miércoles, 14 de agosto de 2024

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS


 


MIÉRCOLES, XIX SEMANA

De las cartas de san Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir
(Gli scritti di Massimiliano Kolbe eroe di Oswiecim e beato della Chiesa, vol. I, Città di Vita, Florencia 1975, pp. 44-46. 113-114)
El ideal de la vida apostólica es la salvación y santificación de las almaspage510image57259840 page510image57260672

Me llena de gozo, querido hermano, el celo que te anima en la propagación de la gloria de Dios. En la actualidad se da una gravísima epidemia de indiferencia, que afecta, aunque de modo diverso, no sólo a los laicos, sino también a los religiosos. Con todo, Dios es digno de una gloria infinita. Siendo nosotros pobres criaturas limitadas y, por tanto, incapaces de rendirle la gloria que él merece, esforcémonos, al menos, por contribuir, en cuanto podamos, a rendirle la mayor gloria posible.

La gloria de Dios consiste en la salvación de las almas, que Cristo ha redimido con el alto precio de su muerte en la cruz. La salvación y la santificación más perfecta del mayor número de almas debe ser el ideal más sublime de nuestra vida apostólica.

Cuál sea el mejor camino para rendir a Dios la mayor gloria posible y llevar a la santidad más perfecta el mayor número de almas, Dios mismo lo conoce mejor que nosotros, porque él es omnisciente e infinitamente sabio. Él, y sólo él, Dios omnisciente, sabe lo que debemos hacer en cada momento para rendirle la mayor gloria posible. Y ¿cómo nos manifiesta Dios su propia voluntad? Por medio de sus representantes en la tierra.

La obediencia, y sólo la santa obediencia, nos manifiesta con certeza la voluntad de Dios. Los superiores pueden equivocarse, pero nosotros obedeciendo no nos equivocamos nunca. Se da una excepción: cuando el superior manda algo que, con toda claridad y sin ninguna duda, es pecado, aunque éste sea insignificante; porque, en este caso, el superior no sería el representante de Dios.

Dios, y solamente Dios infinito, infalible, santísimo y clemente, es nuestro Señor, nuestro Creador y Padre, principio y fin, sabiduría, poder y amor: todo. Todo lo que no sea él vale en tanto en cuanto se refiere a él, creador de todo, redentor de todos los hombres y fin último de toda la creación. Es él quien, por medio de sus representantes aquí en la tierra, nos revela su admirable voluntad, nos atrae hacia sí, y quiere, por medio nuestro, atraer el mayor número posible de almas y unirlas a sí del modo más íntimo y personal.

Querido hermano, piensa qué grande es la dignidad de nuestra condición por la misericordia de Dios. Por medio de la obediencia, nosotros nos alzamos por encima de nuestra pequeñez y podemos obrar conforme a la voluntad de Dios. Más aún: adhiriéndonos así a la divina voluntad, a la que no puede resistir ninguna criatura, nos hacemos más fuertes que todas ellas. Ésta es nuestra grandeza; y no es todo: por medio de la obediencia, nos convertimos en infinitamente poderosos.

Éste, y sólo éste, es el camino de la sabiduría y de la prudencia, y el modo de rendir a Dios la mayor gloria posible. Si existiese un camino distinto y mejor, Jesús nos lo hubiera indicado con sus palabras y su ejemplo. Los treinta años de su vida escondida son descritos así por la sagrada Escritura: Y siguió bajo su autoridad. Igualmente, por lo que se refiere al resto de la vida toda de Jesús, leemos, con frecuencia, en la misma sagrada Escritura, que él había venido a la tierra para cumplir la voluntad del Padre.

Amemos sin límites a nuestro buen Padre: amor que se demuestra a través de la obediencia y se ejercita, sobre todo, cuando nos pide el sacrificio de la propia voluntad. El libro más bello y auténtico donde se puede aprender y profundizar este amor es el Crucifijo. Y esto lo obtendremos mucho más fácilmente de Dios por medio de la Inmaculada, porque a ella ha confiado Dios toda la economía de la misericordia.

La voluntad de María, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios. Nosotros, por tanto, consagrándonos a ella, somos también, como ella, en las manos de Dios, instrumentos de su divina misericordia.

