San Ambrosio Tratado sobre los misterios
8-11
¿Qué es lo que viste en el bautisterio?
Agua, desde luego, pero no sólo agua; viste también a los diáconos ejerciendo
su ministerio, al obispo haciendo las preguntas de ritual y santificando. El
Apóstol te enseñó, lo primero de todo, que no hemos de fijarnos en lo que se
ve, sino en lo que no se ve; lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es
eterno. Pues, como leemos en otro lugar, desde la creación del mundo, las
perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su divinidad, son visibles
por sus obras. Por esto, dice el Señor en persona: Aunque no me creáis a mí,
creed a las obras. Cree, pues, que está allí presente la divinidad. ¿Vas a
creer en su actuación y no en su presencia? ¿De dónde vendría esta actuación
sin su previa presencia? Considera también cuán antiguo sea este misterio, pues
prefigurado en el mismo origen del mundo. Ya en el principio, cuando hizo Dios
el cielo y la tierra, el Espíritu –leemos– se cernía sobre la faz de las aguas.
Y si se cernía es porque obraba. El salmista nos da a conocer esta actuación
del espíritu en la creación del mundo, cuando dice: La palabra del Señor hizo
el cielo; el Espíritu de su boca, sus ejércitos. Ambas cosas, esto es, que se
cernía y que actuaba, son atestiguadas por la palabra profética. Que se cernía,
lo afirma el autor del Génesis, que actuaba, el salmista. Tenemos aún otro
testimonio. Toda carne se había corrompido por sus iniquidades. Mi espíritu no
durará por siempre en el hombre –dijo Dios–, puesto que es de carne. Con las
cuales palabras demostró que la gracia espiritual era incompatible con la
inmundicia carnal y la mancha del pecado grave. Por esto, queriendo Dios
reparar su obra, envió el diluvio y mandó al justo Noé que subiera al arca.
Cuando menguaron las aguas del diluvio, soltó primero un cuervo, el cual no
volvió, y después una paloma que, según leemos, volvió con una rama de olivo.
Ves cómo se menciona el agua, el leño, la paloma, ¿y aún dudas del misterio? En
el agua es sumergida nuestra carne, para que quede borrado todo pecado carnal.
En ella quedan sepultadas todas nuestras malas acciones. En un leño fue clavado
el Señor Jesús, cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de paloma descendió
el Espíritu Santo, como has aprendido en el nuevo Testamento, el cual inspira
en tu alma la paz, en tu mente la calma.
REFLEXIÓN
En su clave de conocimiento,
contextualizada por un pensamiento más inclinado a la invisibilidad y
permanencia de las ideas, que a la brevedad de las sensaciones y lo corporal,
los argumentos que se extraen de la Sagrada Escritura son suficientes para
convencer nuestra docilidad y aceptación. Más aún si están acreditados por una
tradición antecedente que se orienta en el mismo sentido. Así cada detalle
puede recibir un valor que alegorice una realidad invisible.