Viernes 5 de Cuaresma
Jeremías
20,10-13
REFLEXIÓN
Mis amigos acechaban mi traspié
En el
transcurso de una misión del Señor, en la divulgación de su Palabra, se dan
acechanzas de oposición.
Indicarlas
puede ser visto además, como patología paranoica, narcisimo del supuesto
perseguido. Se dan casos que dan pie a esas conjeturas.
Pero
quien asume la Palabra para guardarla por la fe y practicarla, y la comparte
fraternalmente, tenga por seguro que las acechanzas y conspiraciones vendrán.
Porque el anti-reino no descansa.
No se
trata de una culpabilización a ultranza de alguien. O por buscar culpable de
situaciones indeseables. Porque hay quienes ante eso se encogen indiferentes
como si fuera un producto de la coincidencia o el azar.
Se trata
de que vivimos según la Palabra en un combate contra las fuerzas que se oponen
a la salvación del Señor.
Como se
pone en los ejercicios ignacianos, estamos ante la decisión de acogernos a una
de las banderas o causas que plantea la Palabra: la del reino de Dios o la del
anti-reino.
Los
estados de ánimo paranoides, con causa proporcionada o sin ella, aunque no sea
por una causa de fe religiosa, pero sí por una lucha contra las fuerzas que
halan para la injusticia, inequidad, hipocresía o perversión, son un motivo de
oración humilde y acción de gracias, en medio del sufrimiento íntimo, que el
Señor, en la tortura de su hijo, mira y acepta como holocausto de paz, de
justicia y de amor.
Asumir
con fe y ejercitar la paciencia es un gesto de amor y acción de gracias a la
comunicación del Padre, que misteriosamente desarrolla su designio y en él nos
bendice.
examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón
Solo un
tú Trascendente y absoluto escudriña la red de motivaciones, ocultas y
explícitas, que nos impulsan en las decisiones rutinarias o solemnes. Y más
allá tiene en cuenta las oscuras, que ni nosotros sospechamos de nosotros
mismos.
libró la vida del pobre de manos de los impíos.
La
Palabra del Señor se encarnó en un ethos que configuró un lenguaje, en el que
los sentidos se obtienen por reflexión o meditación de entornos
circunstanciales y coyunturales.
Así
hablan del aprendizaje recientemente los especialistas: como una interacción
entre lo que viene donado en la subjetividad y lo que sale al encuentro desde
la realidad circundante.
Justo y
pobre son dos acepciones claves en la develación que hace el Señor de su
proyecto. Y mientras el justo carga con énfasis de la individualidad personal,
quizás por una matriz sapiencial, el pobre carga con un énfasis circunstancial
poblado de adversidades y humillaciones.
Pero
ambas no se confinan, sino que se intercambian porque los énfasis se revierten,
el justo con lo circunstancial, el pobre con la subjetividad personal.
Sin
embargo los tiempos, los horizontes históricos e ideológicos, suelen marcar o
presionar más por un énfasis que en otro, de acuerdo a las necesitades más
sentidas, o que se suponen así.
Porque
en el diagnóstico que las diversas culturas hacen de sus necesidades
perentorias a las cuales deben dar respuesta, no se excluye el interés egoísta
de unas clases, grupos, élites sobre otros.
Y en el
discernir de la Palabra encarnada se confronta el desafío de separar esos
intereses egoístas grupales o colectivos, del núcleo del designio del Señor.
Como
fuego abrasador y purificador, va el Señor abrasando todo lo que se opone al
avance de su amor.
Salmo responsorial: 17
REFLEXIÓN
tú eres mi fortaleza
Hemos de
dar gracias de corazón constantemente al Señor, por la persistencia que nos
comunica con su gracia, para mantenernos peregrinando más y mejor, superando
las acechanzas internas y externas, subjetivas y objetivas.
Porque nuestra
subjetividad no se encuentra libre totalmente de los miedos, suposiciones,
susceptibilidades y especulaciones que nos asaltan y atormentan, en nuestras
relaciones con el mundo.
Con
mucho esfuerzo, en ciertas coyunturas, podemos mantener una perspectiva
positiva o constructiva, a pesar de nuestra desolación sicológica y espiritual.
Se ama a
alguien valioso, que aporta un significado, que se traduce en bienestar de una
existencia.
La
vivencia a la que invita la oración sálmica inspirada por el Espíritu, tiene
que ver con un posicionamiento en la seguridad que proviene de vivir al Señor
como protector.
