martes, 28 de septiembre de 2021

BEATO CARLO

 

De la carta de san Policarpo, obispo y mártir, a los Filipenses

(Caps. 6,1-8, 2: Funk 1, 273-275)
CRISTO NOS HA DEJADO UN EJEMPLO EN SU PROPIA PERSONA

Que los presbíteros tengan entrañas de misericordia y se muestren compasivos para
con todos, tratando de traer al buen camino a los que se han extraviado; que visiten a los
enfermos, que no descuiden a las viudas, a los huérfanos y a los pobres, antes bien, que
procuren el bien ante Dios y ante los hombres; que se abstengan de toda ira, de toda
acepción de personas, de todo juicio injusto; que vivan alejados del amor al dinero, que
no se precipiten creyendo fácilmente que los otros han obrado mal, que no sean severos
en sus juicios, teniendo presente que todos estamos inclinados al pecado.
Si, pues, pedimos al Señor que perdone nuestras ofensas, también nosotros debemos
perdonar a los que nos ofenden, ya que todos estamos bajo la mirada de nuestro Dios y
Señor y todos compareceremos ante el tribunal de Dios, y cada uno dará cuenta a Dios de
sí mismo. Sirvámosle, por tanto, con temor y con gran respeto, según nos mandaron tanto
el mismo Señor como los apóstoles, que nos predicaron el Evangelio, y los profetas,
quienes de antemano nos anunciaron la venida de nuestro Señor; busquemos con celo el

bien, evitemos los escándalos, apartémonos de los falsos hermanos y de aquellos que
llevan hipócritamente el nombre del Señor y arrastran a los insensatos al error.
Todo el que no reconoce que Jesucristo vino en la carne es del Anticristo, y el que no
confiesa el testimonio de la cruz procede del diablo, y el que interpreta falsamente las
sentencias del Señor según sus propias concupiscencias y afirma que no hay resurrección
ni juicio, ese tal es el primogénito de Satanás. Por consiguiente, abandonemos los vanos
discursos y falsas doctrinas que muchos sustentan y volvamos a las enseñanzas que nos
fueron transmitidas desde el principio; seamos sobrios para entregarnos a la oración,
perseveremos constantes en los ayunos y supliquemos con ruegos al Dios que todo lo ve,
a fin de que no nos deje caer en la tentación, porque, como dijo el Señor, el espíritu es
decidido, pero la carne es débil.
Mantengámonos, pues, firmemente adheridos a nuestra esperanza y a Jesucristo,
prenda de nuestra justicia; él, cargado con nuestros pecados, subió al leño, y no cometió
pecado ni encontraron engaño en su boca, y por nosotros, para que vivamos en él, lo
soportó todo. Seamos imitadores de su paciencia y, si por causa de su nombre tenemos
que sufrir, glorifiquémoslo; ya que éste fue el ejemplo que nos dejó en su propia persona,
y esto es lo que nosotros hemos creído.

lunes, 27 de septiembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

LUNES 26 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Zacarías 8,1-8



REFLEXIÓN

Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos?

Dice el Señor a través de sus enviados que para Él no hay nada imposible.

Detenerse en pensarlo ayuda a descansar la tensión por la tribulación y el conflicto.

Cuando las circunstancias no ceden, y muestran que los esfuerzos humanos son poca cosa para lograr un cambio favorable.

Son dificultades tenaces, las que propician un cambio de actitud en el creyente.

Son pasividades de disminución, momentos de impotencia, porque el clamor parece topar con oidos sordos.

Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia

La transformación progresiva va siendo, en la impotencia de la superficie, una identificación unitiva entre el Señor y su pueblo, el creyente.

La unión de voluntades es una empresa de toda la vida, porque en ella hay avances, empantanamientos y retrocesos, dada nuestra limitación y labilidad.

Pero hecha la opción radical de nuestra parte es asunto de persistir e insistir en dejarse hacer por el Espíritu, quien va dando vueltas a la mesa del torno.

Salmo responsorial: 101



REFLEXIÓN

y se vuelva a las súplicas de los indefensos

para escuchar los gemidos de los cautivos

Cualquiera diría, en suspicacia nietzscheana, que nuestra dignidad consiste en una indignidad, porque la Palabra nos muestra como favorables ante el Señor actitudes de abajamiento.

No nos favorece la perspectiva actual del igualitarismo. Ni siquiera la buena nueva en Jesús de Nazareth, quien guardó las proporciones ante su Padre, nos convence hoy del abismo de grandeza y gloria entre el Señor y nosotros.

Es una gracia del Señor hacernos entrar en su gloria para entender, ya desde la historia, cuán benéfica y salvadora es, lejos de cualquier prepotencia y avasallamiento.

Jesús de Nazareth es la muestra viviente de la dignidad que alcanza el hombre nuevo en el Espíritu, carne dignificada por el amor de Dios.

Lucas 9,46-50



REFLEXIÓN

los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante

Si no discutimos, por lo menos nos afanamos anhelando el reconocimiento de nuestra importancia.

A veces llegamos a excesos penosos por la búsqueda de gloria.

No es que no importe como un estímulo de nuestros talentos.

Pero es muy frecuente que encallemos en una obsesión y ambición ansiosa por ser reconocidos más que otros.

Hemos vivido constantemente esta competencia y celotipia envidiosa. Nos creemos merecedores del más alto sitial, y nos deprimimos cuando nos ignoran.

El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante

Un niño es un ser vulnerable y en su visión lúdica de la existencia no sobresale, aunque pueda existir como semilla de mala hierba, la ambición por la importancia sobre los demás.

El mundo al revés.

Un niño en ese contexto de competitividad qué significa: ausencia de ambición conscientemente pretendida.

El niño es pequeño, eso se ve.

El niño, entonces más que ahora, no cuenta en la sociedad como el adulto.

Traerlo al medio de la conversación es como un acto profético de Jesús, que evidencia la pequeñez física y social, para proyectarse a la otra pequeñez: la que importa en el reino.

Las caricaturas de la pequeñez dañan el significado profundo que se quiere transmitir, incluso la que distorsiona la infancia espiritual de Santa Teresita del niño Jesús.

Pero no se trata de pusilanimidad, que contraria otros textos de la Palabra, sino de una identidad de cara al reino donde el protagonismo es del Espíritu, y la lucha por el poder se reemplaza con el esfuerzo de la solidaridad fraterna.

Ignacio de Loyola funda su Compañía de Jesús como mínima, en el sentido de la dependencia del Espíritu Santo, de quien depende el ágape discernido, más que del número de participantes.

No se lo impidáis; el que no está contra vosotros, está a favor vuestro.

Más bien nos debemos gozar que la obra se vaya haciendo, aunque sea con la gloria de otros.

La obra del Señor es lo importante.

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