martes, 25 de mayo de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Martes, VIII
San Agustín Confesiones 10,1-2,2; 5,7



Conózcate a ti, Conocedor mío, conózcate a ti como tú me conoces. Fuerza de mi alma, entra en ella y ajústala a ti, para que la tengas y poseas sin mancha ni arruga. Ésta es mi esperanza, por eso hablo; y en esta esperanza me gozo cuando rectamente me gozo.

REFLEXIÓN

La experiencia del apego del Santo al sexo, cuando era joven casquivano, se transfiere al plano espiritual, y logra desembarcar el énfasis de la pasión carnal al trato íntimo con Dios, como una forma superior de comunión y felicidad.

Las demás cosas de esta vida tanto menos se han de llorar cuanto más se las llora, y tanto más se han de deplorar cuanto menos se las deplora.

REFLEXIÓN

Hacer lo opuesto es un clave para la lucha espiritual, usada actualmente para vencer las adicciones, en terapias de diferentes escuelas sicológicas. Consiste en detectar aquello: realidad, persona o cosa, a la que estoy aficionado en una forma de apego emocional o afectivo. Implica una cierta voluntad inicial de superación de la atadura, y sistemáticamente con apoyos y recursos pro-activos, ir logrando una independencia del influjo del apego. El resultado es una mayor libertad, que se reflejará en un mejor uso del juicio y el criterio de verdad.

 He aquí que amaste la verdad, porque el que realiza la verdad se acerca a la luz. Yo quiero obrar según ella, delante de ti por esta mi confesión, y delante de muchos testigos por éste mi escrito. Y ciertamente, Señor, a cuyos ojos está siempre desnudo el abismo de la conciencia humana, ¿qué podría haber oculto en mí, aunque yo no te lo quisiera confesar? Lo que haría sería esconderte a ti de mí, no a mí de ti.

REFLEXIÓN

La claridad de conciencia y el esfuerzo por la transferencia abonan nuestra propia realización, en la cual es posible una mayor empatía con el Misterio. No es Dios el que necesita nuestra confesión. Soy yo para no perderme a mí mismo. Hoy se vuelve a poner de relieve que no importa lo que hagas hecho, es mejor admitir la propia responsabilidad, para entrando en el arrepentimiento, encontrarse a si mismo en paz.

Pero ahora, que mi gemido es un testimonio de que tengo desagrado de mí, tú brillas y me llenas de contento, y eres amado y deseado por mí, hasta el punto de llegar a avergonzarme y desecharme a mí mismo y de elegirte sólo a ti, de manera que en adelante no podré ya complacerme si no es en ti, ni podré serte grato si no es por ti. Comoquiera, pues, que yo sea, Señor, manifiesto estoy ante ti. También he dicho ya el fruto que produce en mí esta confesión, porque no la hago con palabras y voces de carne, sino con palabras del alma y clamor de la mente, que son las que tus oídos conocen.

REFLEXIÓN

Porque el teatro del drama humano puede lograr el salto trascendente al Misterio por la comprensión del sentido profundo de la simulación histórica, en donde la carne actúa de laboratorio que es plataforma de transformación.Cuando la navega aérea va a despegar de la pista, en la velocidad que toma advierte por los sensores y el piloto un momento, en el que es oportuno volar, alejándose paulatinamente de tierra. Si no es oportuno debe abortar el despegue, y volverlo a intentar. Potencia, velocidad, técnica y decisión forma parte del complejo de acciones y decisiones.Según el Agustín, el ser humano puede volar al Misterio, si aprende durante su carrera histórica e identifica el momento oportuno.

 Porque, cuando soy malo, confesarte a ti no es otra cosa que tomar disgusto de mí; y, cuando soy bueno, confesarte a ti no es otra cosa que no atribuirme eso a mí, porque tú, Señor, bendices al justo; pero antes de ello haces justo al impío. Así, pues, mi confesión en tu presencia, Dios mío, es a la vez callada y clamorosa: callada en cuanto que se hace sin ruido de palabras, pero clamorosa en cuanto al clamor con que clama el afecto. 

REFLEXIÓN

El afecto es el atributo que nos permite gustar o no de la realidad creada. Con el afecto carreteamos por la pista, con mayor velocidad cada vez,  si no nos detiene algo,  hacia el momento del brinco hacia el Misterio, en el que gustaremos mucho más y mejor.

