Miércoles
12 de tiempo ordinario
Año Par
2Reyes
22, 13; 23, 1-3
REFLEXIÓN
el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros
padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él
Se
dice que el hallazgo del libro que confirmaba la Alianza antigua y la
rememoraba, fue una estratagema real para tener poder y hacer reformas.
Así
analizado, no hay libro de la Palabra que no haya visto la publicación como
algo político, relacionado con el poder.
No
podía ser de otro modo si la mayoría de las ediciones y publicaciones eran
hechas por escribas al servicio de las cortes y los templos.
Incluso
las que hacían los movimientos seguidores de profetas y escribían sus oráculos,
eran aprovechados posteriormente por el poder de turno para favorecer sus
políticas.
Se
trata de una Palabra atrapada en la urdimbre del cálculo de poder de la palabra
humana? O su poder trasciende ese cálculo y produce el efecto del designio del
Señor aun a pesar de la palabra humana?
Desde
la perspectiva inmanente cerrada a la trascendencia de fe, la Palabra es solo
palabra.
Hoy
vivimos una “primavera” de la comunicación de masas mediante las redes de
comunicación social.
Las
protestas para defender derechos y denunciar abusos se multiplican globalmente.
Son como los seguidores de los profetas y literalmente lo que se dice al oído se escucha desde las
terrazas.
Ya
el poder establecido no es la única voz global que pueda mantener cautiva la
audiencia en su vestigio de verdad.
Hasta
aquí la elegía. Porque la Palabra en la que creemos también ha de mostrar su
independencia y libertad del posible cálculo de estas redes sociales, poder
público anónimo de turno.
Por
eso requerimos de la autocrítica como servicio de liberación de la Palabra de
cualquier cálculo y de cualquier poder. Otro estilo de política
contra-política: una meta-política.
selló
ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos,
normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las
cláusulas de la alianza escritas en aquel libro.
El pueblo
entero suscribió la alianza.
Se
trata del compromiso del pueblo para guardar la Alianza. Ese es el efecto
buscado de la Palabra acogida: cumplir.
Así
Jesús, Palabra encarnada, visibilizó en su existencia el cumplimiento del Reino
de su Padre.
Salmo
responsorial: 118
REFLEXIÓN
Inclina mi corazón a tus preceptos, / y no al interés
Ignacio
de Loyola sostiene en sus Ejercicios que tanto se adelantará en la vida del
Espíritu cuanto nos apartemos de todo amor, querer e interés, de todo cálculo
de poder.
dame vida con tu justicia
La
vida de la justicia se alcanza mediante una caridad discernida.
Mateo 7,15-20
REFLEXIÓN
"Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel
de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A
ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles
sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no
puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da
fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los
conoceréis".
En
nuestro discernimiento cotidiano de hechos y personas debemos contar con
criterios como el que nos ofrece esta Palabra evangélica. Mirar la calidad de
frutos de un individuo u obra nos puede anticipar la calidad de persona que es.
Pero
atravesamos una época compleja de enorme confusión de buenos y malos frutos,
simultáneamente en el mismo sembrado.
Hemos
de echar mano de otro criterio evangélico que nos dice no arrancar la mala
hierba, para no arrancar también el fruto.
No
podemos precipitarnos en juzgar, sino madurar en sabiduría, para que la Palabra
muestre el superávit o el déficit de la buena voluntad del corazón.
Alguien
que sabe de agricultura o mínimamente de plantas, ve que si una fruta es buena,
el árbol o planta es bueno.
También
el panorama puede hacerse complejo, en intrincado trenzado de lo bueno y lo
malo: árboles que dan algunos frutos buenos, pero no todos.
Tal
complejidad requiere una discernimiento espiritual que pondere y sopese el
verdadero bien, el más urgente, el más universal, el más generoso y solidario.
Y
una voluntaria purificación de todo apego y egoísmos detectado como
injustificado y dañino para sí y para otros.
Por
eso las escuelas clásicas de espiritualidad encomiaban el sacrificio asceta,
para mantener una tendencia a la prontitud en tal purificación purgativa.
Con
la mentalidad actual hedonista, que mira el sufrimiento como el mal por
definición, se ha echado a pique la estrategia de alerta para detectar nuestra
injusticia y proceder e extirparla.
Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan
frutos malos
Una
relación fuera de ley de Dios, puede dar pie a buenas acciones. Pero también
colateralmente a injusticias y sufrimiento a otros. Puede ser escándalo para la
fe y el amor. Puede producir víctimas.
Entonces:
ese árbol será bueno? Es el problema de la justificación, que sólo se resuelve
en la misericordia del Señor, confiando en su justo juicio.
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