Dejémonos guiar por María; dejémonos llevar por ella y estemos, bajo su dirección, tranquilos y seguros: ella se ocupará de todo y proveerá a todas nuestras necesidades, tanto del alma como del cuerpo; ella misma removerá las dificultades y angustias nuestras.

martes, 13 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Martes 19 de tiempo ordinario

Ezequiel 2, 8-3, 4



REFLEXIÓN

8"Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te hablo; no seas rebelde como esa casa rebelde. Abre tu boca y come lo que te voy a dar." 9Entonces miré que una mano estaba extendida hacia mí, y en ella había un libro (un rollo). 10El lo desenrolló delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y en él estaban escritas lamentaciones, gemidos y ayes.
1Entonces El me dijo: "Hijo de hombre, come lo que tienes delante; cómete este rollo, y ve, habla a la casa de Israel." 2Abrí, pues, mi boca, y El me dio a comer el rollo. 3Entonces me dijo: "Hijo de hombre, alimenta tu estómago y llena tu cuerpo de este rollo que te doy." Y lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.
4Me dijo además: "Hijo de hombre, ve a la casa de Israel y háblales con Mis palabras.

Así dice el Señor

Cada día miramos estas lecturas de la Palabra de Dios, con la fe que el Señor está hablándonos. Y aun cuando no somos totalmente congruentes y coherentes, nuestro esfuerzo diario se dirige a encarnar su mensaje en nuestra existencia, en nuestro entorno, en nuestras actividades.

Tenemos la esperanza que su misericordia, a través de su influjo espiritual, mantenga la construcción de su Hijo en nosotros.

Es una talla laboriosa de nuestra libertad, sutil y persistente, que recrea el fondo, y desarma las resistencias, impedimentos, defensas, egoísmos, desviaciones, heridas y demás. 

Es la acción que sana cada día misteriosamente y mantiene viva la esperanza y el gozo de la vida, que en su plenitud se va acercando.

oye lo que te digo

Escuchar no es tan automático como pareciera. Implica una conciencia alerta, una voluntad dócil, una sensibilidad a los signos, y una prudencia para discernir.

Abre la boca y come(akal:consumir) lo que te doy

Lo desenrolló ante mí: estaba escrito(kathab:registrado)en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes

Abrí la boca y me dio a comer el volumen(sepher:libro)

alimenta tu vientre y sacia(male:llenar) tus entrañas(beten:vientre) con este volumen que te doy

vete(halak:camina) a la casa de Israel y diles (dabar:habla)mis palabras(dabar:habla)

Es el momento de la Palabra de Dios escrita para ser devorada y proferida como habla del Señor, como su misma voz.

Nos ayuda a la fe con la que leemos la palabra. Ahora diríamos: leemos comprensivemente, asimilando lo que trae la letra. Haciéndolo nuestro, como el alimento se hace nuestro cuerpo y por lo tanto vitalidad.

Pero la Palabra es para todos los que quieran oirla, y quien lee tiene una misión: dispersarla, para que otros oigan el hablar del Señor.

Porque sentimos que la escucha engendra responsabilidad por compartir, para que se siga oyendo y escuchando, y en esto nos convertimos en su aliado, para transformar los corazones que edifican y mantienen las estructuras injustas.

Como el pan de cada día, como el pan que contraresta y transforma lo que la tentación quiere hacer único: el pan material. 

En nombre de Jesús el tentado, quien superó esa crisis y mantuvo el derrotero del Reino trascendente, transformando el pan en eucaristía.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

Mi alegría es el camino de tus preceptos

Porque los mismos son tu palabra y no meras reglas o normas, secas, frías y muertas.

tus decretos son mis consejeros

Me recuerdan la sabiduría de vida

Más estimo yo los preceptos de tu boca / que miles de monedas de oro y plata

El diálogo con la Palabra interpelante del Señor no tiene precio por sus efectos en la vida en el Espíritu.

Una imagen que ayudaría es la de los ecosistemas no contaminados, como el agua que fluye en las montañas, cristalina y provocadora. Por lo que hoy que vivimos rodeados de contaminación, apreciamos esos entornos que ya no están fácilmente a nuestro alcance.

Cuando la Palabra es el alimento predominante en nuestra existencia, desde la fe asistimos a una calidad de vida depurada y que urge a compartirla.

Tú sabes Señor que estoy entre los que dicen que sí y frecuentemente hago que no.

