miércoles, 6 de octubre de 2021

BEATO CARLO


 
De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Tralianos
(Caps. 8,1-9, 2; 11, 1-13, 3: Funk 1, 209-211)

CONVERTÍOS EN CRIATURAS NUEVAS POR MEDIO DE LA FE, QUE ES COMO LA CARNE DEL SEÑOR, Y POR MEDIO DE LA CARIDAD, QUE ES COMO SU SANGRE

Revestíos de mansedumbre y convertíos en criaturas nuevas por medio de la fe, que es
como la carne del Señor, y por medio de la caridad, que es como su sangre. Que ninguno
de vosotros tenga nada contra su hermano. No deis pretexto con ello a los paganos, no
sea que, ante la conducta insensata de algunos de vosotros, los gentiles blasfemen de la
comunidad que ha sido congregada por el mismo Dios, porque ¡ay de aquel por cuya
ligereza ultrajan mi nombre!
Tapaos, pues, los oídos cuando oigáis hablar de cualquier cosa que no tenga como
fundamento a Cristo Jesús, descendiente del linaje de David, hijo de María, que nació
verdaderamente, que comió y bebió como hombre, que fue perseguido verdaderamente
bajo Poncio Pilato y verdaderamente también fue crucificado y murió, en presencia de los
moradores del cielo, de la tierra y del abismo y que resucitó verdaderamente de entre los
muertos por el poder del Padre. Este mismo Dios Padre nos resucitará también a nosotros,
que amamos a Jesucristo, a semejanza del mismo Jesucristo, sin el cual no tenemos la
vida verdadera.

Huid de los malos retoños: llevan un fruto mortífero y, si alguien gusta de él, muere al
momento. Estos retoños no son plantación del Padre. Si lo fueran, aparecerían como
ramas de la cruz y su fruto sería incorruptible; por esta cruz, Cristo os invita, como
miembros suyos que sois, a participar en su pasión. La cabeza, en efecto, no puede nacer
separada de los miembros, y Dios, que es la unidad, promete darnos parte en su misma
unidad.
Os saludo desde Esmirna, juntamente con las Iglesias de Asia, que están aquí conmigo
y que me han confortado, tanto en la carne como en el espíritu. Mis cadenas, que llevo
por doquier a causa de Cristo, mientras no ceso de orar para ser digno de Dios, ellas
mismas os exhortan: perseverad en la concordia y en la oración de unos por otros.
Conviene que cada uno de vosotros, y en particular los presbíteros, reconfortéis al obispo,
honrando así a Dios Padre, a Jesucristo y a los apóstoles.
Deseo que escuchéis con amor mis palabras, no sea que esta carta se convierta en
testimonio contra vosotros. No dejéis de orar por mí, pues necesito de vuestro amor ante
la misericordia de Dios, para ser digno de alcanzar aquella herencia a la que ya me acerco,
no sea caso que me consideren indigno de ella.
Os saluda la caridad de los esmirniotas y de los efesios. Acordaos en vuestras oraciones
de la Iglesia de Siria, de la que no soy digno de llamarme miembro, porque soy el último
de toda la comunidad. Os doy mi adiós en Jesucristo a todos vosotros, los que estáis
sumisos a vuestro obispo, según el querer de Dios; someteos también, de manera
semejante, al colegio de los presbíteros. Y amaos todos, unos a otros, con un corazón
unánime.
Mi espíritu se ofrece como víctima por todos vosotros, y no sólo ahora, sino que se
ofrecerá también cuando llegue a la presencia de Dios. Aún estoy expuesto al peligro,
pero el Padre es fiel y cumplirá, en Cristo Jesús, mi deseo y el vuestro. Deseo que también
vosotros seáis hallados en él sin defecto ni pecado.

martes, 5 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

MARTES 27 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Jonás 3,1-10



REFLEXIÓN

predícale el mensaje que te digo

Proclama la proclamación(qara ha queriah).

Se trata de llamar, proclamar o leer. Dar a conocer públicamente.

Requiere exponerse, y descubrirse como leal al mensaje.

Mensaje y mensajero se unen.

proclamando: "¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!"

Se avisa de un peligro inminente.

Mensaje de cambio porque la situación es insostenible.

Apela a la sabiduría de los escuchas para sacar conclusiones y tomar decisiones.

Se trata de cambiar de rumbo para evitar una catástrofe.

Los temores pueden ofrecer un mensaje semejante: avisar de posible catástrofes personales, familiares, organizacionales, colectivas, si no hay un cambio de rumbo.

que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios

Una experiencia de Dios que no sucumbe a un destino trágico, como otros pensamientos, ni a un determinismo absoluto como algunas ideologías.

Más bien se vive como una relación de confianza por la cual, ante ciertos eventos, se adquiere una reserva de esperanza, que genera expectativa de cambio favorable ante circunstancias amenazantes.

La palabra nos brinda en quintaesencia, vivir al Señor como amigable y de nuestro lado, si le correspondemos.

Salmo responsorial: 129



REFLEXIÓN

Desde lo hondo a ti grito, Señor; / Señor, escucha mi voz; / estén tus oídos atentos / a la voz de mi súplica.

Desde el temor sobre una posible catástrofe adveniente grito atemorizado, aunque sea en el silencio del lecho.

Si llevas cuentas de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resisitir? / Pero de ti procede el perdón, / y así infundes respeto.

Los muchos delitos son nuestra cosecha, y desde ellos se hinca el temor en nuestra carne.

El perdón pedido y asumido es como el aceite balsámico en la herida, porque alivia y cicatriza.

Lucas 10,38-42



REFLEXIÓN

"Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán."

Si hay algo estable y que produce firmeza es la asidua escucha de la palabra.

Ella genera un cambio de vida en la que el servicio no es disperso ni desenfocado o distractivo.

Genera una misión que concentra la energía en vivir el designio que es el Reino, el dominio del Señor en todo tiempo y lugar.

Escoger lo único necesario y dedicarse a ello no importa el costo para el mundo.

El servicio es importante, pero cuando fluye de la escucha de la Palabra. María es mejor paradigma de servicio al reino que Marta, porque el servicio que fluya de su iniciativa habrá sido incubado a los pies de Jesús de Nazareth.

Somos muchos los que pensamos que debemos gastarnos por el servicio al reino, y que las obras son muestra de la fe. Que no es suficiente decir: Señor, Señor.

Pero somos muchos los que nos ahogamos en el afán del mundo y confundimos el servicio a nuestros intereses con el servicio al Reino, que nace de la escucha y obediencia de fe a la Palabra.

Se supone que Marta encarna el servicio, pero en esta ocasión hay prioridades: Jesús.

Escucharlo es la prioridad.

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