lunes, 24 de octubre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 30 de tiempo ordinario

Año Par

Efesios 4, 32-5, 8



REFLEXIÓN

perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo

La oración que Jesús nos enseñó contiene la petición del perdón apoyada en el perdón que nosotros damos a nuestros ofensores.

En esta Palabra se va a una cima de revelación del misterio del Padre: Él perdonó ya en el perdón que el mismo Jesús se convirtió a sí mismo.

Una de las últimas expresiones adjudicadas a Jesús en su martirio fue la del perdón a sus verdugos porque no sabían qué hacían.

Así nuestro perdón, el que nosotros actuamos con nuestros deudores, es un reflejo del perdón que se nos ha otorgado en Jesús por el Padre.

No tenemos que hacer méritos perdonando en proporción para ser perdonados. Nuestro ser profundo, espiritual está en paz con Dios por la entrega de su Hijo Jesús.

Por qué nosotros somos entonces tan mezquinos en prodigar el perdón siendo así que ya fuimos perdonados?

Porque no tenemos ni idea de lo que es la recreación del perdón. La situación novedosa  gozosa en la que se recupera la visión pura del designio del Padre: que seamos hermanos.

Qué hemos de hacer para ganar convicción de esta realidad de gracia? Convertirnos a la fraternidad en la que se da perdón, ágape y solidaridad.

Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Ofrecer víctimas fue desde antiguo un acierto en la actitud más que en la calidad del ofrecimiento.

Fue Jesús la víctima que se entregó junto con el Padre, la que acabó de trastornar todo el paradigma, porque redefinió la divinidad, y la calidad de entrega.

Ahora se celebra la inhabitación de la divinidad en nosotros, de la divinización y asunción de la humanidad en Dios.

No es un proceso único, sino que es un ciclo: Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios.

En esta oferta qué lugar tienen los pobres y excluidos? Son los recipientes privilegiados, porque no estaban en la lista de la salvación. No iban a entrar en el arca. Y nadie iba a sacar la mano por ellos. De ahí que la voltereta de los valores consista en comenzar con los excluidos, para que nos permitan acceder a la bienaventuranza.

Algunos santos en su dedicación a los pobres muestran existencialmente esta paradoja.

nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.

La nueva concepción de la idolatría es la conducta basada en valores anti reino: inmoralidad, indecencia, afán de dinero.

En nuestro mundo parece relativizarse esta exigencia porque se tilda de cultural.

Pero lo cultural, aunque cambiante establece índices y signos para  cada tiempo que debemos escuchar.

estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes

No se acepta hoy que Dios castigue porque es todo misericordia.

La sutileza de nuestra proyección antropomórfica se nos cuela en la relación con lo invisible.

Es preferible estar abiertos a la posibilidad de un castigo salvífico para la conversión, como una nueva llamada de amor.

en otro tiempo erais tinieblas,`ahora sois luz en el Señor

Una espiritualidad con mayor vigencia actual pone énfasis en los gestos de ágape más que en los de culpabilización por los pecados.

Se evidencia así un aspecto importante de la revelación en Jesús que pretende concienciar que ya estamos en una nueva creación, en un reino. Que las tinieblas ya pasaron.

Falta que seamos más activos en apropiarnos de esta novedad para difundirla en gestos creativos de fraternidad.

Salmo responsorial: 1



REFLEXIÓN

ni se sienta en la reunión de los cínicos

Tenemos que recurrir a esta nuestra novedad del reino en nosotros para hacer frente al cinismo de quienes han deprimido su fe y esperanza.

Nuestro diálogo con la desesperanza de muchos es como convencer al suicida que no vale la pena terminar por sí mismo con su vida.

pero el camino de los impíos acaba mal

Esta sabiduría quedó impugnada por la realidad de Jesús y su muerte. Porque también el camino de los píos puede acabar mal.

La esperanza fundada en Jesús es su resurrección, como don de amor del Padre.

