San Andrés apóstol
Romanos 10,9-18
REFLEXIÓN
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree
que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás
El
exterior y lo profundo e íntimo de la persona individual debe estar
comprometida con el Kerygma, el mensaje central de la evangelización, con el
Señor Jesús y la obra del Señor Dios, su Padre en él.
Este
compromiso tiene dos desafíos principales:que sea juzgado aceptable para la
salvación por parte del Señor, Dios nuestro. Y que motive obras congruas, que
correspondan a la profesión.
Si no un
signo de interrogación se abre sobre su validez y eficacia. Por eso hasta el
fin, nuestra confianza está en su misericordia, que pondera nuestra fidelidad.
Ni la
confesión exclusivamente es garantía y seguridad de salvación, ni las obras,
por su lado.Son errores que constantemente nos rondan, como polos de una
equizofrenia en la existencia creyente.A fuerza de confesiones creemos
garantizar la salvación, porque sentimos alivio. A fuerza de obras también, porque
nos parece solucionar problemas sociales.
Pero la
salvación, la vida plena en el Señor, en comunión con Él y su amistad, es en
definitiva un juicio frente al cual nos posicionamos en su misericordia y no en
el pago de una confesión o el mérito de una obra.
Por la fe del corazón
llegamos a la justificación,
y por la profesión de los labios,
a la salvación
En este
versículo hay una estructura llamativa y no común: la primera parte de ambas no
es sinonimia sino amplificación, despliegue.
Porque
la “fe del corazón” se amplifica en su sentido con la “profesión de los
labios”.
La
segunda parte sí es sinonimia, porque “justificación” es una forma de
ver”salvación”.
La
primera parte alude a totalidad de la persona:interna y externa, individual y
social.
La segunda
se enfoca en un sentido de salvación como es la justificación.
Ésta en
su origen puede haber tenido un origen forense, jurídico:una declaración
autorizada sobre la inocencia de alguien como resultado de un juicio.
Pero en
sentido paulino va más allá: la recuperación del estado de amistad con Dios,
volver a ser justos.
Puestas
en relación la primera y segunda parte del versículo se puede atisbar un
sentido tal como: haber sido hechos justos nuevamente en nombre de Jesús atañe
a la totalidad de la persona incluyendo su proyección social.
"Nadie que cree en él
quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que
uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan
Tal
praxis de fe está a disposición de toda sinceridad sin discriminación. Es el
sentido de la no distinción entre judío y griego.
Hoy en
día existe una fuerte inclinación y sensibilidad a enfocar el sentido de fe más
allá de la exclusividad en los del propio credo tradicional para tener en
cuenta otros credos:también antiguos y hasta nuevos.
Una
explicación sociocultural atribuye este movimiento de sensibilidad al desgaste
de las religiones organizadas tradicionales.
Más allá
de eso lo podemos asumir como signo de los tiempos que sonoramente nos inducen
a ser receptivos con otras confesiones de labios, pero con un solo corazón.
¿cómo van a invocarlo si no creen en él?; ¿cómo van a creer,
si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo
van a proclamar si no los envían?
Para
salvarse en misericordia hay que confesar, creer, oir hablar, oir proclamar,
que el que proclama sea enviado. Una cadena de transmisión hasta que el mensaje
es recibido. No es suficiente un enviado, sino que debe proclamar. Y a su vez
la proclama debe producir un conocimiento, que a su vez puede llegar a suscitar
la fe y por esta la salvación. Por lo que entre los extremos del enviado y la
salvación, hay condiciones que llenar, todas colgadas de la misericordia del
Señor, de su gracia, de su don, de la eficacia de su Espíritu. El operario de
la viña del Señor, el evangelizador es un trabajador carismático. Cosa que
puede ahogar y opacar una institucionalidad creada por hombres.
Se urge
una consecuencia perentoria:la fe del corazón expresada en los labios, desde
cualquier rincón tiene que ser comunicada, compartida para hacer nacer o avivar
la fe.
"Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?"
No
debemos inhibirnos de esta proyección de nuestra fe si no parece despertar la
fe de los que escuchan.
No se
nos han dado garantías de que seremos escuchados. No obstante seguimos siendo
llamados a compartir, porque es la dinámica de la fe del corazón.
Salmo responsorial: 18
REFLEXIÓN
Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su
voz, / a toda la tierra alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su
lenguaje
Con solo
abrir los ojos y oidos entra en nosotros la naturaleza para dar oportunidad de
convertirse en creación y en ella un Creador. Es un camino para llegar a la fe
del corazón y los labios.
La
contemplación para alcanzar amor de los ejercicios ignacianos, como final que
persiste de ese peregrinar de un mes, nos dispone a tal contacto de fe con la
creación, para aprender a comunicar implícita y explícitamente nuestra
convicción.
Ese es
el sentido de contemplar ignaciano:abrirse ahora a una revelación de la Palabra
y contagiarse de la urgencia de compartir.
Mateo 4,18-22
REFLEXIÓN
Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón,
al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago,
pues eran pescadores
Compartir
la fe del corazón comunicarla con los labios y los gestos de solidaridad son
como los encuentros de Jesús con la personas en su tiempo, cuando él veía
detenidamente a las personas y estimaba su potencial para el reino más allá de
las apariencias.
Esa fe
comunicada puede ser para muchos la experiencia de un Jesús histórico, hecho
presente en medio de las actuales circunstancias y necesidades.
"Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres."
A menos
que la fama de Jesús le precediese ya, y juntarse a él y su caminar, fuera una
oportunidad de mejoramiento social, la propuesta de Jesús, en frío, resulta un
desafío enorme:dejar su medio de vida, el sustento de sus familias, su lugar en
la sociedad, hasta su cierta independencia, lo conocido, para irse a lo nuevo,
incierto, aventurero.Muy romántico, pero quizás “una locura”, como podrían
decirle sus familias.
Una
transformación de nuestros proyectos de vida es lo que puede significar la fe
en Jesús de Nazareth.
Entonces
las nuevas dimensiones de nuestra proyección social son insospechadas porque no
sabemos todo lo que podemos llegar a ser.
Inmediatamente dejaron la barca y
a su padre y lo siguieron
Cuando
esos pescadores entrevieron el nuevo programa quedaron cautivados por la
brillantez de tal futuro y se sintieron capaces de desarraigarse y salir de sus
apegos.
Eso
puede pasar con nuestra fe. Que emigremos de nuestra perspectiva actual con sus
prejuicios hacia una tierra prometida, si compartimos nuestra fe.
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