Mateo 18, 1-5. 10. 12-14



REFLEXIÓN

1En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: "¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?" 2El, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y dijo: "En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4"Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. 5"Y el que reciba a un niño como éste en Mi nombre, Me recibe a Mí.

10"Miren que no desprecien a uno de estos pequeñitos, porque les digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos. 

12"¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? 13"Y si sucede que la halla, en verdad les digo que se regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. 14"Así, no es la voluntad del Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.

¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?

No es una pregunta ociosa. 

Es la muestra de la ambición natural de quienes participan y trabajan en un grupo. 

Necesitamos ser reconocidos. Y si invertimos tiempo y fatigas, deseamos ser recompensados y apreciados. 

Por eso la pregunta es importante para ubicar el nivel de compromiso, la motivación, y por otro lado la calidad del liderazgo, para mantener sanamente motivados y vinculados a los miembros.

El mayor debe hacerse menor, como el niño es menor en comparación al adulto, que es mayor. 

La importancia del menor establecida en las escrituras es un énfasis en el favor y respaldo del Señor a lo pequeño, aparentemente sin importancia, sin valor social, pero en quienes su Gloria se visibiliza engrandeciéndolos.

Habla de una predilección envidiable, pero que no está lejos si nos convertimos a nuestra vez también en pequeños.

Moisés, el gran e importante líder y conductor del pueblo, se convierte en pequeño al ceder su función y puesto a Josué.

Él llamó a un niño, lo puso en medio

si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos

Si este gesto es parte de la respuesta, qué significa frente a las expectativas de los interrogadores? 

Un niño es un epítome de carencias de las actitudes de un adulto. Y sus expectativas frente a la vida son muy diferentes. 

Tienen entusiasmo, gusto de vivir, se aficionan y afectan en base a su espontaneidad, y si hay un cálculo, es evidente e inofensivo.

Es su modo amigable de ser ambicioso. De ordinario, a menos que haya una deformación, de ellos se espera la verdad sin tapujos, el amor sin doblez, el pensamiento sin recovecos.

el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos

Esta logia suena como la respuesta que se le dio a Nicodemo: si no vuelves a nacer. 

Es una propuesta de deconstrucción de las rigideces que construímos los adultos en nuestras existencias. 

Si alguien es dúctil es un niño, en quien la vida es sólo posibilidades, potencialidad, buena fe.

El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí

Hoy alegaríamos a Jesús que un niño es símbolo de inmadurez y dependencia. Que lo más sano es que se haga un adulto maduro y productivo.

Esta sería la señal de no comprender lo que se quiere dar a entender sobre el reino y la identificación con Jesús.

Un niño, como los necesitados a quienes se les hace obras de misericordia, en la sociedad de Jesús eran invisibles e invisibilizados, tenidos por no ciudadanos. Eran el símbolo de la minusvalía.

La actividad de sanación y los mensajes de Jesús contrarían esa actitud de la sociedad y también de la nuestra.

No se trata solo que hoy veamos la esclavitud del trabajo infantil, o su comercio sexual, sino de lo poco que representan sus existencias para la marcha del mundo, aunque haya proclamas sobre los derechos infantiles.

Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Por qué son tan importantes para el reino? Manifiestan la disposición elemental de confianza y dependencia que debe caracterizar a un miembro del reino de Dios.

Tal como Jesús en su vida, nosotros estamos llamados a una relación de una calidad especial de entrega y confianza a un Dios Padre que nos amó primero.

Parece que el escándalo de pederastia y pedofilia en general y en particular en la iglesia católica, involucrando a la jerarquía eclesiástica, es una crisis de valores frente a un punto nuclear del evangelio.

Que un pastor se demuestre abusador o cómplice, en detrimento de una oveja más débil e inerme, hace ver con gran claridad la relación directa de un pecado con el daño a lo más santo: la buena nueva del reino activa y presente en los pequeños.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1556967198593323012?s=20&t=FzxVEQqr4QRiyQp-cz-sXA

motivaciondehoy


COMPARTIR LA PALABRA

Martes 19 de tiempo ordinario

Ezequiel 2, 8-3, 4

Salmo responsorial: 118

Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

Jesús, o el redactor, parece equiparar el valor del niño con el de la oveja perdida, para el Reino de los Cielos. Un refuerzo llamativo de la pequeñez, de lo sin valor, que opera como un desarrollador de la dimensión desconocida