Tú eres, Señor, el que me juzgas; porque, aunque ninguno de los hombres conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él, con todo, hay algo en el hombre que ignora aun el mismo espíritu que habita dentro de él; pero tú, Señor, conoces todas sus cosas, porque tú lo has hecho. También yo, aunque en tu presencia me desprecie y me tenga por tierra y ceniza, sé algo de ti que ignoro de mí. Ciertamente ahora te vemos confusamente en un espejo, aún no cara a cara; y así, mientras peregrino fuera de ti, me siento más presente a mí mismo que a ti; y sé que no puedo de ningún modo violar el misterio que te envuelve; en cambio, ignoro a qué tentaciones podré yo resistir y a cuáles no podré, estando solamente mi esperanza en que eres fiel y no permitirás que seamos tentados más de lo que podamos soportar, antes con la tentación das también el éxito, para que podamos resistir.

REFLEXIÓN

No es la caída en el acto pecaminoso la medida que nos indica que la tentación fue mayor que las fuerzas que tenemos. Es su secuela. Y por la confesión que me devuelve mi transparencia, vuelvo a recuperar las fuerzas contra la tentación de desistir .

 Confiese, pues, yo lo que sé de mí; confiese también lo que de mí ignoro; porque lo que sé de mí lo sé porque tú me iluminas, y lo que de mí ignoro no lo sabré hasta tanto que mis tinieblas se conviertan en mediodía ante tu presencia.

lunes, 24 de mayo de 2021

PALABRA COMENTADA

 

LUNES VIII tiempo ordinario

Año Impar

Eclesiástico 17,20-28



REFLEXIÓN

reanima a los que pierden la paciencia

Consecuentemente es su don que adquiramos la paciencia necesaria para mantenernos en la conversión. Incluso que la practiquemos como hermanos entre nosotros.

Más bien la irritación por la violación de los derechos propios, verdaderos o presupuestos, nos hace vengativos, castigadores, impacientes.

Así la sociedad que juzga y condena, a su vez también necesita conversión a la paciencia y tolerancia.

Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría.

Todavía falta para llegar a detestar de corazón. No parece que el corazón adolorido por la falta de amor al Señor sea el que clama. Por lo menos no siempre.

Hoy por hoy parece que el arrepentimiento se da sólo por las circunstancias adversas que nos duelen, y entonces clamamos.

Ignacio de Loyola recomienda pensar en el infierno por si no hay dolor de los pecados. Que al menos se produzca el temor a Dios.

No mueve ya el infierno, tan lejano y mitológico. Nos parece fuera del estilo de Dios.

Más bien mueve el miedo casi mágico a las calamidades de la vida y tener a Dios como seguro contra ellas.

El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor

En verdad, ante el Misterio de Amor Libre del Señor y su inter-relación con nuestro propio misterio, no cabe una ecuación matemática, fija y segura en su procedimiento y resultado siempre.

Pero hay una favorabilidad del que aprende paciencia consigo y con otros hermanos para acompañar la vuelta al Señor y el repudio de la injusticia pecaminosa, y así mirar el final de la vida sin temor a un juicio o a un abismo, sino con esperanza de vida y amor eternos.

Salmo responsorial: 31



REFLEXIÓN

 

propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado

que todo fiel te suplique / en el momento de la desgracia:

La formación del Espíritu de Dios en nuestro centro es hacia la asunción de nuestra responsabilidad, camino inverso al de Adán, y para reconocer que sin El no podemos llegar hasta el fondo.

Es una subjetivación de la culpa, más allá del remordimiento que es su síntoma.

Es la vivencia compleja de culpa, dolor y arrepentimiento, generosidad para compensar el daño y acción de gracias por el perdón.

La misma impulsará una existencia de misión de liberación, operativizando la salvación de la justicia de Dios en las singularidades humanas e históricas concretas.

me rodeas de cantos de liberación

Sólo con esta misión es posible entender qué, cómo y cuándo otros cantos son de liberación, y acoplarse en red al gran conjunto que se va ensamblando: el Reino de Dios.

Marcos 10,17-27



REFLEXIÓN

salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó

La contemplación de Jesús yendo y viniendo en itinerancia por comunicar su mensaje: tiene sentido?

