viernes, 2 de septiembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 22 de tiempo ordinario Año Par

 

1Corintios 4, 1-5



REFLEXIÓN

 

vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios

 

Mediante su palabra y acciones, que comunican salvación.

 

La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.

 

Aun aceptando que la conciencia ética sea una voz del Señor, no por ello nos podemos cerrar en ese veredicto, porque puede ser permisivo y esconder la auténtica responsabilidad.

 

La conciencia ha de trabajarse constantemente para ponerla a tono como voz de Dios y menos como resonancia de nuestros intereses egoístas.

 

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Este trabajo es arduo porque implica la autocrítica permanente como quien no desea ser cómplice del propia crimen y la propia falta.

 

Nuestro ego brega a defenderse hasta la última gota de sangre y somos para nosotros mismos abogados defensores en vez de fiscales.

 

Incluso la conciencia puede ser envilecida y auto-engañada.

 

no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón;

 

Esta Palabra se ofrece como antídoto a la tendencia vehemente del mundo a juzgar y condenar desde el inicio, sin esperar las pruebas y las evidencias. Y aún entonces por ejecutar sentencias desproporcionadas.

 

Aun cuando la justicia humana funcione queda flotando la incertidumbre; si fue sana y completa justicia.

 

No obstante las propias luces de la conciencia seguimos estando en sus manos misericordiosas.

 

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Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios

 

Porque el mundo se ufana que todo se ha de saber en esta vida, como un logro de la verdad humana.

 

Frente al descubrimiento de los engaños humanos que se aspiran a conocer mediáticamente, se da una revelación final de los designios del corazón, de las verdaderas intenciones, que nuestras ciencias no atinan a establecer sólidamente.

 

Es el Señor quien alabará, no dice: condenará.

 

Sabrá salvar lo bueno que hay en nosotros.

 

Salmo responsorial: 36



REFLEXIÓN

 

Confía en el Señor y haz el bien

 

confía en él, y él actuará

 

Apártate del mal y haz el bien

 

Hacer el bien incansablemente como lo manda la Palabra requiere confiar. Hace el bien quien confía. Quien confía hace el bien. Son dos caras de la misma moneda.

 

 

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Hacer el bien muestra la calidad de la confianza que tenemos. Si decimos confiar y no hacemos el bien, no confiamos en realidad.

 

él te dará lo que pide tu corazón

 

Aunque ni nosotros sepamos formularlo y descifrarlo es el mejor intérprete.

 

Lucas 5,33-39



REFLEXIÓN

 

"Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber".

 

Juicios como éstos tienen hoy sus réplicas: cuando se juzga mejor persona a quien se manifiesta como activista de causas sociales de diferentes causas.

 

El hecho de ser activista para ciertos sectores es ya la proclamación de una cuasi-santidad.

 

O cuando se juzga que los asiduos participantes en liturgias y devociones son ya buenos y merecen el reconocimiento de tales por los demás.

 

Por eso el Espíritu en nuestro tiempo ha permitido que se cuartee la fachada de presunta santidad y bondad de personas y grupos

 

 

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etiquetados como tal, por los escándalos que se han conocido.

 

Las iglesias incluso, como organizaciones profesionalmente detentoras del bien y la santidad, han filtrado corrupción e iniquidad.

 

El ayuno es el duelo por su ausencia cuando se siente, y la fiesta es la celebración de su presencia, también cuando se siente.

 

Es una forma de vivir la presencia y ausencia escatológica, advertida a través sus señales: consolación y desolación.

 

¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán

 

En la existencia hay momentos de celebración de bodas, porque el novio se siente presente. En otros momentos se siente la ausencia. Guardar esos momentos en la memoria, y expresarlos en retiros, en liturgia, ayuda a contrastar y aprender un caminar que conlleva presencia y ausencia, consolación y desolación.

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A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo.""

 

Si la estrategia aconseja que lo nuevo vaya con lo nuevo, tampoco se descarta que lo viejo tenga su encanto.

 

No parece que lo añejo sea desacreditado, por ser viejo. Tiene su buen gusto, y es hasta preferible.

