domingo, 17 de octubre de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


LA ORACIÓN DE CARLO ERA EN LO OCULTO

Domingo, XXIX semana

San Agustín Carta a Proba 130,8,15.17- 9,18

¿Por qué en la oración nos preocupamos de tantas cosas y nos preguntamos cómo hemos de orar, temiendo que nuestras plegarias no procedan con rectitud, en lugar de limitarnos a decir con el salmo: Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo? En aquella morada, los días no consisten en el empezar y en el pasar uno después de otro ni el comienzo de un día significa el fin del anterior; todos los días se dan simultáneamente, y ninguno se termina allí donde ni la vida ni sus días tienen fin. Para que lográramos esta vida dichosa, la misma Vida verdadera y dichosa nos enseñó a orar; pero no quiso que lo hiciéramos con muchas palabras, como si nos escuchara mejor cuanto más locuaces nos mostráramos, pues, como el mismo Señor dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades aun antes de que se las expongamos. Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él ciertamente no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes, y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante.

REFLEXIÓN

Orar para cambiarnos en lo que vamos recibiendo: al Señor de la Gloria. No es un beneficio para Él, es para nosotros, que podemos orando, transformarnos. De ahí que lo de menos es el qué vamos a pedir, sino el cómo pedimos, al que nos va  dando. Capaces de Dios, nos hace el orar, capaces de asumirlo, profundizarlo, saborearlo, más no entenderlo, porque el que se nos va dando es Misterio absoluto.

sábado, 16 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

SÁBADO 28 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 4,13.16-18



REFLEXIÓN

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: "Te hago padre de muchos pueblos."

Parece decir por tanto, que en el supuesto de que Abraham fuera la cuna de una cultura, antes de ella se dio la fe a una promesa gratuita.

La observancia de la ley en una cultura es un acto segundo, que no remonta sino que sucede a la fe.

Como fe conecta con la promesa gratuita dondequiera se dé la fe de Abraham.

La exclusividad de la descendencia legal no tiene fundamento para cerrar el paso a la promesa gratuita correspondida por una fe como la de Abraham.

Todo ser humano puede ser hijo de Abraham si accede a la promesa por esa calidad de fe.

Cómo es la fe de Abraham, llave para toda la humanidad?

Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: "Así será tu descendencia."

El encuentro con Dios permite a Abraham el acceso a una fe cuya calidad consiste en esperar contra toda esperanza.

Esta es la fe que practica el justo de Habacuc: el justo por fe vivirá.

En Abraham esa fe se manifestó en creer y esperar numerosa descendencia a pesar de sus escasas posibilidades individuales.

La fe de Abraham consiste, ya como vida plena en Jesús de Nazareth, en desconcentrar la esperanza única en las probabilidades propias y transferirla, en creciente énfasis, a las posibilidades que laten en Dios.

A esta luz es comprensible con asaz claridad la expresión en boca de Jesús en cuanto a que para Dios no hay nada imposible.

La negación de la imposibilidad como atributo de Dios es la clave de la fe al estilo de Abraham, y está disponible para todo pueblo, raza o nación.

Salmo responsorial: 104



REFLEXIÓN

Se acuerda de su alianza eternamente, / de la palabra dada, por mil generaciones;

El sistema de la palabra empeñada, una sola, clara, transparente, firme es el sistema de una persona cuyo principal analogado es el Señor.

Ser persona es tener y mantener la palabra dada sin oscurecerla para siempre.

Ella es la trascendencia y la totalmente otra palabra, que contrasta y relativiza toda otra palabra de cualquiera.

Relativiza todo otro sistema que no se funda en la palabra que requiere y justifica una fe esperanzada.

Lucas 12,8-12



REFLEXIÓN

Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir

Como en todo lo demás la comunidad seguidora de Jesús lo tiene como modelo que los inspira en el seguimiento.

Y así capta desde la fe pascual que el don otorgado por Jesús, pero vivido por él, es la obediencia al Espíritu, y dejarse enseñar por Él.

Es imperdonable desacreditar la acción del Espíritu de Dios. Nada lo justifica.

En esto consiste una existencia que aprende puntualmente, en cada coyuntura.

Y volverse contra esta enseñanza es una blasfemia (lenguaje difamatorio) que por si mismo excluye del influjo del Espíritu.

Un lenguaje que expresa falta de fe en su enseñanza.

no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir

Lo propio es creer y esperar que interviene y seguirá anteviniendo el Espíritu Santo en nuestra defensa decisiva.

Confiar en la intervención oportuna, esperar su auxilio pertinente, es la fe que nos transmite la tradición de la Palabra desde los relatos de Abraham.

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