lunes, 29 de agosto de 2022

BEATO CARLO


 

De las Homilías de san Beda el Venerable, presbítero
(Homilía 23: CCL 122, 354. 356-357)
 
PRECURSOR DEL NACIMIENTO Y DE LA MUERTE DE CRISTO

 

El santo Precursor del nacimiento, de la predicación y de la muerte del Señor mostró en el momento de la lucha suprema una fortaleza digna de atraer la mirada de Dios, ya que, como dice la Escritura, aunque, a juicio de los hombres, haya sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Con razón celebramos su día natalicio, que él ha solemnizado con su martirio y adornado con el fulgor purpúreo de su sangre; con razón veneramos con gozo espiritual la memoria de aquel que selló con su martirio el testimonio que había dado del Señor.

 No debemos poner en duda que san Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, si trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo.

 Cristo, en efecto, dice: Yo soy la verdad; por consiguiente, si Juan derramó su sangre por la verdad, la derramó por Cristo; y él, que precedió a Cristo en su nacimiento en su predicación y en su bautismo, anunció también con su martirio, anterior al de Cristo, la pasión futura del Señor.

 Este hombre tan eximio terminó, pues, su vida derramando su sangre, después de un largo y penoso cautiverio. Él, que había evangelizado la libertad de una paz que viene de arriba, fue encarcelado por unos hombres malvados; fue encerrado en la oscuridad de un calabozo aquel que vino a dar testimonio de la luz y a quien Cristo, la luz en persona, dio el título de «lámpara que arde y que ilumina»; fue bautizado en su propia sangre aquel a quien fue dado bautizar al Redentor del mundo, oír la voz del Padre que resonaba sobre Cristo y ver la gracia del Espíritu Santo que descendía sobre él. Mas a él, todos aquellos tormentos temporales no le resultaban penosos, sino más bien leves y agradables, ya que los sufría por causa de la verdad y sabía que habían de merecerle un premio y un gozo sin fin.

 La muerte -que de todas maneras había de acaecerle por ley natural- era para él algo apetecible, teniendo en cuenta que la sufría por la confesión del nombre de Cristo y que con ella alcanzaría la palma de la vida eterna. Bien lo dice el Apóstol: Dios os ha dado la gracia de creer en Jesucristo y aun de padecer por él. El mismo Apóstol explica, en otro lugar, por qué sea un don el hecho de sufrir por Cristo: Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros.


EJERCICIOS ESPIRITUALES

 


[50] 1º pucto. El primer puncto será traer la memoria sobre el primer pecado, que fue de los ángeles, y luego sobre el mismo el entendimiento discurriendo, luego la voluntad, queriendo todo esto, memorar y entender, por más me envergonzar y confundir; trayendo en comparación de un pecado de los ángeles tantos pecados míos, y donde ellos por un pecado fueron al infierno, quántas veces yo le he merescido por tantos. Digo traer en memoria el pecado de los ángeles; cómo siendo ellos criados en gracia, no se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en superbia, fueron conuertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al infierno; y así, consequenter, discurrir más en particular con el entendimiento, y consequenter moviendo más los afectos con la voluntad.

 [51] 2º puncto. El segundo: hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva; trayendo a la memoria cómo por el tal pecado hicieron tanto tiempo penitencia, y quánta corrupción vino en el género humano, andando tantas gentes para el infierno. Digo traer a la memoria el 2º pecado, de nuestros padres, cómo después que Adán fue criado en el campo damaceno, y puesto en el paraíso terrenal, y Eva ser criada de su costilla, siendo bedados que no comiesen del árbol de la sciencia, y ellos comiendo, y asimismo pecando, y después vestidos de túnicas pellíceas, y lanzados del paraíso, vivieron sin la justicia original, que habían perdido, toda su vida en muchos trabajos y mucha penitencia; y consequenter discurrir con el entendimiento más particularmente, usando de la voluntad como está dicho.

