lunes, 28 de junio de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



San Agustín Sermón 47, sobre las ovejas 1.2.3.6

Las palabras que hemos cantado expresan nuestra convicción de que somos rebaño de Dios: Él es nuestro Dios, creador nuestro. Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebano que él guía. Los pastores humanos tienen unas ovejas que no han hecho ellos, apacientan un rebaño que no han creado ellos. En cambio, nuestro Dios y Señor, porque es Dios y creador, se hizo él mismo las ovejas que tiene y apacienta. No fue otro quien las creó y él las apacienta, ni es otro quien apacienta las que el creo. Por tanto, ya que hemos reconocido en este cántico que somos sus ovejas, su pueblo y el rebaño que él guía, oigamos qué es lo que nos dice a nosotros, sus ovejas. Antes hablaba a los pastores, ahora a las ovejas. Por eso, nosotros lo escuchábamos, antes, con temor, vosotros, en cambio, seguros. Cómo lo escucharemos en estas palabras de hoy. ¿Quizá al revés, nosotros seguros y vosotros con temor? No, ciertamente. En primer lugar porque, aunque somos pastores, el pastor no sólo escucha con temor lo que se dice a los pastores, sino también lo que se dice a las ovejas. Si escucha seguro lo que se dice a las ovejas, es porque no se preocupa por las ovejas. Además, ya os dijimos entonces que en nosotros hay que considerar dos cosas: una, que somos cristianos; otra, que somos guardianes. Nuestra condición de guardianes nos coloca entre los pastores, con tal de que seamos buenos. Por nuestra condición de cristianos, somos ovejas igual que vosotros. Por lo cual, tanto si el Señor habla a los pastores como si habla a las ovejas, tenemos que escuchar siempre con temor y con ánimo atento..

REFLEXIÓN

No hay seguridad absoluta en nada, sólo fortaleza en la esperanza, ya seamos pastores o seamos ovejas. Menos ser machos cabríos disonantes en medio del rebaño de ovejas. Todos a nuestro turno somos pastores, y a nuestro turno ovejas del común. Unas veces liderando y  absorbiendo las exigencias del mismo liderazgo. Otras obedeciendo, cumpliendo lo que se nos señala para el bien de todos. Los machos cabríos son la oportunidad de revolver esa mansedumbre, y desorientar tanto a pastores como a ovejas. Por eso no hay seguridad absoluta.

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