viernes, 6 de septiembre de 2024

Viernes 22 de tiempo ordinario Año Par

 

1Corintios 4, 1-5



REFLEXIÓN

 

vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios

Mediante su palabra y acciones, que comunican salvación. 

La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. 

Aun aceptando que la conciencia ética sea una voz del Señor, no por ello nos podemos cerrar en ese veredicto, porque puede ser permisivo y esconder la auténtica responsabilidad. 

La conciencia ha de trabajarse constantemente para ponerla a tono como voz de Dios y menos como resonancia de nuestros intereses egoístas. 

Este trabajo es arduo porque implica la autocrítica permanente como quien no desea ser cómplice del propia crimen y la propia falta.

Nuestro ego brega a defenderse hasta la última gota de sangre y somos para nosotros mismos abogados defensores en vez de fiscales. 

Incluso la conciencia puede ser envilecida y auto-engañada. 

no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón;

Esta Palabra se ofrece como antídoto a la tendencia vehemente del mundo a juzgar y condenar desde el inicio, sin esperar las pruebas y las evidencias. Y aún entonces por ejecutar sentencias desproporcionadas. 

Aun cuando la justicia humana funcione queda flotando la incertidumbre; si fue sana y completa justicia. 

No obstante las propias luces de la conciencia seguimos estando en sus manos misericordiosas.

Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios

Porque el mundo se ufana que todo se ha de saber en esta vida, como un logro de la verdad humana.

Frente al descubrimiento de los engaños humanos que se aspiran a conocer mediáticamente, se da una revelación final de los designios del corazón, de las verdaderas intenciones, que nuestras ciencias no atinan a establecer sólidamente. 

Es el Señor quien alabará, no dice: condenará.

Sabrá salvar lo bueno que hay en nosotros.

 

Salmo responsorial: 36



REFLEXIÓN 

Confía en el Señor y haz el bien

confía en él, y él actuará

Apártate del mal y haz el bien

Hacer el bien incansablemente como lo manda la Palabra requiere confiar. Hace el bien quien confía. Quien confía hace el bien. Son dos caras de la misma moneda.

Hacer el bien muestra la calidad de la confianza que tenemos. Si decimos confiar y no hacemos el bien, no confiamos en realidad. 

él te dará lo que pide tu corazón

Aunque ni nosotros sepamos formularlo y descifrarlo es el mejor intérprete.

Lucas 5,33-39



REFLEXIÓN

"Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber". 

Juicios como éstos tienen hoy sus réplicas: cuando se juzga mejor persona a quien se manifiesta como activista de causas sociales de diferentes causas. 

El hecho de ser activista para ciertos sectores es ya la proclamación de una cuasi-santidad. 

O cuando se juzga que los asiduos participantes en liturgias y devociones son ya buenos y merecen el reconocimiento de tales por los demás. 

Por eso el Espíritu en nuestro tiempo ha permitido que se cuartee la fachada de presunta santidad y bondad de personas y grupos etiquetados como tal, por los escándalos que se han conocido. 

Las iglesias incluso, como organizaciones profesionalmente detentoras del bien y la santidad, han filtrado corrupción e iniquidad.

El ayuno es el duelo por su ausencia cuando se siente, y la fiesta es la celebración de su presencia, también cuando se siente.

Es una forma de vivir la presencia y ausencia escatológica, advertida a través sus señales: consolación y desolación. 

¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán

En la existencia hay momentos de celebración de bodas, porque el novio se siente presente. En otros momentos se siente la ausencia. Guardar esos momentos en la memoria, y expresarlos en retiros, en liturgia, ayuda a contrastar y aprender un caminar que conlleva presencia y ausencia, consolación y desolación.

A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo.""

Si la estrategia aconseja que lo nuevo vaya con lo nuevo, tampoco se descarta que lo viejo tenga su encanto.

No parece que lo añejo sea desacreditado, por ser viejo. Tiene su buen gusto, y es hasta preferible 

Pero no debe impedir que lo nuevo venga como lo nuevo y no como viejo o lo viejo como nuevo. Hoy se habla de que los esquemas han de romperse.

