7 de diciembre de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA

BEATO CARLO

                                     

De las Cartas de san Ambrosio, obispo

(Carta 2, 1-2. 4-5. 7: PL 16 [edición 1845], 847-881)

 

EL ATRACTIVO DE TUS PALABRAS HAGA DÚCTIL A TU PUEBLO

 

Has recibido la carga del sacerdocio. Sentado en la popa de la Iglesia, gobiernas la nave en medio de las olas que la combaten. Mantén firme el timón de la fe, para que las fuertes tormentas de este mundo no te hagan desviar de tu rumbo. El mar es ciertamente grande y dilatado, pero no temas, porque él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

 

Por ello no es de extrañar que, en medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del Señor, edificada sobre la roca apostólica, permanezca estable y, a pesar de los furiosos embates del mar, resista inconmovible en sus cimientos. Las olas baten contra ella, pero se mantiene firme y, aunque con frecuencia los elementos de este mundo choquen con gran fragor, ella ofrece a los agobiados el seguro puerto de salvación.

 

Sin embargo, aunque fluctúa en el mar, se desliza por los ríos, principalmente por aquellos ríos de los que dice el salmo: Levantan los ríos su voz. Porque existen unos ríos que manan de aquel que ha tomado de Cristo la bebida y ha recibido el Espíritu de Dios. Éstos son los ríos que, por la abundancia desbordante de la gracia espiritual, levantan su voz.

 

Y existe también un río que se precipita entre sus santos como un torrente. Y existe un río que, como el correr de las acequias, alegra al alma pacífica y tranquila. Todo aquel que recibe de la plenitud de este río, como Juan Evangelista, como Pedro y Pablo, levanta su voz; y, así como los apóstoles pregonaron por todos los confines de la tierra el mensaje evangélico, así también éste se lanza a anunciar esa Buena Nueva del Señor Jesús. Recibe, pues, de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de Cristo, aquella que alaba al Señor. Recoge el agua proveniente de diversos lugares, la que derraman las nubes de los profetas. Todo aquel que recoge el agua de los montes, el que la hace venir y la bebe de las fuentes, la derrama luego como las nubes. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón quede humedecida y regada por sus propias fuentes.

 

Para llenarse de esta agua es necesaria una frecuente e inteligente lectura; así, una vez lleno, regarás a los demás. Por esto dice la Escritura: Si las nubes van llenas, vierten lluvia sobre la tierra.

 

Sean, pues, tus palabras fluidas, claras y transparentes, de modo que tu predicación infunda suavidad en los oídos de tu pueblo y con el atractivo de tus palabras lo hagas dúctil. De este modo te seguirá de buen grado a donde lo lleves.

 

Tus exhortaciones estén llenas de sabiduría. En este sentido, dice Salomón: Las armas del espíritu son los labios del sabio; y, en otro lugar: Tus labios estén atados por la inteligencia, es decir, que tus sermones brillen por su claridad e inteligencia, y que tus exhortaciones y tratados no tengan necesidad de apoyarse en las afirmaciones de los demás, sino que tus palabras se defiendan con sus propias armas, y que ninguna palabra vana y sin inteligencia salga de tu boca.

viernes, 6 de diciembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 1 de Adviento

Isaías 29,17-24



REFLEXIÓN

Pronto, muy pronto

Este sentido del tiempo del profeta nos sienta como ironía desde la perspectiva de nuestras angustias.

Por eso hay una bienaventuranza que se relaciona con los que sin ver creen.

Cuál es la felicidad de la esperanza desnuda que sin recibir aparententemente anticipaciones de cumplimiento puede mantenerse erguida y sustentadora?

Debe ser una gracia del Señor que mantiene en su presencia a los espíritus vivificados por su Espíritu, sin alicientes, ni recompensas, ni dádivas, como se sostiene un siervo que hace lo que tiene que hacer, sin ningún reconocimiento.

Algo escandaloso de oir y pensar en nuestro tiempo, cuando el reconocimiento mínimo es condición sine qua non de crecimiento personal.

Estaríamos entrando en la fe desnuda, que se fía como Abraham, aunque las condiciones no dan visos de ningún tipo de cumplimiento.

De qué se trata todo esto? De alguna forma esto tiene que ver con su Nombre, con su Gloria, con su Misterio.

Éste brillará en tiempo oportuno. Y entonces comprenderemos.

Hay un llamado de testigos que nos precedieron en ese sentido: hallar la felicidad en el despojo y abandono absolutos, donde sólo queda Él.

Es la noche oscura del Espíritu, es la tercera manera de humildad, es la soledad de la montaña.

aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos

Israel bíblico aprendió a escuchar a su Dios, primero en la voz de sus enviados y después en la voz y palabras grabadas en escritos. Un proceso de guardar, asumir, repetir en circunstancias distintas, e intentar obedecer. Respetó y aceptó el proceso humano de comunicación como inspirado por el Señor y le dio culto.

En nuestros días, tras años de escrutinio del legado bíblico, alejados de la voz de los enviados del Señor Jesús, se da lugar a criterios minimalistas y maximalistas sobre esa inspiración de Dios.

