miércoles, 2 de febrero de 2022

BEATO CARLO


SALIO AL ENCUENTRO DE LA LUZ EN JESÚS EUCARISTÍA

De las Disertaciones de san Sofronio, obispo

(Disertación 3, Sobre el Hipapanté, 6. 7: PG 87, 3, 3291-3293)
ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA


Corramos todos al encuentro del Señor los que con fe celebramos y veneramos su misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz.

Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de aquel que viene a nosotros -el cual hace que todo resplandezca y, expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz eterna-, ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de Cristo.

En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para todos, apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera.

Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para librarlo de las tinieblas en que estaba envuelto y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar. Por esto avanzamos en procesión con cirios en las manos, por esto acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor que, procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al encuentro de Dios.

Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme.

Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos, iluminados, salgamos a su encuentro y, con el anciano Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.

También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.

También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y de este modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque no queremos olvidarlo.

martes, 1 de febrero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 4 de tiempo ordinario

Año Par

2Samuel 18,9-10.14b.24-25a.30-19,3



REFLEXIÓN

se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra

Un pequeño detalle, un incidente baladí, un accidente fortuito, cambia el sentido de una historia y altera los resultados.

Son esas minucias las que poco se recogen en las historias científicas, donde los hechos clamorosos de líderes connotados que deciden la suerte de los colectivos humanos, tienen el mayor espacio y alabanza.

La sencilla piedrecita que se suelta de un monte y camino abajo entra en velocidad y pega en una estatua, que derrumba, no tiene lugar en la historia humana.

Pero para el creyente el lugar prominente es la libertad amorosa y benigna del Señor que ejerce su dominio para favorecer las víctimas en su momento oportuno por medios insospechados e inéditos.

Y el ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como se esconden los soldados abochornados cuando han huido del combate.

David Rey era un hombre de poder monárquico, un iniciador de dinastía, un fundador de estado próspero y primera potencia de su tiempo. Ya no se le pertenecía. Una estructura, un estatuto, una organización descansaba sobre sus logros. Y en su momento cobró factura, porque independientemente de los sentimientos paternos por Absalón, su colaborador determinó la muerte del hijo, para salvar la institución, interpretando que hacía un servicio leal. Esta dicotomía persiste en el poder hasta hoy.

Matar a Absalón fue un exceso de fuerza, porque estaba a merced de su enemigo. Hacerlo prisionero era suficiente.

Hoy las víctimas, incluso las que han cometido delito pero se les ha reprimido con excesos, se hacen oír para pedir justicia.

Así nos encontramos hoy ante el desafío de ejercer la represión de lo incorrecto, en la medida suficiente para no producir víctimas, que a su vez ejerzan su derecho a la justicia.

Qué hacer? Aprender del Señor por medio de su Palabra a discernir lo incorrecto para eliminar la cizaña sin llevarnos el maíz o el trigo, según la cultura.

Salmo responsorial: 85



REFLEXIÓN

soy un pobre desamparado; / protege mi vida, que soy un fiel tuyo;

Son muchos los alejados y no por propia voluntad de los núcleos de algún poder, para hacer de su existencia un logro pleno.

Su corazón es una queja amarga de la vida que les tocó vivir, incluso impulsada por sus propias deficientes decisiones. Un mal juego que no puede ganar por las malas cartas que le han tocado en la repartición.

Su única esperanza es un señorío de equidad, oportunidad, bienestar. Cómo no favorecer una oración que nos relacione y configure para convivir en ese señorío?

alegra el alma de tu siervo, / pues levanto mi alma hacia ti

La explicación sobre por qué sentimos que el Señor tarda tanto a veces en escucharnos, la podemos sentir en una verdad: debemos convencernos, cada vez más, de que Él es Único.

Marcos 5,21-43



REFLEXIÓN

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo

"No temas; basta que tengas fe."

acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría

Dos personas que abordan la esperanza de curación con estrategias diferentes y ambas recibidas por Jesús con misericordia.

 

No podemos ni debemos repudiar alguna forma de esperanza y su manifestación, porque quien las juzga y acepta es el Señor.

 

Es verdad que a nuestros ojos de modernos ciertas manifestaciones son más síntomas de locura y superstición que de fe.

 

Pero no somos los jueces. Si acaso podemos dar el servicio de depuración y maduración pero el que juzga y acepta es el Señor.

 

Nuestro respeto y benevolencia para con todos nos acarrea una mejor disposición para encontrar el don del reino en todo.

¿Quién me ha tocado el manto?"

Quién ha sabido cómo tocar mi manto? Sería más bien la pregunta.

Tantos le tocaban, por estar apretujado de la gente, que sólo un toque particular le hizo detenerse y preguntar.

La mujer impura tuvo la actitud de búsqueda adecuada para obtener fuerza de Jesús.

Fuerza, magnetismo, flujo de energía no sabemos qué.

Nos tendríamos que preguntar con deseo de obtenerla, cómo se llega a esta disposición de fe.

Saber tocar, saber buscar, saber descargar la energía del Señor.

"Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Jesús de Nazaret es una Palabra que colabora con nosotros en formar esa fe que admite a  fondo que el Señor es Único, es Padre.

Tanto la mujer con flujo de sangre como el jefe de la Sinagoga hicieron una aproximación a Jesús con su fe, incluso con apariencia de superstición.

Pero Jesús los involucró en un proceso de crecimiento de la fe hasta el límite de su impotencia para confesar su fe esperanzada en el Único.

Es como si le dijera: no te miro para regañarte ni echarte en cara, sino para compartir la alegría contigo, porque has sabido como tocarme con fe.

Tú si sabes obtener lo que necesitas.

Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?

El hombre que había concebido tanta esperanza, con la noticia de la muerte de su hija, debió experimentar una gran tristeza.

No temas; basta que tengas fe.

Por eso Jesús lo sostuvo en esa tristeza y lo mantuvo en la espera. Como le diría a Marta para alentarla a seguir creyendo, no obstante la muerte de Lázaro: Sigue creyendo más aún.

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