Es un
sentir como si fuéramos un fiel de la balanza: recto hacia tierra sin movernos
a un lado o a otro, sensibles y disponibles a cualquier carga.
Sabernos
en el Señor produce descanso profundo. Un abandono en manos de quien sabe
mejor. Dejarnos conducir impregnados de serenidad, es una señal de la activa
vitalidad del Espíritu en y desde nosotros.
torrentes destructores me aterraban
Se dan
circunstancias conflictivas y potencialmente destructivas en nuestra vivencia
de la existencia, de tiempo en tiempo.
No sólo
es un gozo vivir, sino que también a ratos cuesta vivir, con el cúmulo de
preocupaciones, agonías, limitaciones o daños que nos sobrevienen.
Son los
torrentes que nos apabullan, y obligan a reunir nuestras fuerzas para clamar en
la confianza del Señor.
Entonces
una voz dentro de nosotros puede irse amplificando. Una voz que nos conmina: Resiste!
El Señor está cerca. Ya viene!
Juan 10,31-42
REFLEXIÓN
los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús
Jesús
pudo morir en cualquier esquina, sumariamente, sin ningún tipo de proceso, por
un arranque de pasión de una turba enardecida o manipulada.
Pero aun
en el mayor refinamiento con el que se le procesa desde la religión judía y
desde el poder de ocupación romana, hemos de advertir la distancia con la
verdadera justicia que salva al inocente.
No
importa si sumaria o procesualmente, por técnicas jurídicas, hoy ejerzamos el
juicio en pos de la justicia, porque se siente y se vive la honda frustración e
insatisfacción de la imperfección de la misma.
Más bien
el clamor es porque se logre siquiera un mínimo de limitación a la
arbitrariedad de quien ocupe el poder y se detenga, un poco el sinsentido de la
venganza. Hasta por motivos baladíes.
Son
tantos los que mueren, en una especie de aberración del sentido y valor de una
vida humana.
Hasta
esas honduras y escenarios tenebrosos se avino a abajarse el Señor Jesús por
amor.
Quizás
para que sintamos que hasta allí Él es roca y alcázar.
Os he hecho ver
muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?
La
recompensa de los humanos no es necesariamente la justificación comparable a la
del Señor. Se queda en el exterior, en la apariencia, y no entra en la verdad
completa.
No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia:
porque tú, siendo un hombre, te haces
Dios
Un
barrunto de la peligrosidad de la acusación por blasfemia la tenemos en los
casos de cristianos, que son minoría, en algunos países islámicos, cuando sus
palabras son presentadas como blasfemia contra Mahoma.
Una
acusación así es prácticamente una sentencia de muerte, emitida desde un
linchamiento apasionado.
A la
hora del ataque quién puede apostar que no se trata de una excusa esgrimida, y
no más bien de la envidia del corazón, que mueve a atacar a los que bien obran.
quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros
que blasfema porque dice que es hijo de Dios?
Se
establece en Juan una diferencia cualitativa en la filiación de Jesús frente a
la de quienes escuchan la palabra.
Esta
diferencia aún entre sus seguidores no es aceptada unánimemente.
"¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses
No
obstante la interpretación de que todos somos o estamos llamados a ser dios, a
Jesús se le reconoce a fines del siglo primero una distinción cualitativamente
superior: consagrado del Padre.
Por lo
tanto si no sus palabras, al menos sus obras merecen ser creídas.
Así en
el diálogo con los hermanos no cristianos, conviene hacer énfasis en cómo nos
une asumir las obras buenas de Jesús, como un terreno común de creencia.
creed a las obras,
para que comprendáis y sepáis que el
Padre está en mí, y yo en el Padre.
No creer
las obras es una ceguera injustificable. Cierra la puerta al reconocimiento del
amor transformador en el mundo.
Sí!
Efectivamente somos hijos del Padre, dioses como Jesús: si hacemos las buenas
obras del Padre.
En esto
se muestra nuestra divinidad y filiación. Si nuestro ágape construye la
fraternidad.
todo lo que Juan dijo de éste era verdad
Las
palabras del testimonio de Juan vibran auncuando él no vive. Y señalan a Jesús.
La
resurrección de Monseñor Romero y cualquier otro, en el pueblo, muestra
persistencia de la vibración de este testigo a favor de Jesús, en los pobres.
La causa
de Jesús en los pobres es la causa del reino de Dios, la muestra encarnada del
amor de Dios que salva todo el ser humano.
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