Lucas 13,10-17



REFLEXIÓN

indignado porque Jesús había curado en sábado

Con el gozo de la rigidez de la prohibición. Ese gozo que sentimos por poder prohibir y sancionar la desobediencia. Como si fuera un absoluto.

Jesús mira el caso y flexibiliza por misericordia, como un desafío al absoluto en el que se ha convertido una norma.

Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo llevaba a abrevar, aunque sea sábado?

Somos hipócritas porque decimos en muchas formas que nos impulsa la buena voluntad y los valores, el amor, la civilización, la santidad etc. Pero en su momento tenemos más prontitud con las situaciones que tienen que ver con nuestra economía, que las que tienen que ver con la dignidad de las personas en situación crítica. Pero es más: desenmascara Jesús decisiones que exoneran de la norma, por beneficio propio.

Es decir, que el cumplimiento puede servir al egoísmo y matar el altruismo.

A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía

Bochorno que se convertirá en resentimiento hasta eliminar a Jesús, quien humilla el poder abusivo y egoísta.

La Palabra en persona de Jesús sabe abochornarnos cuando revela nuestra incongruencia: exigimos para otros lo que nos permitimos a nosotros.

Este bochorno es una liberación de la falsedad con la que evaluamos nuestra existencia salvando nuestro ego por propia iniciativa.

Cuando nos hundimos en el bochorno se rompe la coraza de ese ego apegado a la falsedad y reconocemos que la salvación del Señor es otra cosa diferente a la propia permisividad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1584497761600569345?s=20&t=Jl7bv-KnXGqQEKYVgHU0KA

BEATO CARLO

 


De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 21, 1--22, 5; 23, 1-2: Funk 1, 89-93)
 
NO NOS APARTEMOS NUNCA DE LA VOLUNTAD DE DIOS

 

Vigilad, amadísimos, no sea que los innumerables beneficios de Dios se conviertan para nosotros en motivo de condenación por no tener una conducta digna de Dios y por no realizar siempre en mutua concordia lo que le agrada. En efecto, dice la Escritura: El Espíritu del Señor es como una lámpara que sondea lo más íntimo de las entrañas.

 Consideremos cuán cerca está de nosotros y cómo no se le oculta ninguno de nuestros pensamientos ni de nuestras palabras. Justo es, por tanto, que no nos apartemos nunca de su voluntad. Vale más que ofendamos a hombres necios e insensatos, soberbios y engreídos en su hablar, que no a Dios.

Veneremos al Señor Jesús, cuya sangre fue derramada por nosotros; respetemos a los que dirigen nuestras comunidades, honremos a nuestros presbíteros, eduquemos a nuestros hijos en el temor de Dios, encaminemos a nuestras esposas por el camino del bien. Que ellas sean dignas de todo elogio por el encanto de su castidad, que brillen por la sinceridad y por su inclinación a la dulzura, que la discreción de sus palabras manifieste a todos su recato, que su caridad hacia todos sea patente a cuantos temen a Dios, y que no hagan acepción alguna de personas.

 Que vuestros hijos sean educados según Cristo, que aprendan el gran valor que tiene ante Dios la humildad y lo mucho que aprecia Dios el amor casto, que comprendan cuán grande sea y cuán hermoso el temor de Dios y cómo es capaz de salvar a los que se dejan guiar por él, con toda pureza de conciencia. Porque el Señor es escudriñador de nuestros pensamientos y de nuestros deseos, y su Espíritu está en nosotros, pero cuando él quiere nos lo puede retirar. Todo esto nos lo confirma nuestra fe cristiana, pues el mismo Cristo es quien nos invita, por medio del Espíritu Santo, con estas palabras: Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.

 El Padre de todo consuelo y de todo amor tiene entrañas de misericordia para con todos los que lo temen y en su entrañable condescendencia reparte sus dones a cuantos a él se acercan con un corazón sin doblez. Por eso, huyamos de la duplicidad de ánimo y que nuestra alma no se enorgullezca nunca al verse honrada con la abundancia y riqueza de los dones del Señor.