Sin embargo para el creyente sincero y transparente, su fidelidad a la palabra no entra en angustias, dudas e increencia porque algunos eruditos investiguen el carácter de esa inspiración hasta quedar en nada, y la Palabra se reduzca a un vestigio cultural de épocas anteriores.

Las palabras de la Palabra no se leen.Se escuchan.

Escuchar implica más que mirar o leer. Se puede leer y no escuchar. Leer y no comprender. Si no que lo digan los educadores.

El Señor sabía que se toma un riesgo al dejar que su Espíritu en forma de voz se escribiera.

Se trataba de pasar de una cultura oral a otra escrita. Cosas del progreso que no siempre traen exclusivamente cosas buenas.

Por eso, y para preservar su Palabra viva, envió profetas que devolvían el aliento a su Palabra, y por fin en un acto exagerado de compromiso envió a su Hijo para encarnar su Palabra.

Por lo tanto escuchar la Palabra no puede pasar de moda, porque es la única forma de sintonizar con el designio del Señor.

Escucharla es también poner atención a las encarnaciones que reflejan en la historia en curso a Jesús de Nazareth, el hombre Palabra.

Porque no obstante el cansancio que tenemos de hacerle caso a los planes y propuestas mesiánicos, nos mueve todavía la persona que encarne valores.

Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor, y los más pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar y, con trampas, al que defiende en el tribunal, y por nada hunden al inocente."

Sara la mujer de Abraham se reía de la Promesa de descendencia, por su edad.

La mujer de Job le echa en cara su lealtad tras el infortunio.

Así le puede suceder al creyente que al vivir la opresión y la injusticia, le cuesta creer que algo bueno pueda advenir para los postrados en el mal: sus víctimas.

Así ocurre con algunos apóstoles que se identifican con las víctimas cuando las acompañan en su sufrimiento, y pierden la esperanza junto con ellas.

Es algo crucial: creemos o no, esperamos o no, estamos en una actitud de adviento, de advenimiento de la salvación, de la liberación?

Quizás debamos ponernos serios en preguntarnos y no dejarnos adormecer por tanto rito y devoción rutinaria, cíclica y mercantilizada.

Son los más pobres los mayormente interesados en sentir y vivir la Palabra como propia palabra del Señor, porque allí radica su esperanza de justicia y verdad.

Son ellos quienes mantienen la vigilia de la presencia de la voz del Señor y no los eruditos que la minimizan, e incluso se predican a sí mismos.

De este riesgo nos previene Pablo cuando pide a sus comunidades no hacer caso de predicaciones contrarias.

Quizás con mente culta, pluralista y relativizadora el erudito actual pretende disminuir todo poder que no sea el suyo, pero el atentado no es contra una pieza de museo, que lo parece este mensaje milenario, sino contra la supervivencia de la justicia al oprimido en esta tierra enseñoreada de opresores.

ya no se sonrojará su cara, pues, cuando vea mis acciones en medio de él, santificará mi nombre,

Un fruto de la lectura y escucha de la palabra inspirada es ver las acciones del Señor en el acontecer de la historia, donde otros sólo ven eventos ideológicamente concatenados.

Este es el fruto: un conocimiento más profundo del Señor; en fin de cuentas: lo único verdaderamente necesario.

La captación existencial y vivencial del Principio y Fundamento.

Salmo responsorial: 26



REFLEXIÓN

Espera en el Señor, sé valiente, / ten ánimo, espera en el Señor

Valor! Es la recomendación del Espíritu en estas festividades.

Ánimo! Es la exhoración de la Palabra que trae la esperanza.

Rebusquemos en la memoria los cumplimientos parciales de salvación, para que no caigamos en la desconfianza.

Dar testimonio del Señor en este mundo no trata sólo de concertar, ni de sinergia, sino también de discrepar y afirmar la identidad sentida como auténtica.

Mateo 9,27-31



REFLEXIÓN

dos ciegos seguían a Jesús

Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?"

Para responder que sí, que creemos que puede Jesús hacer por nosotros, se requiere que caigamos en cuenta de nuestra necesidad, no de lo que suponemos que es.

Porque nuestra ceguera puede ser tal que tomemos por necesidad en nuestra existencia algo que es una consecuencia de la verdadera necesidad.

Así podemos pedir salud, pero no necesitaremos más bien saber vivir saludablemente? Porque de qué vale sanar, si vivo insalubremente y vuelvo a enfermar?

Así podemos pedir bienestar económico, pero si la necesidad es más bien saber vivir con mi capacidad económica, volveré a la pobreza si vuelvo a derrochar.

Por eso la pregunta de Jesús es muy importante: creen que puedo curar su ceguera?

Bautizados en la pascua de Jesús los seguidores de su evangelio del Reino pedimos ver, cuando accedemos a su palabra.

Ver la vida, ver la historia, ver el universo y ver su justicia a los empobrecidos, víctimas indefensas.

Sólo sí creemos en esa posibilidad, por Jesús de Nazaret y con él.

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Viernes 1 de Adviento

Isaías 29,17-24

Salmo responsorial: 26

Mateo 9,27-31