Viernes 22
de tiempo ordinario Año Par
1Corintios 4, 1-5
vea en
nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios
Mediante su palabra y acciones, que
comunican salvación.
La
conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi
juez es el Señor.
Aun aceptando que la conciencia ética
sea una voz del Señor, no por ello nos podemos cerrar en ese veredicto, porque
puede ser permisivo y esconder la auténtica responsabilidad.
La conciencia ha de trabajarse
constantemente para ponerla a tono como voz de Dios y menos como resonancia de
nuestros intereses egoístas.
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Este trabajo es
arduo porque implica la autocrítica permanente como quien no desea ser cómplice
del propia crimen y la propia falta.
Nuestro ego brega a defenderse hasta
la última gota de sangre y somos para nosotros mismos abogados defensores en
vez de fiscales.
Incluso la conciencia puede ser
envilecida y auto-engañada.
no juzguéis
antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las
tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón;
Esta Palabra se ofrece como antídoto
a la tendencia vehemente del mundo a juzgar y condenar desde el inicio, sin
esperar las pruebas y las evidencias. Y aún entonces por ejecutar sentencias
desproporcionadas.
Aun cuando la justicia humana funcione
queda flotando la incertidumbre; si fue sana y completa justicia.
No obstante las
propias luces de la conciencia seguimos estando en sus manos misericordiosas.
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Él iluminará
lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del
corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios
Porque el mundo se ufana que todo se
ha de saber en esta vida, como un logro de la verdad humana.
Frente al descubrimiento de los
engaños humanos que se aspiran a conocer mediáticamente, se da una revelación
final de los designios del corazón, de las verdaderas intenciones, que nuestras
ciencias no atinan a establecer sólidamente.
Es el Señor quien alabará, no dice:
condenará.
Sabrá salvar lo bueno que hay en
nosotros.
Salmo
responsorial: 36
REFLEXIÓN
Confía en el Señor y haz el bien
confía en él, y él actuará
Apártate del mal y haz el bien
Hacer el bien incansablemente como lo
manda la Palabra requiere confiar. Hace el bien quien confía. Quien confía hace
el bien. Son dos caras de la misma moneda.
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Hacer el bien
muestra la calidad de la confianza que tenemos. Si decimos confiar y no hacemos
el bien, no confiamos en realidad.
él te dará lo que pide tu corazón
Aunque ni nosotros sepamos formularlo
y descifrarlo es el mejor intérprete.
Lucas
5,33-39
REFLEXIÓN
"Los
discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en
cambio, los tuyos, a comer y a beber".
Juicios como éstos tienen hoy sus
réplicas: cuando se juzga mejor persona a quien se manifiesta como activista de
causas sociales de diferentes causas.
El hecho de ser activista para ciertos
sectores es ya la proclamación de una cuasi-santidad.
O cuando se juzga que los asiduos
participantes en liturgias y devociones son ya buenos y merecen el
reconocimiento de tales por los demás.
Por eso el Espíritu en nuestro tiempo
ha permitido que se cuartee la fachada de presunta santidad y bondad de
personas y grupos
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etiquetados como tal, por los
escándalos que se han conocido.
Las iglesias incluso, como
organizaciones profesionalmente detentoras del bien y la santidad, han filtrado
corrupción e iniquidad.
El ayuno es el duelo por su ausencia
cuando se siente, y la fiesta es la celebración de su presencia, también cuando
se siente.
Es una forma de vivir la presencia y
ausencia escatológica, advertida a través sus señales: consolación y
desolación.
¿Queréis que
ayunen los amigos del novio mientras el
novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces
ayunarán
En la existencia hay momentos de
celebración de bodas, porque el novio se siente presente. En otros momentos se
siente la ausencia. Guardar esos momentos en la memoria, y expresarlos en
retiros, en liturgia, ayuda a contrastar y aprender un caminar que conlleva
presencia y ausencia, consolación y desolación.
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A vino nuevo,
odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está
bueno el añejo.""
Si la estrategia aconseja que lo
nuevo vaya con lo nuevo, tampoco se descarta que lo viejo tenga su encanto.
No parece que lo añejo sea
desacreditado, por ser viejo. Tiene su buen gusto, y es hasta preferible.
Pero no debe impedir
que lo nuevo venga como lo nuevo y no como viejo o lo viejo como nuevo.
Hoy se habla de que los esquemas han
de romperse.
Sí, a condición de que aquello que
venga sea nuevo y se reciba como nuevo.
No así lo que aparenta ser nuevo pero
es viejo. Y ni siquiera es añejo: sin buen gusto.
La novedad de Jesús y su evangelio
nos conduce a nuevas formas de convivialidad.
Y así en nuestra época descreída y
escéptica ante los símbolos y
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signos tradicionales de la santidad, el Espíritu de la
Palabra nos urge la sinceridad y la pureza de la intención y la consistencia de
la actuación.
Se trata de una nueva relación:
escatológica. Es definitiva, es misteriosa.
Pide actitudes nuevas y gestos nuevos
e innovadores.
Más allá de la institución eclesial,
que puede sentirse retardataria en reconocer la novedad, preocupada como está
de fijar límites.
En esta tensión que se crea por la
búsqueda de los odres nuevos para el vino nuevo y los odres viejos del vino
viejo, llama la atención la posición de algunos que sólo se fijan en las
bondades de la creatividad, sin caer en cuenta que re-editan errores antiguos,
y que un servicio a la novedad es la vigilancia para no caer en los mismos
errores.
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Igualmente llama la
atención que esta vigilancia, no simpatice y escrute con más benevolencia los
intentos por los odres nuevos, y descalifique de partida los intentos
realizados.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1565659329218461698?s=20&t=ujkn6y58NNZ6pvSGubUtrQ