lunes, 31 de octubre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 31 de tiempo ordinario

Año Par

Filipenses 2, 1-4



REFLEXIÓN

No obréis por rivalidad ni por ostentación,

dejaos guiar por la humildad y

considerad siempre superiores a los demás

No parece entonces que con nuestro tiempo se inventó la rueda, porque tenemos iguales o parecidos defectos en nuestra vida de relación y de sociedad: competitividad, arrogancia y soberbia, todo ello en nombre de la autoestima.

Si es bueno para mi autoestima, es bueno para mí, se dice.

No se enfatiza por igual la altero estima, que significa considerar superiores a los demás.

Porque la auto y la altero son valoraciones que hacemos de nosotros en el contexto de la valoración de los demás.

El objetivo debía consistir en promover la estima propia con tal de no perjudicar la de otros. Y promover la ajena con tal de perjudicar la mía.

A lo que nos debe llevar, por lo tanto, es a una comunidad: un modo de convivir en el que todos nos veamos incluídos en el respeto y aprecio.

Salmo responsorial: 130



REFLEXIÓN

Sino que acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre

Si nuestra educación por el ejemplo y testimonio se volcara pronunciadamente a incoar el autocontrol quizás lograríamos mejores personas, parejas, familias y ciudadanos.

Fluirían entonces los valores democráticos que permiten la participación, el consenso y la convivencia armoniosa.

Parte de nuestros males, entonces, somos los educadores, líderes, dirigentes y pastores de todo tipo, porque nuestro ejemplo no es íntegro, sino que en alguna forma nos infecta la corrupción de la autoestima a costa de la altero estima.

Lucas 14,12-14



REFLEXIÓN

no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Ser correspondidos en las relaciones amistosas es la expectativa común y la motivación que nos mantiene en ellas. Es un canon del mundo y se mira mal a quien no corresponde. Pronto es aislado y orillado.

Muchos llamados a la evangelización caen en el pantano del amiguismo y la correspondencia. Se olvidan de migrar frecuente y constantemente a los pobres que no pueden o no quieren corresponder.

invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos

Si vamos a trabajar como servidores del evangelio debemos convencernos que la correspondencia es de otro nivel, de otro tipo.

Esperarla no nos corrompe como otra clase de correspondencia.

Para organizar una sociedad solidaria, como alternativa de la sociedad codiciosa, se requiere fe, esperanza y ágape orientados a la fraternidad

Y orientados también, pero no menos, al fin, cual es la comunidad eterna del Padre.

Se trata de una inversión a largo plazo, que convoca pocos inversionistas.

Éstos más bien están interesados en ganancias materiales rápidas y exorbitantes y sin tasas impositivas. Además de codicia padecen de avaricia.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1587042610329358339?s=20&t=HkdZJZY65xGmB-i-7KxL2g

BEATO CARLO


 
De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 82-83)
 
NECESIDAD DE INCULCAR SENTIMIENTO QUE LLEVAN A LA PAZ

 

Procuren los hombres no limitarse a confiar sólo en el esfuerzo de unos pocos, descuidando su propia actitud mental. Pues los gobernantes de los pueblos, como gerentes que son del bien común de su propia nación y promotores al mismo tiempo del bien universal, están enormemente influenciados por la opinión pública y por los sentimientos del propio ambiente. Nada podrían hacer en favor de la paz si los sentimientos de hostilidad, desprecio y desconfianza, y los odios raciales e ideologías obstinadas, dividieran y enfrentaran entre sí a los hombres. De ahí la urgentísima necesidad de una reeducación de las mentes y de una nueva orientación de la opinión pública.

 Quienes se consagran a la educación de los hombres, sobre todo de los jóvenes, o tienen por misión educar la opinión pública consideren como su mayor deber el inculcar en todas las mentes los sentimientos nuevos que llevan a la paz. Es necesario que todos convirtamos nuestro corazón y abramos nuestros ojos al mundo entero, pensando en aquello que podríamos realizar en favor del progreso del género humano si todos nos uniéramos. No deben engañarnos las falsas esperanzas. En efecto, mientras no desaparezcan las enemistades y los odios y no se concluyan pactos sólidos y leales para el futuro de una paz universal, la humanidad, amenazada ya hoy por graves peligros a pesar de sus admirables progresos científicos, puede llegar a conocer una hora funesta en la que ya no podría experimentar otra paz que la paz horrenda de la muerte. La Iglesia de Cristo, que participa de las angustias de nuestro tiempo, mientras denuncia estos peligros no pierde con todo la esperanza; por ello no deja de proponer al mundo actual, una y otra vez, con oportunidad o sin ella, aquel mensaje apostólico: Ahora es el tiempo propicio, para que se opere un cambio en los corazones, ahora es el día de salvación.

 Para construir la paz es preciso que desaparezcan primero todas las causas de discordia entre los hombres, que son las que engendran las guerras; entre estas causas deben desaparecer principalmente las injusticias. No pocas de estas injusticias tienen su origen en las excesivas desigualdades económicas y también en la lentitud con que se aplican los remedios necesarios para corregirlas. Otras injusticias provienen de la ambición de dominio, del desprecio a las personas, y, si queremos buscar sus causas más profundas, las encontraremos en la envidia, la desconfianza, el orgullo y demás pasiones egoístas. Como el hombre no puede soportar tantos desórdenes, de ahí se sigue que, aun cuando no se llegue a la guerra, el mundo se ve envuelto en contiendas y violencias.

 Además, como estos mismos males se encuentran también en las relaciones entre las diversas naciones, se hace absolutamente imprescindible que, para superar o prevenir esas discordias y para acabar con las violencias, se busque, como mejor remedio, la cooperación y coordinación entre las instituciones internacionales y se estimule sin cesar la creación de organismos que promuevan la paz.