 

Pero no debe impedir que lo nuevo venga como lo nuevo y no como viejo o lo viejo como nuevo.

 

Hoy se habla de que los esquemas han de romperse.

 

Sí, a condición de que aquello que venga sea nuevo y se reciba como nuevo.

 

No así lo que aparenta ser nuevo pero es viejo. Y ni siquiera es añejo: sin buen gusto.

 

La novedad de Jesús y su evangelio nos conduce a nuevas formas de convivialidad.

 

Y así en nuestra época descreída y escéptica ante los símbolos y

 

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signos tradicionales de la santidad, el Espíritu de la Palabra nos urge la sinceridad y la pureza de la intención y la consistencia de la actuación.

 

Se trata de una nueva relación: escatológica. Es definitiva, es misteriosa.

 

Pide actitudes nuevas y gestos nuevos e innovadores.

 

Más allá de la institución eclesial, que puede sentirse retardataria en reconocer la novedad, preocupada como está de fijar límites.

 

En esta tensión que se crea por la búsqueda de los odres nuevos para el vino nuevo y los odres viejos del vino viejo, llama la atención la posición de algunos que sólo se fijan en las bondades de la creatividad, sin caer en cuenta que re-editan errores antiguos, y que un servicio a la novedad es la vigilancia para no caer en los mismos errores.

 

 

 

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Igualmente llama la atención que esta vigilancia, no simpatice y escrute con más benevolencia los intentos por los odres nuevos, y descalifique de partida los intentos realizados.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1565659329218461698?s=20&t=ujkn6y58NNZ6pvSGubUtrQ

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Viernes, XXII semana

San León Magno Sermón sobre las bienaventuranzas 95,2-3

 No puede dudarse de que los pobres consiguen con más facilidad que los ricos el don de la humildad, ya que los pobres, en su indigencia, se familiarizan fácilmente con la mansedumbre y, en cambio, los ricos se habitúan fácilmente a la soberbia. Sin embargo, no faltan tampoco ricos adornados de esta humildad y que de tal modo usan de sus riquezas que no se ensoberbecen con ellas, sino que se sirven más bien de ellas para obras de caridad, considerando que su mejor ganancia es emplear los bienes que poseen en aliviar la miseria de sus prójimos. El don de esta pobreza se da, pues, en toda clase de hombres y en todas las condiciones en las que el hombre puede vivir, pues pueden ser iguales por el deseo incluso aquellos que por la fortuna son desiguales, y poco importan las diferencias en los bienes terrenos si hay igualdad en las riquezas del espíritu. Bienaventurada es, pues aquella pobreza que no se siente cautivada por el amor de bienes terrenos ni pone su ambición en acrecentar la riquezas de este mundo, sino que desea más bien los bienes del cielo. Después del Señor, los apóstoles fueron los primeros que nos dieron ejemplo de esta magnánima pobreza, pues, al oír la voz del divino Maestro, dejando absolutamente todas las cosas, en un momento pasaron de pescadores de peces a pescadores de hombres y lograron, además, que muchos otros, imitando su fe, siguieran esta misma senda. En efecto, muchos de los primeros hijos de la Iglesia, al convertirse a la fe, no teniendo más que un solo corazón y una sola alma, dejaron sus bienes y posesiones y, abrazando la pobreza, se enriquecieron con bienes eternos y encontraban su alegría en seguir las enseñanzas de los apóstoles, no poseyendo nada en este mundo y teniéndolo todo en Cristo.

REFLEXIÓN

Así pues la pobreza bienaventurada y la humildad son hermanas gemelas, con mutua dependencia y amor. Mueven montañas, porque el discurso prepotente levanta un muro de resistencia, como el que sentimos hoy ante cualquier orden constituído. Pero la presencia indefensa y honesta gana partidarios de su causa, y muchos la endosan porque les seduce. Hay en el pobre bienaventurado un sexto sentido que reconoce a quien humilde no va tras riquezas y más bien busca la igualdad, sin presionar, sin manipular, sin propaganda y sin la insistencia machacona que gana lo contrario de la aceptación convencida. Cuando así fluye del modo propio de ser es un don y un gozo. Por eso es bienaventuranza