[52] 3º puncto. El tercero: asimismo hacer otro tanto sobre el tercero pecado particular de cada uno que por un pecado mortal es ido al infierno, y otros muchos sin cuento por menos pecados que yo he hecho. Digo hacer otro tanto sobre el 3 pecado particular, trayendo a la memoria la gravedad y malicia del pecado contra su Criador y Señor, discurrir con el entendimiento cómo en el pecar y hacer contra la bondad infinita, justamente a sido condenado para siempre, y acabar con la voluntad, como está dicho.

[53] Coloquio. Imaginando a Christo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio; cómo de Criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto, mirando a mí mismo, lo que he hecho por Christo, lo que hago por Christo, lo que debo hacer por Christo; y así viéndole tal, y así colgado en la cruz, discurrir por lo que se offresciere.

[54] El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su Señor; quándo pidiendo alguna gracia, quándo culpándose por algún mal hecho, quándo comunicando sus cosas, y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater noster.

    REFLEXIÓN

[50] [51] [52] [53] [54] Paradigmas de pecado mortal se presentan en esta galería: Pecado de los ángeles, de Adán y Eva y el o los personales graves. Son pecados que podrían incumbir y afectarnos a todos y todas, porque se relacionan con el universo creado visible e invisible. La calidad de verdad histórica de las narraciones bíblicas con sabor a mito no se discute en este momento, porque sería una desviación. Tanto cuanto nos sirvan y si no buscar en nuestro conocimiento propio, de l@s otr@s y del mundo aquellos desórdenes graves que impliquen el haber perdido una condición ventajosa y de amistad con Dios, por haber libremente cometido una grave violación de su Alianza. En los ejemplos propuestos se señalan actitudes de soberbia, desobediencia, consecuencias aparentemente desproporcionadas, derivadas de nuestros actos responsables. Hay ejemplos por doquier: hemos podido en nuestra vida haber hecho verdaderos desastres y canalladas por dejarnos llevar del placer, la corrupción, la difamación, la mentira, la envidia, el orgullo, el desamor, tanto en nuestras familias, vecinos, escuelas, trabajos, diversiones, y demás.

Todo este abundar en el pecado implica una sensibilización y autocrítica honesta de nosotr@s mism@s, sin recurrir a justificaciones que disminuyan nuestra responsabilidad. Hay metas posibles como fruto de este ejercicio: vergüenza, confusión, arrepentimiento, escándalo de nosotr@s mism@s porque nos asombramos de dónde hemos podido llegar en nuestro daño y el de otros y otras.

Lo más importante es el impulso que obtenemos con esta experiencia del mal y la culpabilidad sana, para logra una conversación, diálogo, coloquio ante Dios, Jesucristo o quien sea para mí el símbolo del Totalmente Otro, a quien no puedo engañar, ni se deja manipular. Pero de quien puedo y debo esperar amor, misericordia, comprensión y juicio justo, como nadie en el mundo me pueda proveer.

Es importante incluir, dentro de la galería y para que nos autocritiquemos, la injusticia social: pobreza, marginación, drogadicción, enfermedades estigmatizadas, grupos sociales discriminados por razón de sexo, religión, política o cualquier otra razón que nos lleve a etiquetar la sociedad en secciones o compartimentos indeseables.

Así el coloquio con el crucificado, no será sólo para captar el reflejo de los pecados propios sino también los sociales: nuestra omisión en sumarnos al esfuerzo de salvación de tantos grupos, etnias y pueblos afectados por mi omisión e indiferencia.

Por último, y no menos importante, en el crucificado hemos de contemplar su cruz de madera, símbolo de la creación y sus recursos renovables, en proceso de deterioro y extinción por nuestras acciones u omisiones.

Y así con responsabilidad, sinceridad, humildad que brota de todos este conocimiento, preguntarnos y disponernos a escuchar la respuesta: qué he hecho, qué hago, qué debo hacer por Cristo.