 Sí, a condición que aquello que venga sea nuevo y se reciba como nuevo. 

No así lo que aparenta ser nuevo pero es viejo. Y ni siquiera es añejo: sin buen gusto.

La novedad de Jesús y su evangelio nos conduce a nuevas formas de convivialidad. 

Y así en nuestra época descreída y escéptica ante los símbolos y

signos tradicionales de la santidad, el Espíritu de la Palabra nos urge la sinceridad y la pureza de la intención y la consistencia de la actuación.

Se trata de una nueva relación: escatológica. Es definitiva, es misteriosa.

Pide actitudes nuevas y gestos nuevos e innovadores.

Más allá de la institución eclesial, que puede sentirse retardataria en reconocer la novedad, preocupada como está de fijar límites 

En esta tensión que se crea por la búsqueda de los odres nuevos para el vino nuevo y los odres viejos del vino viejo, llama la atención la posición de algunos que sólo se fijan en las bondades de la creatividad, sin caer en cuenta que re-editan errores antiguos, y que un servicio a la novedad es la vigilancia para no caer en los mismos errores.

Igualmente llama la atención que esta vigilancia, no simpatice y escrute con más benevolencia los intentos por los odres nuevos, y descalifique de partida los intentos realizados.

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motivaciondehoy


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Viernes 22 de tiempo ordinario Año Par

 

1Corintios 4, 1-5

Salmo responsorial: 36

Lucas 5,33-39

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS


 

VIERNES, XXII SEMANA

De la carta de San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir a los Efesios
(16-19: Funk 2,201-203)
La cruz es para nosotros salvación y vida eterna

No os llaméis a engaño, hermanos míos. Los que perturban las familias no heredarán el reino de Dios. Ahora bien, si los que así perturban el orden material son reos de muerte, ¿cuánto más los que corrompen con sus falsas enseñanzas la fe que proviene de Dios, por la cual fue crucificado Cristo? Estos tales, manchados por su iniquidad, irán al fuego inextinguible, como también los que les hacen caso.

Para esto el Señor recibió el ungüento en su cabeza, para infundir en la Iglesia la incorrupción. No os unjáis con el repugnante olor de las enseñanzas del príncipe de este mundo, no sea que os lleve cautivos y os aparte de la vida que tenemos prometida. ¿Por qué no somos todos prudentes, si hemos recibido el conocimiento de Dios, que es Jesucristo? ¿Por qué nos perdemos neciamente, no reconociendo el don que en verdad nos ha enviado el Señor?

Mi espíritu es el sacrificio expiatorio de la cruz, la cual para los incrédulos es motivo de escándalo, mas para nosotros es salvación y vida eterna. ¿Dónde está el sabio?, ¿dónde está el sofista?, ¿dónde la jactancia de los llamados cuerdos? Porque nuestro Dios, Jesús el Mesías, fue concebido en el seno de María según la economía de Dios: del linaje, sí, de David, pero por obra del Espíritu Santo. El cual nació y fue bautizado, para purificar el agua con su pasión.

Al príncipe de este mundo le pasó desapercibida la virginidad de María, su parto, así como la muerte del Señor: tres misterios sonados llevados a cabo en el silencio de Dios. ¿Cómo entonces fueron manifestados a los siglos? Un astro brilló en el cielo más que todos los astros: su luz era inexpresable y su novedad asombró a todos. Todos los demás astros, a una con el sol y la luna, hicieron coro a este astro, el cual proyectaba su luz superior a la de todos los demás. Se produjo una gran confusión, pues no acababan de explicarse de dónde procedía aquella novedad tan distinta de ellos. Así es como quedó destruida toda magia y disuelto todo lazo de maldad. Se disiparon las tinieblas de la ignorancia, y el antiguo imperio quedó abatido cuando apareció Dios en forma humana para conducirnos a la novedad de la vida perdurable: comenzaba a ser realidad lo que Dios había proyectado. No es extraño que todo se conmoviera, porque se estaba fraguando la abolición de la muerte.