lunes, 12 de diciembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Nuestra Señora de Guadalupe

Zacarías 2,14-17



REFLEXIÓN

vengo a habitar en ti -oráculo del Señor

Como oráculo de la divinidad puede confundirse, en este tiempo de relatividad religiosa, con cualquier sitio de oráculos, donde se acudía para tener contacto con el destino que siempre se muestra incierto.

Pero en este caso la Palabra avisa que viene a nosotros, como nosotros. Ya no hay que buscarlo más fuera de nosotros, porque en nosotros está, el más amigable de los dioses que conozcamos.

La Palabra nos trae un texto que separa las biblias protestantes o reformadas de las católicas.

Éstos porque buscan mayor fidelidad a las fuentes originales, lo que también argumentan las católicas.

Sin embargo las ideas de este texto y sus imágenes no son exclusivas sino que resuenan en otros textos proféticos como Sofonías o Isaías. Así que tampoco se trata de inventar algo.

El Señor promete morar, convivir, inhabitar. Es la antigua aspiración humana: llegar a ser Dios o de Dios. Identidad y pertenencia con lo máximo.

Pero el texto nos enfatiza que no es nuestro anhelo o proyección el que hace la convivencia divina, sino Dios que viene a nosotros.

Porque la Palabra está dirigida a Sión, ciudad de David, Jerusalén, ciudad de Paz. Pero los católicos la trasladaron desde temprano a María, la madre de Jesús, y también a nosotros el pueblo del Señor.

sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti

Saber algo o saber de algo indica sabiduría. Se trata de algo vivencial. De un sexto sentido que resuena y vibra con el paso del Señor.

Es así como debe proceder nuestra fe. Como un sonar ante la presencia del objeto configurado. Por el bautismo hemos sido configurados a la fe en el Padre y debiéramos vibrar con su presencia.

Salmo responsorial 95



REFLEXIÓN

Cantad

Proclamad

Aclamad

Decid

Sabiduría de la fe como proceso que celebra, afirma, da gloria y comunica su vivencia de la Palabra.

Es precisamente lo que la comunidad creyente celebra y festeja de María, la madre del Señor: que es un modelo de fe.

él gobierna a los pueblos rectamente

El Señor de nuestra fe gobierna rectamente por estar en medio de su pueblo, y escuchar lo que dice.

Lucas 1,39-45



REFLEXIÓN

María se puso en camino y fue aprisa a la montaña

Para María la experiencia del Señor encarnado en ella deviene servicio, sensibilidad y cuido.

Una mostración inmediata del efecto de la Palabra que interviene en la historia para transformarla en una mejor calidad.

Le vino bien a María ocultarse un poco donde su prima, porque estaba encinta y aunque José la aceptó por consejo del ángel, se habría podido condenar por la apariencia de adúltera. Corría peligro en su aldea de origen, si se llegaba a saber.

Pero también deseamos reconocer en su gesto la solidaridad que lleva a prestar servicio a quien lo puede necesitar, más allá de las propias e inciertas circunstancias.

Una consecuencia de su fe y una consecuencia de su misión, que ya germina en su seno.

Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá

María, que aprendió en el Espíritu a creer más allá de la duda, será la maestra que enseñe a Jesús también a creer y reconocer la fe que le permite sanar.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1602266062346924032?s=20&t=FzIDJ6LVAtv9IR2IGYWHEQ

BEATO CARLO


“El Rosario es la escalera más corta para subir al Cielo”. “Después de la Santa Eucaristía, el Santo Rosario es el arma más poderosa para combatir al demonio”. 

Del Mensaje del papa Pablo sexto al pueblo mexicano
(L 'Osservatore Romano, 18 de octubre de 1970)
 
EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

 

Amadísimos hijos, deseamos unir nuestra voz a ese himno filial que el pueblo mexicano eleva hoy a la Madre de Dios. La devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos vosotros una constante y particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos guía en estos dos caminos.

 En primer lugar, nos pide que hagamos de Cristo el centro y la cumbre de toda nuestra vida cristiana. Ella misma se oculta, con suprema humildad, para que la figura de su Hijo aparezca a los hombres con todo su incomparable fulgor. Por eso, la misma devoción mariana alcanza su plenitud y su expresión más exacta cuando es un camino hacia el Señor y dirige todo el amor hacia él, como ella supo hacerlo, al entrelazar en un mismo impulso la ternura de madre y la piedad de creatura.

 Pero además, y precisamente porque amaba tan entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió cabalmente ese segundo mandamiento que debe ser la norma de todas las relaciones humanas: el amor al prójimo. ¡Qué bella y delicada intervención de María en las bodas de Caná, cuando mueve a su Hijo a realizar el primer milagro de convertir el agua en vino, sólo para ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es todo un signo del constante amor de la Virgen Santísima por la humanidad necesitada y debe ser un ejemplo para todos los que quieren considerarse verdaderamente hijos suyos.

Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social -como pide el Concilio-, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano, a Cristo, de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.

 El que tiene mucho que sea consciente de su obligación de servir y de contribuir con generosidad para el bien de todos. El que tiene poco o no tiene nada que, mediante la ayuda de una sociedad justa, se esfuerce en superarse y en elevarse a sí mismo y aun en cooperar al progreso de los que sufren su misma situación. Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente para ayudar a forjar ese mundo nuevo que anhela la humanidad.

 Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente.

 Sobre vosotros, muy queridos hijos, imploramos confiado la maternal benevolencia de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, para que siga protegiendo a vuestra nación y la dirija e impulse cada vez más por los caminos del progreso, del amor fraterno y de la pacífica convivencia.