Así lo veía Ignacio de Loyola, que nos recomienda acercarnos a esa visión que vivifica el andar evangelizador del Señor.

Es un modo de absorber el movimiento histórico, cultural, encarnado de la Palabra.

Es una forma de adherirnos a la contundencia contingente y epocal, minimizando así la distancia en el tiempo y la cultura.

Se construye por tanto una vivencia del Señor, que verifica la petición de la gracia de seguirlo para conocerlo y amarlo más.

¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios

Los escándalos mediáticos parecen estar convenciendo al mundo que en efecto, no hay nadie bueno. Lo triste es que la conclusión para muchos parece ser más bien, que el bien no vale la pena y no que sólo Dios es bueno.

Y así frente al tropiezo de la fe que es el escándalo venga de donde venga y de cualquier naturaleza, la humanidad parece dividirse entre los que descorazonados eligen el estilo de vida de la Babel: todos contra todos.

Aquellos que, orando para encontrar fuerzas, insistimos en creer a la bondad de Dios y su creación, también debemos hacer lo necesario para que esa realidad se manifieste firmemente.

Jesús parece plantear un sentido muy profundo y perfecto de bueno. Es como desviar la posible adulación al sitio exacto donde está la fuente de la cual todos recibimos.

El Dios padre de Jesús, es el bueno, que ha hecho bueno todo.

No es que no lo seamos, sino que esa bondad sólo tiene su lugar adecuado y justo en Dios. Nosotros si acaso la reflejamos, no la reemplazamos.

"Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme."

La interpretación clásica es que aquí está el fundamento de la vida religiosa consagrada. No se discute.

Pero hoy encontramos también laicos en todos los frentes del mundo, en todas las trincheras, guardando los derechos de los demás. A ellos también se les da el llamamiento de vender todo y seguir a Jesús.

Porque la riqueza y su acumulación son un estorbo para ese seguimiento. La pobreza que es desprendimiento afectivo y efectivo en la medida de las posibilidades permite seguir a Jesús con libertad.

Aquí se encuentran los que creen que a pesar del escándalo el Señor es bueno y seguirlo vale la pena. Por la pobreza hay que lograr esa libertad del seguimiento.

Esto implica orientar su vida por los pobres que claman porque reconozcan sus derechos, para apoyarlos en sus justas reclamaciones, pero también exhortarlos a no reproducir el mecanismo de enriquecimiento y opresión al que fueron sometidos. La perfección consiste no en negociar, vender y acumular ganancia. Esto tampoco es negativo.

Sino en compartir con el que necesita el producto de la venta.

Un compartir solidario útil, un empobrecimiento empático, proactivo, generoso que dignifica la producción de riquezas del mercado. Porque un mercado satanizado no es solución para nadie.

él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico

También Jesús se entusiasmó con este prospecto tan aparentemente bueno desde Dios.

Pero mantuvo su libertad en dictar las condiciones para la salvación desde el Reino.

En cierta forma, tengamos poco o mucho en acumulación, son las condiciones para todo prospecto de salvación según el Reino.

No sólo para los del círculo íntimo o iniciados en una causa.

Vender, compartir, empobrecernos por la fraternidad del Reino está al alcance de todos siempre.

Así seremos buenos desde Dios Padre.

Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!

Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero!

Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?"

Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo

Qué pensaría Jesús decir con esa mirada. En vista de su respuesta debió pensar algo sobre la fe de sus discípulos.

En alguna forma Jesús se orienta a pensar y afirmar -a pesar del escándalo del joven rico observante, que no da el siguiente paso y de los ricos que difícilmente entran en el reino -que el Señor es bueno, y logra su designio con todo y los ricos aferrados.

Una actitud inmejorable para tiempos de crisis en la equidad de la distribución de bienes, y de numerosas poblaciones en pobreza de todo tipo.

Porque el camino de la salvación para los ricos, que somos más los que confiamos en el dinero que los que no, pasa por la distribución de las riquezas a los pobres.

La distribución inequitativa es la iniquidad de nuestros pueblos actuada por ellos mismos. Y desde fuera, por el abuso de otros pueblos.

El camino de la salvación también es socioeconómica, encarnada, histórica, cultural, integral.

Seguir a Jesús en ese camino en el que es un paradigma, requiere que el Padre nos haga capaces de distribuir de corazón las riquezas acumuladas.

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